miércoles, noviembre 03, 2021

Conversatorio sobre Cambio Climático y crisis del Capitalismo, Seguridad Alimentaria y Demarcación de Territorios Indígenas.

Por: MSc. Nicanor A. Cifuentes Gil

Biólogo/Poeta/Ecomilitante

Docente Coordinador Nacional del PFG Agroecología

Universidad Bolivariana de Venezuela


En el marco de la III Convención del Centro de Estudios de Pueblos y Culturas Indígenas. 
Fotografía: Graciela Tovar.

 

Esta aproximación que pretendo hacer sobre cada uno de estos temas interesantes y desafiantes por demás para el pueblo que somos, así como para el Proyecto Histórico Revolucionario que encarnamos desde hace un poco más de dos décadas, requiere un detallado y pausado latido para no perdernos en la reflexión analítica generalizante y pocas veces afianzada en lo testimonial capaz de trenzar realidades y proponer una senda que nos ubique en la comprensión y despliegue de propuestas en varias escalas, diversas escalas para enfocar esfuerzos integrales, creativos y convergentes en la salvaguarda de la territorialidad, espacialidad y cosmovisión del mundo posible donde otros mundos quepan.


Digo esto en medio de un mediatizado planeta inflamado de información especulativa que satura las compresiones del mundo que somos, de las personas que creemos ser y que borra, en ejercicio pleno a favor de la desmemoria, la coordenada geocultural/geohistórica que define y moldea nuestras identidades, nuestras conmociones más profundas, nuestra ecosistémica tropical y megabiodiversa.


Desde el trópico, desde el Sur Global, desde la periferia lejana a la metrópoli imperial, seguimos reducidos a cosas ó, como mentan recién, a commodities transables en la bursátil y mercantil manía que desde el Norte Global neocolonizante definen como existencia. Desde la matria bolivariana, a 529 años de iniciada la invasión conquistataria desde la Europa del siglo XV, somos un continuo de latencias multiformes y diversas, una porfía cimarrona, líquida capaz de rebasar diques epistémicos, dogmáticos e impositivos que no permiten que seamos como nos lo proponemos desde nuestra radicalidad y fuerza existencial.


La colonia se fue desde la independencia que nos dimos hace 200 años pero las colonialidades intactas campean lacerando y condicionando nuestros anhelos plurales de dignidad viva. La colonialidad del saber constriñe y limita nuestros vuelos libertarios y deja un cascarón frágil y vacuo donde retumban ecos de visiones y acciones ajenas, euro referenciadas gestantes de tensión egoísta, racista, machista y ecocida.


Así desde la bélica manía de repartirse el planeta vinculados a la terrofagia imperial, no hubo Paz para las regiones plenas de elementos naturales apetecibles para la máquina desarrollista con la que, desde la ciencia occidental, instrumentalizaron la racionalidad, dicotomizaron la expresión de lo vivo y encerraron en ejes cartesianos hasta lo intangible como expresión de poder y fuerza que era el conocer para dominar.


Resumo tensiones porque es mucho el devenir de los años permeados de violencias y erosiones a nuestras expresiones culturales más vivas, a nuestras cosmovisiones y plenas definiciones de existencia viva humana en abrazo a los seres vivos no humanos. Así las construcciones mentales del saber europeo fueron enquistadas y fueron desplegadas como sábanas asfixiantes encima del mundo inmenso que somos. Se universaliza una monista, avasallante, violenta y tensa concepción occidental del mundo. Sus guerras, sus facciones, sus duelos, sus éticas se convierten en la herencia que habremos de recibir desde vectores de lo educativo, lo religioso, lo político, lo económico para conformarnos en sociedad moderna en desmedro de la común unidad que somos.


Así pasamos de mundo nuestro a invasión imperial colonizante, a primera república mantuana en manos de élites repetidoras de monarquías ajenas, a segundas y terceras repúblicas tan plenas de heroicidad como traicionadas por conservadurismos donde "a mejor postor" nos vinculábamos a imperios europeos hambrientos y sedientos de minerales enterrados en nuestro subsuelo. 

Brota "aceite de piedra" y Venezuela la tornan en finca para gringos, la cultura y antropología del petróleo erige subjetividades y salpica de betúmen la cotidianidad de un país naciente, doblegado aún por ignorancias de su fuerza popular, rebelde y revolucionaria. En el mundo los países imperiales agotan sus recursos y planean nuevas acechanzas al país que somos para recomponer sus feudos. 


Primera y Segunda Guerras Mundiales reacomodan geopolíticas y reordenan una división internacional del trabajo a partir de una lesiva Sistémica de Mundo donde nos toca ser proveedores periféricos de materia prima: Nuevamente la acumulación del Norte Global por la desposesión criminal y letal del Sur Global que somos.


Reiteración de los saqueos y pulimento de los mecanismos asfixiantes de la expresión económica que mentan capitalismo liberal burgués a partir de andamiajes jurídicos, financieros, sanitarios, societales y culturales. Así nuestra ecosistémica, nuestras territorialidades más profundas son atizadas con violencia, nuevamente, para desde la exploración y explotación petrolera y mineral renovar la máscara de la farsalia desarrollista y progresista.


Se resquebrajan los territorios y un sacudón "Made In U.S.A" trastoca nuestras diásporas y movilidades demográficas internas. Por ejemplo doloroso: El pueblo indígena caribe yukpa pasa de las costas lacustres del sur occidente del Estado Zulia a arrinconarse en las últimas fronteras de la Serranía de Perijá por la irrupción violenta de las vías de penetración de la urbe fagocitaria, expansiva, avasallante. Los pueblos de agua lacustres de la cosmovisión indígena añú fueron desplazados pues la búsqueda frenética del petróleo les vió como obstáculo a ser movido por las "compañías" sedientas de "oro negro".


Comenzamos a reconocernos en alienación, amarrados, enajenados por una sistémica devoradora de raíces identitarias, repetidora de discursos exógenos acomodaticios y tributarios al Grande Capital que "des" - organiza nuestras aguas, nuestras tierras, nuestras mentes y almas. El cuento romance del desarrollo y progreso desde una cosmovisión lineal, causa y efecto, dicotómica y ajena a matices emprende su embestida y nos arrolla desalineando ex profeso nuestra convicción e historia.


Dispersos y hechos girones solo somos la cinta sudada que trasvasa sangre de nuestros ecosistemas hacia la grande máquina que mueve el "american way of life" en que han convertido la idea de bienestar de los millones de habitantes, humanos plenos de derechos, que habitan el Norte Global y que existen desde nuestra inexistencia infrahumana.


Carcomido así el orbe, nuestras almas descentradas, violentadas y descoloridas definen en paulatino y doloroso grito sus resistencias e insistencias para sincerar la senda plural que nos permita vivir y no sobrevivir en medio del trópico tan húmedo como biodiverso.


Fragmentación de hábitats, extinción creciente de especies vivas endémicas de nuestras selvas tropicales lluviosas, de nuestras llanuras y orinoquías, de nuestros litorales y nuestras montañas. Este es el saldo que la ecocida manera de comprender el desarrollo desde un epicentro varón desconectado de la Madre Tierra ha erigido a costa de muerte y destrucción. Se colonizó al ser humano tachándole de desalmado para poblarle su mente y corazón de farsalia y subjetividad colona. Repetidores desde instituciones constituidas desde nuestra cotidiana lucha vamos permeando todo cuanto hacemos con mente saqueda y dislocamos aguas, continentes y atmósferas.


El lenguaje de la posguerra crea instituciones hijas del cálculo organizado imperial neocolonizante. Tecnocracia y Burocracia tejedora de diplomacia supremacista blanca. Así la ONU reordena desde simulacros una falsa paz del comercio y nos convertimos en país signatario que recicla ecos que parten de esta instancia para definir la política que más convenga y se asuma como correcta desde el liberalismo burgués.


En lo cultural la UNESCO, en lo ecosistémico el PNUD y el PNUMA. Cumbres van tejiendo urdimbres y categorías repetidas hasta el cansancio sin ser, qué raro, debatidas. El plan logra sus beneficios inmensos: El desarrollo economicista  necesita cada tanto de nuevos apellidos mientras se come al mundo, al las y los trabajadores de los Sures del mundo y a la Madre Tierra. De desarrollo a escala humana hasta el desarrollo sustentable (anglicismo tramposo y nefasto) perdemos como culturas y ecosistemas diversos, abrazados de trópico y calamidad, lo más preciado: territorialidad sana para germinar la memoria, latencia y praxis agroalimentaria que es cultura humana trenzada de desafío y soibrevivencia plena. Perdemos territorialidad, aguas y atmósferas para la vida que hemos sido y confundidas y confundidos vamos llenando nuestros marcos jurídicos, que asumimos erróneamente como la vida que hacemos, de una herencia nefasta y tramposa de la Europa vetusta, con sus categorías y concepciones todas ajenas a nuestro macondiano y colorido ser existencial del Sur.


Se posterga todo... no alcanzamos a ser lo que nos prometemos como países signatarios de un "sainete" doloroso que invisibiliza otras prácticas, otras miradas, otras pieles, otras maneras de ser y estar, de sentir y abrazar lo que hemos sido. Espacio y tiempo no nuestros, ajenos, a favor del saqueo y de las y los saqueadores. Toda esta irracionalidad o racionalidad tanatoria, de muerte conduce a continuas crisis que juegan a ser siempre la última crisis mientras se reciclan sádicamente desde las plutocráticas élites del Norte Global nuestra existencia. El capitalismo es la crisis permamente que sedienta y hambrienta de energía, violenta el mundo que se interpone en su ruta.


Entonces no es cambio climático sino crisis climática (colonialismo del carbono) de un sistema económico neoliberal burgués legado de la modernidad que siempre es crisis, que no ofrenda en absoluto bienestar ni integralidad ni respeto a concepciones de mundo ajenas a las euroreferenciadas de pieles blancas, mentes occidentalizadas modernas, y espíritu religioso patriarcal judeo cristiano.


Si me lo preguntan este análisis del dominador, saqueador, impactador de nuestras geoculturas, geohistorias y cosmovisiones ya está hecho...duele y obliga a asumir descolonizaciones críticas y propositivas donde desde nuestras plurales latencias podamos sanar a este mundo aquejado del saqueo de pocos frente al duelo de las grandes mayorías.


Venezuela ofrenda su vuelo experimental revolucionario legado de la doctrina y latencia bolivariana que también es hija de la fuerza indígena, negra y criolla insistente capaz de superar dominios oprobiosos y encausar un proyecto de vida más pleno y soberano.


En esta revolución se ha tejido una opción de estudio y praxis que cuenta con inmensos insumos para desde el estudio, la investigación etno y ecomilitante transformar la colonialidad del saber (universidad), poder (las instituciones modernas) y del ser (racismo contra seres vivos humanos y naturaleza) para caminar en juntera comunera y desde nuestra fuerza constituyente el legado bolivariano y chavista radical. En este sentido creo con fervorosa convicción que a 22 años de haber comenzado una manera de desplegar esta Quinta República nos debemos luego del paso a la inmortalidad del comandante Hugo Chávez múltiples metódicas que auxilien con luminosidad plural y respetuosa, las críticas que pretenden robustecer el camino revolucionario para atender lo plasmado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en sus capítulos y artículos para hacer verbo y encarnar los Derechos de los Pueblos Indígenas (Capítulo VIII) y los Derechos Ambientales (Capítulo IX).


Me refiero con hincapié en estos dos capítulos y sus 11 artículos pues en ellos está, desde mi humilde criterio, la salvaguarda del legado bolivariano referido en el Discurso del padre Libertador en el Congreso de Angostura (1.819) cuando, frente a la inquietud sobre el sistema de gobierno más perfecto para el pueblo, despliega luminoso fraseo al decir: "...aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política(...)"


Y aquí no debemos perder la batalla desde el inicio y conviene tener nítida la percepción de que se está librando una batalla por el sentido de asumir las palabras desde marcos categoriales nuestros, propios, parecidos al nosotros plural que pretendemos ser. En este sentido la política a definir es la nuestra, la soberana y autodeterminada donde la fuerza y potencia indígena robustezcan nuestra identidad y vuelo de presente hacia el futuro.


La seguridad comunal exige empinarNOS para erigir la fuerza agricultora, agroalimentaria capaz de saberse en ecoregiones con acervos tecnológicos y científicos populares capaces de dar respuesta plena al bloqueo genocida que mientras nos asfixia también nos revela la dura dependencia establecida por élites dislocadas para hacernos puebo preso de intereses exógenos.


Vemos en esta dura y aleccionadora temporada de la matria venezolana opciones para desde el saber con ciencia y desde los diversos y multiescalares konukos potenciar la alimentación descolonizada que libere nuestro paladar del dominio monosápido del fast food foráneo.


Tiempo y espacialidad para liberar al ser humano de sus cadenas impositivas, de las mutilaciones inmensas con las que se nos podó existencialmente para saber ver, para saber opinar y desde nuestras palabras/acciones, desde el "caminar nuestras palabras" poder desplegar potencias que en nuestra ancestralidad lejana y reciente han estado y han resultado ser garantes de vida y cultura plena.


La dureza y lo lesivo de este tiempo de pandemia y distopía planetaria, plagados de bélica e inflamados de información inútil obligan a revisarNOS como espacios y tiempos de fraterna y necesaria trova e investigación cotidiana para desplegar las miles de invisibilizadas formas de dar solvencia a lo complejo que es la contingente vida. Sigue diciendo Etanislao Zuleta, luminoso investigador nuestramericano: "El problema no es que hayan conflictos... si no que los mismos sean más dignos"


En el acervo cultural y en el saber y sentir de nuestros pueblos y comunidades indígenas está la semilla luz, el konuko escuela, la brega cantada y sudada, la potencia y la ritualística de presagios cósmicos, "de abajo hacia arriba" ascendente potenciador, liberador, soberano y poético que nos conmueve y mueve al tiempo que deseamos sea en nosótrica maravilla.


Salir de esta ciudad que hemos cimentado, sin bélica a cuestas, sin tensiones ni quiebres y al ruralizarla desde una concepción holística y multiescalar poder descentrar su epicentro excluyente, capitalista neoliberal, egoísta, egocéntrico y ególatra. Es una opción, sugiero modestamente, para que consideremos desde ya.


Entonces ya ubicamos una posibilidad: Reconocernos alienados y neocolonizados desde el saber, el poder y el ser (escuelas, iglesias, academias, familia, comunidad), para desbrozar las redes que nos sujetan en lo individual, familiar y colectivo ¿Societal/Comunal? y en esa paulatina y esforzada búsqueda definir agendas comunes que converjan en debates y acciones reparadoras que no desdibujen la fuerza y potencia constituyente que como bravo pueblo que somos albergamos.


Interrogándonos sigo: ¿Qué reconocer, más allá de lo alcanzado en la letra constitucional en la dimensión de la fuerza indígena, una vez definida la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el año 1999, en este duro y aleccionador presente? De este análisis que nos debemos, ¿Qué proyectar hacia el futuro como senda, como punto de fuga para transitar en abrazo diáfano con nuestras y nuestros hermanos mayores indígenas?


La existencia de las culturas que son expresión viva del pueblo multiétnico y pluricultural que somos exigen no nada más un respeto de la sociedad moderna que hemos sido para no atropellar otras formas, otras ideas y acciones distintas a lo que lo criollo ha definido en clave urbana y euroreferenciada como vida y como derechos de gentes. Una exigencia que urge amplificar y robustecer con respaldo pleno es la referida a la demarcación de territorialidades indígenas que son la expresión de la espacialidad y de la base material de la existencia que los grupos humanos indígenas de nuestra matria requieren para ser más que exotización y vida paralela al "común de las gentes".


La manera más luminosa, a mi humilde juicio, de evitar la preterización de las hermanas y los hermanos mayores indígenas, de sus culturas diversas comienza por saberles habitantes de un territorio que debe ser reconocido y saneado de terrofagias, intereses minero extractivistas y zonas apetecibles por lógicas mercadocéntricas ajenas a la humanidad. 

Sin un reseteo de la colonialidad aún presente en las más frágiles iniciativas surgidas incluso en tiempos de revolución bolivariana, flaco favor estamos haciendo como también hijas e hijos no indígenas de esta matria. Porque esa es otra arista dolorosa y reveladora de nuestra condición criolla y urbanocéntrica (ciudad letrada versus oralitura intergeneracional), burocrática que, ajena a la escucha humilde y abrazada la más de las veces al "asitencialismo caritativo y exotizante judeocristiano" impone agendas, diseños, políticas públicas totalmente ajenas a cosmovisión y latencias propias de los pueblos y comunidades indígenas que pretenden "ayudar".


Qué extensiones de hectáreas de tierra, bajo qué cuantificaciones surgidas desde tal o cuál lugar se erigen los lineamientos del Poder Ejecutivo que luego se concretan en sorderas y cegueras institucionalizadas para dilatar/postergar los derechos a la vida plena que merecen y exigen nuestros pueblos y comunidades indígenas.


Sabemos del conflicto moderno y algo manido de la dicotómica y exasperante realidad entre centro y periferia, entre ciudad y ruralidad (¿barbarie?). Tal vez decimonónicas podrían concebirse estas polarizantes tensiones pero que aún cabalgan sobre nosotras y nosotros y que encarnan en nuestros procederes limitados en cada momento de la cotidianidad que hacemos en dura contingencia de asedio multimodal y en pleno escenario de pandemia viral.


Trascender esta polarización con creativo tino para que lo que instituyamos sea libre como la aspiración de diáfana existencia, la existencia que como la suprema felicidad siempre nos la posterga la sistémica impositiva (capitalista neoliberal) pero también la patriarcal misógina, la racista rebosante de blanquitud toxificante.


Qué roles desplegar en medio de la rebatiña e insertos en la laberíntica y babilónica tendencia que juega a "conectarnos" en soliloquios fútiles bajo categorías que son ecos de sombras que tributan a un sistema que nos traga y nos dispersa en muerte y duelo. 

Toparquizar rodrigueanamente la maravilla y georeferenciar los acervos culturales que potencien la vida, la alimentación soberana más que segura (ojo con la trampas categoriales que favorecen economías de guerra y muerte: soberanía versus seguridad alimentaria) y desplegar luces que han sido, siguen siendo y serán desde la semilla idea, desde la semilla comunal, desde la semilla constituyente para que germine la matria nueva que ya somos.


Sean estas elucubraciones con gana de resetear lo que nos subyuga y acrecienta dependencias con el Norte Global que tanto lucra desde nuestro avasallamiento, desde nuestra desmemoria y desconexión con las raíces identitarias, una senda para seguir en diálogo vinculante, filosófico liberador en clave militante y pedagógica para sumar antes que restar ideas, acciones, metódicas, gozos, fiestas y cuentos.


Las epistemologías no paradigmáticas ni principistas nos guían y son expresión de este tránsito/pasaje del desarrollismo (mala palabra) hacia el buen vivir que ya fuimos una vez que concebimos territorialidad y tiempos desde donde celebramos la ecosistémica y sus ciclos estacionales, los astros y estrellas vinculados a nuestra dilatada existencia como pueblos hoy desconectados pero llamados a la común unidad de nuevo.


Re-existir e insistir antes que resistir embates del yugo imperialista acostumbrado al saqueo, a la muerte y al desconocimiento de nuestras vidas. Así no cambiará el clima y sabremos torcer en beneficio plural la crisis ecológica con responsables puntuales, tan reconocidos como encubridores de su proceder ecocida y desarrollista de muerte. Así el capitalismo será un recuerdo nefasto de la racionalidad de muerte que mutó al trueque entre iguales por bienes mercadeables, vendibles en tiempo real desde una jerigonza tecnocrática de encantadores de serpientes.


Así ya no hablaremos de crisis del capitalismo sino del capitalismo como crisis permanente, como instancia donde hombres y mujeres se canibalizan por la acumulación infinita de bienes la más de las veces fútiles y suntuosos para un ideal o referencial de vida enfermizo e innecesario que se carcome al mundo que somos.


Así lo que definan nuestras y nuestros pueblos y comunidades indígenas desde sus cosmovisiones, desde su derecho consuetudinario indígena con su concepción de lo justo y lo no justo sea la senda a seguir y a entender en su diversidad humana y para que desde nuestras investigaciones y roles de seres sentipensantes, creativos y aliados de la convicción y potencia indígena sepamos trenzar propuestas que actualicen el legado de hombres y mujeres que ya en la ancestralidad lejana y reciente supieron defender su integridad corporal, vital así como la integralidad cultural.


Que la demarcación/autodemarcación de territorios indígenas se libere de alcabalas, restricciones tecnocráticas, electoreras, dogmáticas y se abracen a la antropología y ecología militante y descolonizada y así germinen y polinicen oralituras y herencias de nuestra indígena expresión matria.


Esto no será, ni mucho menos, intención en clave fraseda que zanje debate alguno o que se asuma lapidara intencionalidad que termine repitiendo con mayor ahínco lo que pretende destronar de la urbe egoísta y mercantilista de emociones y razones. Esto se lanza contra las conciencias que nos definen y nos amarran a no zafarnos de zonas de tranquilo estar. Esto es un acto que aspira a sumar pluralidad y abrazos para en juntera académica militante potenciar estudios y aterrizar ideas que cuajen en la dura realidad que escamotea y torna la ecosistémica en paisaje para turistas, la expresión de la vida cultural en postal para publicidades efímeras y el mundo posible donde quepan otros mundos en lejana utopía de "pachamaméricas" expresiones desvertebradas de pleno sentipensar.


Estar a la luz y a la sombra de este tiempo tan duro, tan doloroso, tan aleccionador convoca a insistencias y a batallas expresivas luminosas, buenas, ciertas, que sean fermento de maravilla impostergable y que andemos, desde ella, entrelazados en la espiral que no desatiende su origen mientras despliega su expansión hacia el cosmos.


Con afecto y eco militancia desde el konuko de ideas, hecho polen y semilla luz, ofrendo mi corazón palabra para caminar juntas y juntos...



Nicanor A. Cifuentes Gil

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2 de Noviembre 2021

9:45 pm.

San Antonio de los Altos, Estado Miranda.

República Bolivariana de Venezuela.