domingo, septiembre 19, 2021

Lydda Franco Farías vademécum

 
Fotografía: Audio Cepeda.


tal vez este fraseo aspire a la perdurabilidad de los afectos que muy dentro nos siguen conmoviendo y que son certezas a las que nos aferramos para no olvidar de que tiempo fecundo y luminoso, duro y aleccionador vienen nuestras andanzas y palabras del hoy.


diríase que es una necesidad de evidenciar aristas de un todo que a momento es bueno acentuar para que ciertas tendencias del agite colectivo, humano y confuso, no terminen por distorsionar o desenfocar a veces sin conciencia a lo más preciado de nuestras memorias siempre tan tangibles...tan presentes.


se aparecen en sueños las alertas, cifrado los códigos nos invitan a la lectura de sus luces para atizar espíritus de nuestro sentipensar: Ella acudió mujer, poeta, venezolana nuestra: Lydda Franco Farías la niña que en 1943 del siglo XX nacía en la Sierra de San Luis, Estado Falcón.


para el asombro familiar que me religa su voz y su risa, su ser libre convocando a la ironía como luz de inteligencia, en permanente desafío a lo maltrecho del quehacer político de la existencia, eran puente de abrazos y cercanía en las veredas de San Jacinto, en la ciudad Puerto Maracaibo.


diálogos y acciones trenzadas desde la militancia amorosa del Comité Zuliano de Solidaridad con los Pueblos, donde mi madre Amparo junto a parentela valiente y clara en la osadía política atizaron acción consecente e internacionalista, fueron espacio y tiempo en los convulsos ochentas, noventas del siglo más violento de la humanidad para poemar la praxis revolucionaria que merecíamos.


allí la mujer poeta, allí con su lacio volumen de hembra tejiendo su huella en la conciencia de la activa muchachada universitaria de La Universidad del Zulia que despertaba de tanta cultura petrolera asfixiante, alienante y consumidora del ser.


yo le veía con una cayena en su cabello, me fijaba en sus anchas vestiduras de rojo púrpura (tengo la profundidad de ese tono de color aún en mí) y en la risa que se encendía como volcán cuando los ojos agua miel de Mirna, su niña, se acercaban para apoyar su vida.


crecía con la canta alí primerizado, rodrigueano por simón y silvio, libertario en casitas de pesebre que el abuelo Guillermo y la abuela Maruja al norte del puerto, por Canchancha, me ofrendaban como niño que crecía. ¿Mis padres, mi bellas hermanas será que sospechaban toda la potencia amorosa que me legaban?


de esos ires y venires ví hacerse la vida que me hacía y ya delgado joven liceísta universitario emergí poeta desde los fraseos del Nica y la Amparo madre luz. San Jacinto vereda, fútbol y sudor, violencias del crecer, autonomías y el silencio de mis adentros hilvanando orfebrerías.


Ernesto Cardenal me bautiza, abuelos pesebreros caminantes por encima del lomo de un camello en la ciudad santa, primos y primas en intercambios y abrazos del diciembre y su ritual familiar, de patio abierto al mundo. Lydda estaba cerca, Zabala también.


aparecen las historias del quehacer amoroso por la vida, las revoluciones y sus fusiles mariposa embadurnados de un néctar de pueblo bravo, nuestramericano. La Serranía y demás montañas como trincheras y moradas finales para seguir insistiendo, emergiendo en asaltos libertarios por y para la vida.


defensa del Cerro Galicia en la humeda cordillera de la costa, en la Serranía de San Luis me cuenta mi padre en abrazo a Alí Primera y...Lydda Franco Farías entre tantas humanas y necesarias almas combatiendo oprobios y negociados de la mentira politiquera venezolana.


Lydda mutaba de oficios burocráticos a la urdimbre de su palabra donde se vio como si de un espejo enterrado tantas veces buscado en su coordenada exacta se tratáse. Se vió liviana y vio a muchos en su pesadez existencial y nos lo ofrendó, nos lo sigue ofrendando en códigos para precisar el paso del tiempo por entre nosotras y nosotros.


no era ráfaga su fuego ni razante el vuelo que nos acercaba tanto a lo que latía en nosotros, se me antoja decir que era su latencia auténtica despojada desde el origen del abrazo a su palabra Ella: sencillez de mujer montaña.


y aparece en mi sueño como dije por que luego del más fuerte y trágico acontecimiento de su vida, de su segunda oportunidad en este plano compartido, pudimos dialogar, ser cómplices de una lúdica que me honro en conservar aún. Ya yo universitario y lector, ya yo humor y amor nazoísta, cronopio cortázar, ecomilitante y chavista como ella.


en esas coordenadas del afecto mucha parentela de San Jacinto fue confidente de las mejores conversas sobre política y militancia, poesía latinoamericana y futuro popular. No miento al decir que el duelo por Mirna y Francisco le silenciaban su brillo sin embargo era más la porfía y el acuerdo por insistir más que rendirse.


la muerte y su peso gravitacional ahuyenta y convoca escenarios y ordena tanto la perspectiva ruda con la que la más de las veces solemos soberbia y dogmáticamente asumir la vida que no dudo nada en lo absoluto cuando confieso que ese fue grande revelación estando callado y dialogando junto a Lydda y Zabala, bonito compañero.


¿qué motiva mi gozo al hacer memoria atisbando hilos sonoros, luces y destellos de intermitencia reveladores? que creo profundamente en la apuesta con la que esta pareja en su hogar y en sus visitas a los nuestros, a nuestros patios ofrendaron su última bocanada de amor, de presencia militante: la más amorosa comunidad de aprendizaje mutuo menos divulgada por tantas y tantos biógrafos autorizados y no.


alfabetizarNOS de su sudor y trinchera, de sus militancias y cárceles, de sus duelos y lecturas macerados por un tiempo que como huracán nos exigía ser mejores en nuestro anhelo de matria digna, bolivariana.


debajo de un cable por donde enfilaban su camino - trance unas hormigas nocturnas que ya luego se avalanzaron en caída como gotas de lluvia sobre nosotros tal vez para acallar o aplacar el fuego de nuestra conversa política y poética (perdonen la redundancia) Lydda describió las éticas más sensibles, enfiló los poetas más conmovedores para volver a ellos y ellas y rió hasta la locura con los chistes que la filosa ironía dotada de mi parentela materna me legó.


hacerla reír es un honor poeta de mi querencia diáfana, recordarte invicta en tu convocatoria cierta, sabia a la complementariedad entre los contrarios ya cuando las guerras y sus sangres, dicho por ella, no abonaron nada para aplacar al terrible leviatán hijo de la Modernidad.


ni nihilista ni cansada...no! profundamente nítida su vuelo por encima de tanta soberbia varón y mujer, por encima de tanta moralina burguesa tan fastidiosa como inútil. Allí la vimos y la atesoramos en el alma de nuestros días. Fueron los duros días de paro petrolero opositor, fascista cuando rayamos manifiestos y calibramos muchos grumos que aún hoy hacen pesada la carga para la vida que merecemos.


entonces yo multiplicado de voces, sin la presencia física de mi madre Amparo y de vos Lydda me confieso aturdido de guerras autoinfligidas por muchas amistades untadas por el ungüento de la farsalia y la desmemoria acomodaticia. no voy dando tumbos, al contrario, abrevo en tu lucidez bonita Lydda, en las aguas de tu enamorado ser, de tu erotizado y sabio ser para no ahuyentarme ante tanta colonialidad hiriente.


enamorado tejí luces en los cuerpos y almas de la mujer compañera. Hiriente y varón no llegué al sol de las bellezas y el oleaje aturdió el viaje por los deltas del amor compartido, compañero: pido disculpas si mi verbo y gesto se tiznaron de duelo y quiebre. pido disculpas por la impaciencia y las sorderas...las tuve.


me habitan las mujeres que amé y sé que estoy en alguna fibra recóndita en el cuerpo almado de ellas, niñas, mujeres, madres, amigas. el sueño con Lydda me reveló que el esfuerzo es por amar sin posesión, poemarNOS sin poses y trenzar uniones para la vida común en común unidad...en el haciendo, en el luminoso y desafiante gerundio en el que estamos siempre ojalá cada vez más conscientes.


la militancia en el amor y en la agroecología, la fotografía y sus semióticas descolonizadoras, la picardía y su gama colorida son permanentes fuentes de asombro para la palabra pesebre, convocante, humilde que nos exige ser fuego encendido revolucionario por honor a ellas, por semilla Amparo y semilla Lydda, por semilla Esther Marís Osses y semilla Nelly Contreras.

tanta desafiante iracundia y nosotras y nosotros todavía perdidos en el pantanal (para algunas y algunos pequeño y para otras y otros extenso) de las soberbias mal digeridas, mal amoradas...mal humoradas.


Lydda despatriarcal me atiza en el reconocimiento de mis sensibilidades, porfías y quiebres, Lydda se me escapa y juguetona de ensueño esparce escarcha en todas y en todos los que le conocieron para no nada más mentarla y declamarla sin memoria y con los textos en la mano (válido también) sino para entenderla en plenitud de gozo sentipensante como senda para la vida en amor.


el adversario afuera y adentro acechan, son constantes en su erosiva presencia, pero...debemos saberles sin exagerar su cuota de castigo, sin conmemorar sus canibalías aún dolientes en el nosotros. que no se exagere al adversario para no insistir en luchas de agonía y cansancio. ya el mundo duele mucho y urgen las lacias caricias de la memoria y del presente.


salto del tablero y la geopolítica oenegística de la mujer victima del hombre por el solo hecho del malevo privilegio del hombre y entiendo que el patriarcado asumido por mujeres debe ser erradicado como exigencia, como poema común a ser escrito, bordado, parido, trovado por todas y todos. te soñe y ya luego solo te ofrendé una fruta que nos hizo reír.


" (...) ten en cuenta muchacho de las cavernas

que he ido ganando el derecho

a perder de igual a igual el paraíso

la paciencia

a compartir la cama

el santo y seña

el mundo

fifty fifty

o no hay trato"


(Una , 1998)


así tu paso mujer que me huella, que hace de vereda y mango hilacha el dulzor de los desafíos humanos, matrios, dignos por vernir. Amparado voy leyendo todavía tus partituras, tu eco espiralado que se mantiene orbitándoNOS por sencillo, por montaña, por Zabala, por tus hijos y esa casa patio tuya como libro abierto y luminoso en medio de la precariedad ajena de poesía.


Merecemos poesía... sigo niño oyéndote!

Lydda en un sueño de septiembre 2021.



Nicanor Alejandro Cifuentes Gil.

domingo, 19 septiembre 2021

2:29 pm