martes, agosto 30, 2011

Los yukpa luchan desde el 2001 por la demarcación de su territorio ancestral

Ciudadano Vicepresidente Elías Jaua, usted tiene la palabra.




Sociedad Homo et Natura

A estas alturas de la historia no hay otro culpable que el propio Gobierno de la violencia generada por el problema de la tierra que padece el pueblo Yukpa, del conflicto entre Yukpa y ganadero/campesinos invasores. Centenares de vueltas burocráticas le ha dado a este asunto el Gobierno en 11 años de socialismo. Sigue en mora el Gobierno con la demarcación subsiguiente entrega de títulos colectivos de propiedad; pareciera a todas luces que por esta vía constitucional nunca tendrá el pueblo Yukpa, ni ningún pueblo o nación indígena en Venezuela sus tierras, ya reconocidas legalmente, pero no disfrutadas.


Desde los primeros años de la dictadura de Juan Vicente Gómez, con los Diego García a la cabeza, hoy latifundistas presuntos propietarios de la hacienda El Capitán, los hacendados de Machiques vienen despojando a los Yukpa de su territorio ancestral a sangre y fuego y destruyendo sus bosques y ríos para convertirlos en sabanas verdes de pastos cruzadas por miles de kilómetros de alambres de púas y portones con cadenas y candados, que luego son registradas como “propiedad privada”, exigiendo hoy los hacendados el pago de las bienhechurías de sus haciendas y el Gobierno respeto al indio por ser derechos de terceros, según reza en el Código Civil. La historia de siempre, con capitalismo o socialismo.

Hoy el Gobierno le sirve de comparsa a la guarimbera oposición ultra derecha ganadera/campesina dejando solos a los Yukpas de Toromo para que ellos resuelvan morir por la tierra o claudicar, negándoles sus derechos reconocidos por las jurisdicciones nacional e internacional; el Gobierno haciendo como la avestruz, o como el monito tapándose los ojos los, oídos y su boca ante el país permite que se continúe cabalgando en la frontera con Colombia la conspiración en su contra y los operadores de la guerra que hoy es de cuarta generación, pero que luego pasará a una guerra abierta tal como hoy se ejecuta en Libia, como ayer en Irak, Afganistán, Grenada, Haití o Panamá. Para curarse en salud, el Gobierno debe ir solucionado los problemas en el marco de las leyes, del componente histórico y de justicia social.


No debe el Vicepresidente Elías Jaua caer en la conducta dejar hacer dejar pasar asumida por los ministros Nicia Maldonado o Alejandro Hichter.


Él es ahora la máxima autoridad en el tema de la demarcación del hábitat y tierras de los pueblos indígenas. Lo que ocurre en Perijá es válido para Caracas, último bastión a tomar por los perros de la guerra, como Trípoli en Libia, si no podemos resolver la situación montada con la toma de Machiques por la oposición guarimbera tampoco lo sabremos hacer cuando tomen Caracas. Están midiendo fuerza los ganaderos y los poderes oscuros internacionales a las que obedecen en la frontera del Zulia, si los indios se le voltean al Gobierno se acaba la revolución en Machiques, ya tienen todo controlado, son los que gobiernan Perijá.


El actual desalojo de las familias Yukpa de los predios de la hacienda El Rincón es una estrategia concertada de los hacendados de GADEMA con la jefatura mayor de la 12.ª Brigada del Ejército y del Destacamento 36 de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), con el representante colombiano uribista del supuesto Frente Campesino y la Fiscal 20 Abogada Jhovan Rincón, una de las acusadoras en el juicio ordinario contra Sabino, Alexander y Olegario 2009-2011.

Ni el Ejército, ni la GNB, ni mucho menos la Fiscal Rincón debieron permitir asentarse el pelotón armado de 200 ganaderos/campesinos cerca de la hacienda tomada por niños, mujeres, ancianos y hombres yukpa ni mucho menos el desalojo de los Yukpa de la hacienda.

Estos tres componentes y los ganaderos/campesinos son los culpables directos de las familias Yukpas heridas, de la violencia generada y por generar. De inmediato el Gobierno debe desalojar a estos provocadores guarimberos de las inmediaciones de la hacienda El Rincón, y dejar a los Yukpa en la hacienda ya que están en su legítimo derecho según reza el artículos 41 de la Ley Orgánica de los Pueblos y Culturas IndígenasEn los procedimientos judiciales o administrativos que pretendan el desalojo de pueblos y comunidades indígenas, el juez o la autoridad competente deberá, desde la declaratoria del inicio del procedimiento de demarcación, hasta el acto definitivo de demarcación, paralizar el procedimiento y abstenerse de decretar y ejecutar medidas de desalojo en contra de estos pueblos y comunidades que, ancestral y tradicionalmente se encuentren dentro de los espacios geográficos sujetos al procedimiento de demarcación del hábitat y tierras indígenas”.


De inmediato el Vicepresidente Jaua debe convocar a los lideres Yukpas a su despacho para determinar cuáles son las haciendas que están dentro de la poligonal Yukpa, calcular costos y comenzar a pagar sus bienhechurías a través de un cronograma de pago en varios años. De lo contrario se pospondrá los enfrentamientos para los meses venideros. Ya los Yukpa no caben en las empobrecidas tierras altas de la Sierra de Perijá donde lo llevaron la violencia de los ganaderos y campesinos invasores; en 10 años (1992-2001) los Yukpa crecieron en población 149%, según estudios científicos realizados por el antropólogo Ángel Acuña.


Ciudadano Vicepresidente Elías Jaua, usted tiene la palabra.

miércoles, agosto 24, 2011

Machiques, la mini Media Luna ganadera


Sociedad Homo et Natura

Así como los cambios en Bolivia son obstaculizados en la región de la Media Luna por los ganaderos que rompieron el protocolo democrático en el momento que el Gobierno de Evo Morales comenzó a medir sus tierras para los indios y campesinos pobres, también en Machiques desde que en la Constituyente se discutían los derechos ancestrales de los pueblos indígenas, en especial el derecho a la tierra y su demarcación colectivas, los gremios ganaderos a la cabeza de Nepsón Villalobos como presidente de Fedelago para aquel entonces, juraron no permitir la aplicación del derecho del indio a poseer tierras, al menos que previamente se las cancelara.

Pese a la Revolución, en Machiques sigue gobernando la rancia derecha ganadera y su ideología es la imperante, y permeabiliza aún al resto de los sectores sociales que conforman la vida cotidiana que allí hace vida desde su fundación en 1890. En el campo de las ideas y del sentimiento en pro del respeto a lo diverso, el poder constituido en Machiques se quedó anclado en el tiempo de sus orígenes.

Siquen siendo los indígenas los desterrados, los pobres de la tierra, los sin tierras, no son los hombres libres con los que soñó Zamora; aún las correrías de indios son comentadas en los círculos de poder como el método del progreso y de la producción de leche y carne; suelen decir aún, si no hubiese sido por la matanza de indios, la deforestación de sus selvas, el pasto sembrado y la cría de ganado bovino, Machiques fuera todavía “monte y culebra”. Una vez dijo uno de los Diego García “En Machiques hay una plaga más de Egipto, el Yukpa, es las 8va plaga de Egipto”, nos contaba un funcionario del IAN cuando los Yukpa de Shirapta le ocuparon un pedazo de tierra de la hacienda El Capitán; una amiga ingeniera agrónoma nos contó unos años antes, reservándose el nombre como para que no lo denunciáramos, que un ganadero amigo le afirmaba que el peor error de ellos fue para aquel entonces de correrías de indios, no haberlos matado a todos. Hemos vistos “con nuestros propios ojos” en Aricuaizá ganaderos que quisieran ser perros para embestirles a los Barí cuando pasan caminando con sus hijos por su hacienda.

En los primeros años de Gobierno del Presidente Chávez, los ganaderos les decían a los líderes Yukpa que ocupaban una hacienda “pon la radio, porque si Chávez pierde las elecciones, te vuelas de aquí, porque a la hora te venimos a matar, a todos”. Ya no hace falta que Chávez pierda las elecciones, el pasado sábado 20 de agosto de 2011 en la hacienda El Rincón cerca del Centro Piloto de Toromo en la cuenca media del río Negro comprobó la derecha ganadera que podían herir, matar a niños, mujeres y hombres Yukpa y sacarlos a plomo limpio de sus tierras ancestrales rescatadas, pese a que existe una revolución con leyes y constitución propia, ¡ah! y con aparatos de seguridad e inteligencia en el Fuerte Macoa y el Destacamento 36 de la Guardia Nacional Bolivariana. Y una Fiscalía. Estas tres últimas instituciones en Machiques aún al servicio de los Ganaderos.

Los ganaderos de Machiques toman la justicia en sus manos

Cansados de esperar siete años la demarcación de sus tierras, desde el lunes 8 del presente mes un grupo de familias Yukpa necesitadas de tierras ocupan la improductiva hacienda El Rincón. Desde ese día arranca una radical campaña mediática satanizadora y racista, contra los dirigentes Yukpa María Teresa Yaspe y Freddy Panapera y demás familias Yukpa, encabezada por el habilidoso ex-Presidente de GADEMA hoy diputado a la Asamblea Nacional Juan Romero y por el gremio clasista ganadero encabezado por la Federación de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga) y la Federación de Ganaderos de la Cuenca del Lago (Fedelago). Mientras se montaba como en la Media Luna boliviana una matriz de opinión unilateral contra los aguerridos indígenas, el diputado Romero y demás dirigentes ganaderos presionaban la jefatura militar, policial, a la Guardia Nacional y a la Fiscalía; y montaban en paralelo con empresarios de Perijá y el supuesto frente campesino de Oscar Carrillo, el Caballo de Troya Uribista una guarimba opositora. Todo esto monitoreado unilateralmente por el diario La Verdad de Manuel Rosales que nuevamente servía de punta de lanza de la sucia campaña.

Lo más patético de todo este montaje ganadero fue cuando el Viceministro del Poder Popular para los Pueblos Indígenas de la Sierra de Perijá y Cordillera Andina Viceministro indígena Hilarión Romero desde las instalaciones del gremio ganadero manifestaba, según la periodista Dianora Prieto, que “la ocupación de tierras es inconstitucional, en vista de que la comisión de demarcación no ha terminado de realizar los trabajos” (Panorama, 12/08/11).

El Gobierno dejó sólo a los Yukpa

Desde el grito del ex-Cacique Freddy Panapera del 10 de agosto de 2011 “Queremos que esta situación se defina, pedimos que se defina la titularidad de nuestras tierras que desde hace 2 años está paralizado” (Panorama; 11/08/11) y ante la ausencia de una comisión de la Vicepresidencia, del Ministerio Indígena o de diputados de la Asamblea Nacional para los asuntos de los pueblos indígenas, o de los problemas de la tierra, o de la dormida comisión de demarcación del hábitat y tierras indígenas, los duchos ganaderos envalentonados tomaron el control de la situación y le dieron un golpe duro no sólo al Pueblo Yukpa, sino también a la democracia, a las instituciones, a las leyes y al Gobierno de Chávez.

Como en la Media Luna boliviana, se realizan acciones como la Operación rescate". Desde las 10:00 de la mañana de este sábado unos 200 productores agropecuarios y campesinos del sector Toromo, en la Sierra de Perijá, se mantuvieron firmes en sus peticiones hasta las 4:00 de la tarde, hora de plazo que dieron al Ejército para que ejecutara la orden que dio la Fiscalía 20 de Machiques.

Se apostaron en las inmediaciones de la fisca Berlín, ubicadas a unos 800 metros del predio invadido. Estaban alerta ante la amenaza de tomar 25 fundos cercanos. Llegó la hora y al no actuar los cuerpos de seguridad (Guardia Nacional Bolivariana y 12va Brigada del Ejército), a los cuales la Fiscalía 20 les ordenó la aprehensión de cuatro de los líderes que comandaban la invasión, decidieron caminar hacia adentro.

El día viernes dieron un ultimato al general Francisco Salcedo Alcalá, comandante de la 12va Brigada, quien prometió desalojar a los invasores” (La Verdad, 21/08/11: a7).

La demarcación del territorio Yukpa se inició en el año 2004 y aún no se ha terminado pese a que el Presidente Chávez en el Aló Presidente del domingo 24 de agosto de 2009 ordenó a la Señora Ministra del Poder Popular para el Ambiente Ing. Yubiry Ortega de Carrizales que se iniciara de nuevo la demarcación del territorio Yukpa y se pagara los fundos.

La Guerra de Cuarta Generación en Perijá dentro de la estrategia del Plan Colombia

Esta peligrosa situación es un mero ejemplo de una táctica de Guerra de Cuarta Generación, de cómo se ejecuta en Venezuela el Plan Colombia, pero es también la muestra de una errada política de frontera, es unir al enemigo del Gobierno de Chávez para golpear al sector que más voto seguro tiene en Machiques, los indios de Perijá, los guardianes de la frontera.

Pobre Chávez, ya en Perijá le tienen la olla montada. Ya los escuálidos endógenos y los escuálidos adeco a la cabeza Juan Romero, Alfonso Toto Márquez (secretario agrario de Pablo Pérez) y Miguel Romero presidente de GADEMA están unidos, sólo que no han podido sumar para sus intereses a los hijos de Gran Caribe Guacaipuro, los Yukpa. Si los Yupa y los Barí se unen a los Adecos de GADEMA se acaba la revolución en Machiques. Elías Jaua tiene la palabra. Tierra e Indios Libres, diría Zamora.

lunes, agosto 15, 2011

El Gobierno está moral y jurídicamente comprometido con devolverles las tierras al pueblo Yukpa




Sociedad Homo et Natura

Hasta cuando el Gobierno terminará en reconocer el derecho que tienen los pueblos originarios a poseer sus territorios propios amplios y suficientes donde puedan vivir en paz y ejercer los otros derechos colectivos pendientes ya reconocido por las Organización de las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos, la Organización Internacional del Trabajo, la Unión Europea, hasta la misma Constitución de Venezuela, y la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI) como los derechos de la libre determinación, la autonomía o autogobierno, a ejercer jurisdicción indígena propia, el uso y disfrute de los recursos naturales presentes en sus territorios, entre otros derechos de capital importancia.

Aún vemos, como es el caso del Zulia, al pueblo Yukpa enfrentándose con sus familias todas a los hacendados usurpadores de su territorio ancestral, que en verdad hoy no gozan, por lo menos de manera abierta, del apoyo ciego y represivo de la Guardia Nacional y del Ejército, trayendo esto en Machiques un malestar que determina el aumento de la violencia de sus gremios o asociaciones ganaderas hoy digno ejemplo de guarimberos opositores.

El Gobierno debe reconocer todo el territorio autodemarcado por el pueblo Yukpa ya reconocidos por las dos últimas comisiones regionales de demarcación del hábitat y tierras indígenas Yukpa (2004-2008 y 2009-2010). El Vicepresidente Elías Jaua máxima autoridad de la hoy comisión nacional de demarcación debe buscar la fórmula de hacerle entender al Ministerio de la Defensa y a uno que otro funcionario y diputado, y al mismo Chávez, que la solución a este conflicto heredado por el Siglo XXI y por el nuevo Gobierno no tiene otra salida que no sea la de cancelar de una u otra manera el pago de las bienhechurías de las haciendas y parcelas campesinas invasoras del territorio Yukpa.

El pueblo Yukpa necesita para poder hablar de convivencia pacífica en Perijá la superficie de su territorio exigido (240 mil hectáreas).

Se requiere saber, según estudios ordenados por el IVIC en el 2008 a uno de los más destacados estudiosos del mundo de la cultura y sociedad Yukpa el Dr. Ángel Acuña que en 10 años (1992-2001) su población a aumentado un 149%, ya sus agotadas montañas donde los arrinconó la violencia ganadera decimonónica no les son suficientes hoy para mantener sus hijos y su particular cultura; necesitan disfrutar ahora estas tierras arrebatadas por ganaderos y terratenientes bajo el engaño, o a sangre y fuego bajo el apoyo o el silencio cómplice de Gómez, Pérez Jiménez y todos los gobiernos adecocopeyanos que han gobernado este país.

Este Gobierno está moral y jurídicamente comprometido con entregarles estas tierras necesarias para continuar la vida material y espiritual del pueblo Yukpa; no pueden Chávez o el Vicepresidente Jaua seguir impulsando este modelo de etnocidio, ecocidio y genocidio estructurado hasta nuestro tiempo por las clases poderosas desde la dictadura del General Juan Vicente Gómez.

Por estas razones la reciente ocupación de la hacienda el Rincón por los Yukpa asentados en el Centro Piloto Toromo en la cuenca media del río Negro en el municipio Machiques obedece al histórico proceso irreversible de ocupación de tierra que lleva más de 30 años impulsando el pueblo Yukpa ante la pérdida de sus espacios de vida. El Gobierno violaría la constitución y la LOPCI si intenta desalojar a la fuerza o por “las buenas” a las familias Yukpa ocupantes de la hacienda el Rincón hoy en reclamación como territorio originario y bajo el amparo por estar en estos momentos en proceso de demarcación “En los procedimientos judiciales o administrativos que pretendan el desalojo de pueblos y comunidades indígenas, el juez o la autoridad competente deberá, desde la declaratoria del inicio del procedimiento de demarcación, hasta el acto definitivo de demarcación, paralizar el procedimiento y abstenerse de decretar y ejecutar medidas de desalojo en contra de estos pueblos y comunidades que, ancestral y tradicionalmente se encuentren dentro de los espacios geográficos sujetos al procedimiento de demarcación del hábitat y tierras indígenas.” (Capítulo 41).

viernes, agosto 12, 2011

El eterno retorno o de cómo no se asume con dignidad la entrega justa de territorios ancestrales a los pueblos naciones indígenas.


A continuación se publica textualmente la más reciente noticia sobre la dura pulseada entre los pueblos naciones indígenas, en este caso el pueblo indígena yukpa, y el estado - gobierno. este último no termina de asumir con creatividad digna la justa entrega de territorios ancestrales. Lo que acá se comenta es la resulta de la mala praxis, de la torpe y burocrática manera de asumir asunto tan delicado y vital asunto.

Nótese de manera flagrante (con inocultables visos de xenofobia) como la movilidad indígena que procura reivindicación e insistencia en su verdad siempre es definida como invasora, violenta. duele el costillal cuando en esta dolida Sierra de Perijá el estado gobierno coincide al calco con ganaderos, militares y finqueros.



Gobierno: Yucpas deben esperar la demarcación

Texto: Dinora Prieto


Machiques.-El viceministro para los Pueblos Indígenas de la Sierra de Perijá y Cordillera Andina, Hilarión Romero, rechazó ayer la ocupación por parte de indígenas Yucpas de la Hacienda El Rincón, realizada hace 5 días en el sector Toromo, del municipio Machiques.

Romero manifestó que “la ocupación de tierras es inconstitucional, en vista de que la comisión de demarcación no ha terminado de realizar los trabajos”.

El diputado a la AN, Juan Romero, miembro de la Comisión Permanente de Pueblos Indígenas de la Asamblea Nacional, manifestó que “nosotros queremos que el proceso de demarcación se produzca en paz, y se le reconozca el derecho a los pueblos indígenas a sus tierras ancestrales”.

Miguel Rincón, presidente del Gremio de Ganaderos de Machiques, informó que “hemos recurrido a medios legales, (...) y estamos a la espera de los resultados de los procedimientos de ley, para restablecer la convivencia”.

Asimismo, Jesús Trujillo, dueño de El Rincón, dijo que “la situación es completamente hostil en la finca, los yucpas están instalados en mi unidad de producción irrespetando un acuerdo armonioso pactado hace tres años”.

A la par de esta declaración, ayer fue realizada una asamblea con productores y campesinos zulianos, en las instalaciones del Gremio de Productores de Machiques, en la que se emitió un comunicado de rechazo hacia esta invasión y de nuevas amenazas de parte de los yucpas

martes, agosto 09, 2011

Biografía temporal




Miguel Ángel Campos
Maracaibo, julio 2011




Sabino, me dicen, vuelve a ser feliz y respira hondo en su conuco. Sobrevivió a una matanza y está de vuelta de un juicio donde se empantanó la República. Ésta debió tragarse sus protocolos y decidieron que era mejor para los intereses actuales de sus bodegueros no seguir adelante con la simulación.

A finales de 1967 hubo otro juicio, seguramente con testigos de comisaría y los dos aterrorizados sobrevivientes de la masacre, una partida de guajibos fue atraída a una hacienda con la promesa de una abundante comida ―uno de los planificadores obsequia días antes a una de las mujeres con un vestido a fin de disolver recelos, ella, prostituida por este sujeto, envejecida y enferma había sido acogida nuevamente por el grupo.

Cuando estuvieron en el corredor y aún sin haberse sentado, alelados por el olor de la yuca y el pisillo (carne desmechada de chigüire), los peones se les echan encima, armados de machetes y revólveres asesinaron a hombres, mujeres y seis niños, del grupo de 15 sobrevivieron los dos rezagados que se habían quedado en el bajío del río asegurando las curiaras, espantados dan marcha atrás y a los tres días recalan en un poblado del lado colombiano y hacia la margen occidental del Apure. Los detalles de esta monstruosidad sin parangón se pueden consultar en el libro de Tomas Eloy Martínez, Lugar común la muerte (1979). Cuál es la memoria que el venezolano de hoy tiene de ese suceso, y si la tiene de qué naturaleza es, política, psíquica, policiaca. En los interrogatorios los peones no entendían tanto alboroto y no se explicaban por qué los detenían, los indios constituían una plaga y estas faenas eran frecuentes, encargadas por los dueños de hatos y fincas. Uno de ellos, a la pregunta de qué hicieron inmediatamente después, dice haberse sentado todos a comer pues la comida se enfriaría, y en medio de los estertores de algunos todavía vivos. Con las fuerzas repuestas abrieron entonces un enorme hueco en el arenal, echaron los cadáveres y les rociaron gasolina, al final de la tarde taparon el hoyo de la chamusquina.
De alguna manera, y propiamente, Sabino es un sobreviviente de aquel lejano episodio, quienes dispararon en Perijá en octubre de 2009 representan el mismo brazo ejecutor del año 1967.

Muertos o medio muertos aquellos eran, y son, unos indios sucios y malolientes, condenados por el mestizaje, el hambre y la pérdida de su medio, hábitat o territorio, de acuerdo a la conveniencia de sus redentores. Desvitalizados y decadentes, son manchones errantes en la geografía del país extraviado, sean barí o yanomami, sea el astuto afincado en el barrio de Maracaibo o la jovencita jivi prostituida y de regreso a la comunidad hecha pedazos, sean los yucpa mendicantes en los semáforos de cualquier ciudad de Venezuela, la viejecita ofreciendo una cestica primorosamente tejida o la mujer-niña con el bultito adormecido, desmadejado entre hombro y vientre, estragado por la debilidad y la sarna. Son los lactantes de la iniquidad, niños cósmicos de una galaxia de crimen y la confirmación final de la necesidad de esos grupos amorfos de extinguirse, no está acaso en la cartilla de los muchachones funcionarios del Ministerio del Poder Popular haciendo labor social el Día del Niño en Maracaibo: gravemente le dicen a los conductores, «no le de dinero a los niños, pues los acostumbrará a ser mendigos.» Extínganse, pues, perritos sarnosos, olorosos a chivo y platos mal lavados.De alguna manera, y propiamente, Sabino es un sobreviviente de aquel lejano episodio, quienes dispararon en Perijá en octubre de 2009 representan el mismo brazo ejecutor del año 1967. Finqueros, colonos, ganaderos, invasores instigando y agudizando las diferencias de las parcialidades acosadas por la pérdida de territorio y armándose contra ellos mismos. La crónica del asentamiento de estos “agentes económicos” en la zona zuliana durante el siglo XIX está más o menos documentada, establecimiento sin mayor protocolo y mediante forja de títulos y permisos sobre tierras de posesión ancestral, “tumbar monte”, como se decía hasta hace poco en el deep quisireño, sembrar pasto y arriar ganado. Y espantar a algún indio curioso hasta acorralarlo en una cueva y ante no saber qué hacer cortarle la cabeza y emplazarla en lo alto de algún corral para comentario y chiste del visitante. De allí seguramente llega a manos del doctor Adolf Ernest, más interesado en el amuleto que llevaba el mozalbete, pero consigna de lejos, y para sus lectores de El Zulia Ilustrado, que aquello era un práctica similar a cualquier otra cacería. Hacia la mitad del siglo XX un indio completo llega al museo de los taxidermistas, la segunda expedición lasallista regresa a Caracas con una momia del Tokuko, sacada a hurtadillas, y tras la visita etnológica, los indios sospecharon el robo y los misioneros debieron huir a toda prisa, así obtuvimos la primera identidad de estos hermanitos: sus medidas antropométricas.

Prosperan los wayuu en tanto se alejan de su origen y sus sabanas serenitas arropadas de viento y sal, renuevan con sangre autóctona el malandraje de la Tierra del Sol amada y hacen próspera la industria de la construcción de los magnates estafadores, si por ellos fueran les pagarían con fichas los viernes en la tarde. Pero busque a alguno para un trabajito menor, el ufano albañil sólo rompe su mutismo cuando informa de la cantidad fabulosa que pide para pegar dos bloques, para él usted es un alijuna rico y todo le sobra. Me pregunto por qué esta gente tan peripuesta no ha armado un sindicato para defenderse de los constructores-estafadores y cobrarles con sangre los martillazos en el dedo del encofrado. Hasta hace poco los antropólogos no sabían que los añú eran una etnia distinta de la misma familia arawaca de los wayuu, pero la documentación escasa informa cómo unos fueron oprimidos por otros, al parecer los taciturnos guajiros históricamente acosaron y despojaron a los “cocinas”, así se les conocía. Tímidos e indolentes, asustadizos, acaso estos adjetivos sean fruto de un condicionamiento, el estigma y la opresión de sus vecinos. La lengua Añú se extinguió seguramente antes de las más recientes elecciones sin que ningún blanco indolente, profesor o contrabandista la aprendiera. Aquí cabe muy bien aquella frase Ana cariná rote aunicón paporòro itóto nantó (sólo nosotros somos gente, los otros son nuestros esclavos), de alguna parcialidad caribe, pero a fin de cuentas puede hacerla suya el chicho maracucho que no distingue entre guajiro, yucpa y barí, para él todos son animalitos derrengados arrastrando sus trapitos por la ciudad.

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Pero los exitosos guajiros colonizan el santuario de Perijá, imponen su experiencia tribal de largo registro en la sobrevivencia urbana y el tráfago de frontera, comercio de toda índole, contrabando sustentable y las variantes modernas del intercambio en la tierra de nadie: vacuna, sicariato, trasvase de combustible, “supervisado” por la GNB y la PREZ (es almacenado previamente en algunos barrios de Maracaibo, una patrulla de lobatos boys scouts daría con esos patios sin mucha complicación.) En la alta montaña ellos son boss, distinguidos por su estilo de consumo y el conocimiento de los hábitos de watias y alijunas, léase chicherío. Aunque en la escala deben estar por debajo de paramilitares y guerrilleros en la servidumbre que imponen a yucpas, barí y japrerias, expresan su superioridad de distintos modos, llevan la ventaja en los negocios, adelantan el chantaje de quien ha visto más allá del mar, los otros aceptan este dudoso prestigio. Y en estos privilegios entra como granjería menor tener acceso a sus mujeres, cogérselas, pues, sin mayor protocolo ni resistencia, como quien se lleva un gatico de semanas recogido en la calle. Ni rapto ni violación, estos son conceptos ajenos en relaciones desiguales y de sometimiento. De cómo ha obrado la entrada a saco de narcoguerrilleros y paramilitares en la destrucción de aquella gente desprevenida, sería un ejercicio para el cual todavía no hay encuestadores ni sociólogos, tan sólo la noticia de la depredación del lobo nocturno en el redil, o de la zarigüeya en el gallinero.


Sabino Romero


Entre los yucpa también hay novedad y una pulsión ha evolucionado, cuando uno de ellos se medio emborracha el otro le saca la mujer y yace con ella, es un acto ya no de picardía sino de ventajismo aprendido en el exilio y ante la disolución de los vínculos impuestos desde el acuerdo primordial. Aturdidos entre la llamarada de lo que dejaron de ser y lo que todavía no son, forman una nueva categoría humana, una procesión de muertos-vivos: los parias. De ellos sólo me emocionan sus arquetipos, sus mitos y visiones de un mundo fundado y en constante regeneración, herencia onírica de indios tristes y resabiados. Me duelen y me avergüenzo de mi timidez, creer saber como son, juzgarlos desde mi sabiduría presuntuosa y no avanzar a su encuentro, el miedo detiene mi mano, tal vez sea mi horror por lo gregario o el desamparo absoluto de mi alma. Vivo entre ellos y soy parte de su ruina, la culpa me arrastra y sólo puedo verlos alejarse alentados por su dolor, por qué no fui un insecto en la umbría, una roca al sol, un árbol perdonado por los leñadores, eso me habría permitido estar junto a ellos, sus vidas informes pesan en mí, en mi vida de amargura y sitiada por lo ominoso. Se morirán pronto, como yo, ya he visto bastante y me largaré de este mundo atormentado por su rastro maloliente, perseguido por sus niños que parecen muertos. Que otros atesoren su alta cultura de símbolos y significación trascendente, que escriban sus libros vanidosos donde no aparece su mirada extraviada ni sus piojos, ojalá algún dios piadoso restituya el alma a sus cuerpos. Todavía me quedan días para preguntarle a mi india, que me ha robado el corazón, por el dulzor de sus piñas de páramo, y en una pausa del relato escalofriante de la serpiente erguida entre el pastizal, retadora. Ella me odiará por todo cuanto ahora muestro, mi cercanía tortuosa a esos andrajosos desterrados del tiempo, detestará al advenedizo, nada tengo para remediar lo irremediable, sólo contemplar el horizonte devastado salpicándome y golpeando en mi inútil corazón. Para ella son como niños engañados y los ama desde su rabia ante la injusticia, o acaso desde más allá. De ella sólo quiero su ternura, cautelosa y escondida como un escándalo ya imposible de contener. Le muestro la fotografía del conjunto de yucpas posando con el ejemplar de Águila Harpía y calculamos la envergadura de sus alas, le indico el rifle en manos del eufórico cazador, pero todo es una excusa para no decirle que desfallezco fuera de las alas de sus brazos. Mi mirada no está con ellos, salta desde aquí deseosa pero trunca, desde acá el chicho maracucho que come pastelitos quiere sumarme a su demografía pero nada tengo que ver con él. Mi india rumia sus emociones y aún no conoce toda la verdad, cuando ella me diga quién soy la tendré para siempre.

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Sin que supieran de la existencia de una tal República, en 1885 el civilizado Guzmán Blanco extinguió los antiguos estatutos coloniales de los indios y los hizo sujetos de derecho al otorgarles la propiedad jurídica e individual de la tierra, los oportunistas de caserío y sus mismos generales se apresuraron a comprarles los títulos, es el origen de la pérdida de sus territorios de hoy.


El crimen renace en estos días de revolución bolivariana, se los incluye con articulado en una constitución de papel (todo te parecería tan familiar, mi querido LVL.) Si para un venezolano cualquier diligencia ante el Estado de Derecho es casi imposible, pues las leyes son nada más la figuración de sociedad en boca de un gobernante vanidoso, me pregunto por dónde debería empezar un indio. Sin carro, sin gasolina, sin amigos en la Fiscalía, sin fotocopiadora, sin pasajes, sin RIF, sin celular, sin partida de nacimiento. El acto vandálico de desmontar los restos de autonomía pasa por la creación de un Ministerio para la indiada, la redención se hace carne en un pobre indio (o india) encandilado, destituido de cualquier capacidad de enmienda, pero la oficina de puro registro enaltece los poderes públicos y el hombrecillo en el poder dice desde su megalomanía: ahí tienen, los hemos elevado a la santidad.

Me pregunto cuántos venezolanos saben cuál es el valor actual de una tonelada de carbón en el mercado internacional, los periodistas ignorantes se ufanan de poner todos los días en su periódico el precio del petróleo, y hasta la variación del down jones, y supongo que todo venezolano debería estar al día con aquel dato, pues de allí depende su rancho, su raquítico sueldo y las cervezas del viernes. Pero en cuántos periódicos del estado Zulia, al menos, aparece el precio del carbón, en ninguno, de este producto de exportación que esconde un drama humano de proporciones poco o nada sabe la gente. Sin embargo, las consecuencias de su explotación están comprometiendo, ya en una fase avanzada, el entorno general de la región: suministro de agua, reserva forestal, de fauna, diversidad biológica. Enfermedades endémicas y ya crónicas han aparecido en las zonas inmediatas aledañas, el transporte mismo es un riesgo tanto en tierra como en agua (lanchones hundidos en el lago, haga la lista de todos los componentes tóxicos que van a la cadena trófica). Si le preguntamos a cualquier desprevenido farfullo qué es la mina a cielo abierto del Guasare y de dónde y cómo sale el carbón, el pobre diablo desde su extrovertido ciudadanaje respondería, qué, qué, qué… No sólo lo desconoce todo, tampoco le importa, aquello no forma parte de sus intereses, de su programa de sobrevivencia, instalado en la pura noción espacial de la ciudad hasta la geografía le resulta ajena, no alcanza a ser siquiera un habitante, es tan sólo un paseante.

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El contraste entre las fotografías satelitales de las zonas de El Socuy y el Guasare hechas a comienzo de los años ochenta, antes del inicio de la explotación, y las actuales dan la medida puramente visual del horror, del Apocalipsis. Alrededor de veinticinco caños y riachuelos, efluentes de los ríos principales ya no existen. En el Departamento de Biología de la Facultad Experimental de Ciencias de la Universidad del Zulia reposa, como en el archivo de una funeraria o nosocomio, la serie impecable de investigaciones de la fauna y flora de aquel lugar destruido, devorado y contaminado para siempre. El drift de José Eli Rincón, los basiliscos de Harold Molero, bichitos bentónicos de Orlando Ferrer… Recuerdo como hoy las noticias semanales de la evolución de esas tesis de grado y tras cada salida de campo de sus afanados autores, nunca imaginé que aquellas descripciones no fueran la biografía de la naturaleza sino puras máscaras mortuorias (Say me anything of Carichuano…) Explotar y vender carbón a siete dólares la tonelada en un país con reservas altas de petróleo liviano parece una mala manera de invertir el tiempo. Pero si el precio de ese petróleo se eleva a ritmo acompasado y de manera constante e histórica, entonces estamos en presencia de una perturbación de sus clases dirigentes, de una dosis de tercermundismo altamente puro, desarrollismo caudillesco, odio inveterado a la naturaleza y/o a las generaciones futuras. Usted elija.

La retención de la biomasa de toda la zona arrasada (la reforestación es un lindo cuento), la sustentación del paisaje en sus valores de recreación, oxigenación y naturalismo era más rentable tanto en términos económicos como societarios. El organismo responsable de la explotación actual de ese carbón ya existía antes y se dedicaba a estimular y respaldar el desarrollo local a pequeña escala, con asignación de un presupuesto central, incluso si hoy se dedicara a cualquier diligencia burocrática, con el grado de ineficiencia y corrupción que fuera le haría muchísimo menos daño al país que administrando unos recursos salidos de semejante destrucción.

Diversidad biológica y resguardo de las fuentes subterráneas de aguas (contaminadas por los residuos de escoria, liberación de compuestos por fricción y erosión y uso a gran escala de sustancias industriales en el bosque virgen), son expectativas del concepto de bienestar desde hace más de cincuenta años valoradas como de primera prioridad y no sólo en países industrializados. Pero en toda esta aberración hay un crimen de lesa gens imputable a la gerencia de estado y a través de sus ejecutores directos, funcionariado y fuerzas rectoras, se trata de la confiscación, uso y consumo con fines inmediatistas de la heredad de otras generaciones. Estas se conseguirán con un hogar disminuido, haberes arruinados y el cataclismo ambiental, y en un país donde la educación hoy es sólo un fraude de registro y titulación y la utilidad de la ciencia llega tan sólo a una certificación positivoide-tecnócrata del jefe de Estado cuando suele enfatizar el carácter “científico” de las tareas de sus funcionarios.

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Acorralados por el hambre, diezmados por todas las parasitosis, enfermos de cuerpo y alma, los indios deambulan como los dementes en las habitaciones de un manicomio. Sólo los guajiros se pasean competentes por ahí, ladinos unas veces, salameros otras, hieráticos cuando dudan, estos muchachos son el orgullo de Darwin, alcaravanes, zamuros, serpientes, tuqueques, ya no son el tótem junto al cual deben andar sin lastimarlo, ahora son la suma de aquellas bestias variopintas, adquirieron como en un crisol de redención del rapaz y del dormilón, del batracio la resistencia, la fastidiada paciencia del burro. Descuellan en la escuela de sorna y disimulo del chicherío maracucho, hábiles para todo han traspasado los estandartes donde la genética juzga a los más avezados, así un recientísimo estudio de la Facultad de Medicina de LUZ muestra cómo los alelos de su sangre han aumentado de manera drástica en la composición del ADN de la comunidad gaitera, que nada quiere saber de negros, cuyos pigmentos han retrocedido.
Pero Sabino explaya sus ambiciones y ahora sueña con las estrellas y las dos lunas de su abuela, de regreso a su tierra contempla el conuco estrujado, los aguaceros constantes de estos días lo reciben dándole ánimo, el hombre camina hasta lo más profundo, cerca del rumor invisible del río; el picure husmea, viene a saludar y no sale del majagual. Sabino se echa desnudo en un promontorio y se queda dormido arrullado por las heliconias.

Por qué no los dejan en paz, borren con tijera los incisos del articulado de la Constitución, no les hablen de créditos comunales ni de censo de vivienda, tampoco les regalen vacas ni chivos, ellos no son ganaderos ni guajiros, no les gusta la leche, jamás aprenderán a ordeñar, el spaguetis sólo los llena por una rato pero incita a la pereza y les reblandece el carácter, regrésense al infierno con sus vacunas y baldes de plástico. Bastante tienen con la narcoguerrilla y sus botellas de whisky atiborrando las pipas de las vaqueras. Los otros les roban a medias la cosecha y toman prestadas sus mujeres. “La tierra descuidada se recupera con rapidez -dice mi india que me ha robado el corazón- la sola presencia del cuidador excita los barbechos y los dispone para la fertilidad”. Los topochales rotos ondean sus greñas saludando al recién venido, pronto con dos rociadas de lluvia nocturna y unas tardes de roza, la cosecha estará en camino, todo coopera para el desagravio del que viene de la guerra y la prisión. Una buena noticia llega del desierto y su rostro resplandece de felicidad entre su pelo negrísimo, los indiferentes irrumpen y afirman un gesto de consecuencia: esta cosecha se salvará y traerá algunas noches tranquillas para Chaktapa. El inusitado samaritano interpone sus ascendencias y cumple una vieja promesa, contra las asechanzas de quienes adulan al presidente que nada sabe y todo lo sabe, y lo ilustran sobre los indios, este muchacho, pues, resulta un buen yerno para la gente de la Sierra. Hará que Mercal se comprometa a adquirir a puerta de conuco toda la producción de la comunidad, desde un sartal de piñas opulentas y un racimo de guineo quinientos mordisqueado de rosquilla paradisiaca hasta la hectárea completa de topochos y cuatro baldes de naranjas de Peraya, el zumo más ácido que yo haya probado jamás, casi sustancia de farmacéutico. Las matas de café deberán esperar, al tratarse de una variedad de tierra fría, destilan más azúcares, aunado a su ciclo casi lentísimo, pero como toda joya tiene codiciosos. Antes de la cosecha barí y yucpas deberán deshacerse del gestor, un indio embaucador y alevoso al que confiaron la venta en el pasado, resultó un malandrín de siete suelas y están obligados a execrarlo de su comunidad. En agosto de 2005 el pequeño Ángel y yo visitamos la última comunidad japreria que queda asentada, penetramos hasta la margen del río Laja por una ruta difícil y en un racer temerario, tras dejar atrás la ranchería, donde la compañía de electricidad había llevado un cable, en un acto de inaudito marketing cada ranchón tenía instalado un reluciente medidor. Al regreso nos trajimos a una india moribunda, había abortado tres días antes como resultado de una golpiza de su marido, la septicemia la arrasaba, pero su mayor gratitud era por haber embarcado tres sacos de yuca, todo cuanto ellos tenían para sobrevivir en las semanas siguientes, dejamos a la mujer en el hospital de Machiques y a los demás en los alrededores del mercado. Doy esta noticia sólo para mostrar cuánto significa para estos hombrecitos poder sacar los frutos de su tierra regada con sangre.

Por lo pronto no olvidar la gratitud, recomiendo hacer media oración por el yerno, muchacho de aspecto funerario, aunque defenestró a mi hermano el pequeño Ángel, esta astuta hazaña me reconcilia con él y estoy dispuesto a completar la otra mitad de la plegaria, una de estas noches que acompañe a mi madre en el Rosario de las 8pm. Este muchacho me recuerda a Pedrarias de Almesto, aquel de la expedición de Lope de Aguirre, en medio de la escalada de muerte éste lo perdona y consiente una y otra vez, cuando otros eran ejecutados sin miramientos, todo se aclaró en la llanura de Barquisimeto: Lope de Aguirre creía que Pedrarias y Elvirita se entendían, así este la resguardaría en el holocausto. Tras denunciar el fuero impuesto por la revolución bolivariana la comunidad se dispone a restablecer la unidad y sanar la integridad lacerada, la justicia se ordena desde el ritual, la verdad del hecho sangriento permanece intacta y aflorará, el juicio sin fiscales no será una puja para persuadir. Resarcir será la diferencia entre la confesión y la sentencia, no entre veredicto y retaliación, las sanciones pesan sobre la comunidad y ella deberá sobrevivir al delirio de los borrachos y trasmutar las culpas.


Sabino se pierde por dos días y nadie sabe de él, antes de abrir el primer surco decidió adentrarse en la montaña hasta una ligera hondonada cubierta de vegetación cerrada y uniforme, allí en septiembre de 1995 cayó un meteorito, visto por algunos desvelados de Maracaibo desde las ventanas de sus apartamentos. El suceso es para él la más reciente afirmación de algo ya olvidado o debilitado en el alma hastiada de los indios: el recordatorio de la Sierra como santuario cósmico del planeta.