jueves, abril 06, 2023

La Gran Metáfora

Leonardo Boff

 

Leonardo Boff, teólogo de la Liberación y miembro de la Comisión de la Carta de la Tierra, autor de “La voz del Arcoíris”, a propósito del ciclo vida – muerte – resurrección que simboliza la Semana Santa, establece una analogía entre la dialéctica hegeliana y los procesos del Universo, que crea cíclicamente el orden en el caos. Así, las sociedades entran en crisis, conocen el caos y se transfiguran hasta que emerge un nuevo orden y un nuevo sentido de ser.

 

Para los cristianos, la Semana Santa es la gran semana en la que se celebra la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. Estos tres hechos son momentos de un único proceso, llamado “misterio pascual”, misterio del paso (pascua en el lenguaje bíblico) de la vida a la muerte y de la muerte a la resurrección. O también, del paso de la cautividad  egipcia a la liberación del pueblo en el desierto y a la conquista de la tierra prometida.


Cristo. Oswaldo Guayasamín

Hegel cuando era un joven estudiante de teología en Tübingen (fue primero teólogo, igual que Heidegger) en su Stift (seminario), un viernes santo tuvo una iluminación que modificó toda su vida y que está en la raíz de su filosofía. Lo llamó “viernes santo teórico” Vio la unidad del proceso de la naturaleza y de la historia que pasa por la vida, por la muerte y la transfiguración, como en el misterio pascual cristiano. Llamó a esto dialéctica.

Si reparamos bien, la Semana Santa, más allá de su carácter religioso, representa una gran metáfora. Todo en el universo, en los procesos biológicos, humanos y biográficos se estructura en forma de dialéctica. El primer momento es la tranquila serenidad y paz infinita de aquel puntito casi infinito de dónde venimos. De repente, sin que sepamos porqué, explota. Produce un caos inconmensurable. La evolución del universo es el proceso de crear orden en el caos. Cada ser vivo nace, se desarrolla, muere y se transfigura en el Todo. Las sociedades pasan por crisis. Las estrellas – guías  ya no responden a los nuevos desafíos. Se produce un proceso de disolución. Cuando se define otra forma de organización social emerge un nuevo orden con otro sentido de ser. El ser humano vive su compromiso existencial sereno y tranquilo. Y he aquí que irrumpe la crisis y todo se hunde. Se purifica, madura y crea otro orden vital. Éste a su vez, lentamente, también se desestabiliza y solamente recupera la serenidad cuando elabora otro sentido de vida o pasa para otra dimensión más allá de la muerte. En todo este proceso dialéctico hay una experiencia de vida, de muerte y de transfiguración; de orden, desorden y nuevo orden; de tesis, antítesis y síntesis. La complejidad, según E. Morin, se estructura en esta dialéctica.


Cristo. Oswaldo Guayasamín.

Según esta visión dialéctica, la persona no fue creada para conocer un final en la muerte, sino para transfigurarse a través de la muerte. Pasa, como dirían los alquimistas medievales, por un proceso químico y entra en un orden más alto. Los cristianos llaman a esto resurrección, que no significa la reanimación de un cadáver, sino la transfiguración completa del ser humano en comunión con el Ser. Es la dialéctica de la semilla: “si el grano de trigo cae en la tierra y no muere, se queda solo, pero si muere, dará mucho fruto”, como dijo el Maestro.

Hoy la naturaleza y la humanidad viven bajo un continuo viernes santo. Hay devastación y sufrimiento en demasía. El vía crucis tiene estaciones sin fin. Nuestra esperanza es que este padecimiento se ordene a una radiante transformación, a un nuevo paradigma de convivencia en el que no sea tan difícil que tratemos a los seres de la naturaleza con compasión y a nuestros próximos con humanidad y con cuidado.

Última Cena. Oswaldo Guayasamín.

Después que Cristo resucitó, tras un clamoroso fracaso personal, ya no tenemos derecho a estar tristes ni a perder la esperanza. Del caos puede venir siempre vida nueva. La historia y la saga de Jesús nos ofrecen una señal creíble.

 

Cristo del poncho rojo. Taller Teológico Latinoamericano.


Tomado de: Cuadernos Nuevo Sur Sudaca. N° 20. Abril – Junio 2006. Caracas, Venezuela. 128-129 p.