¿Seremos capaces de ecologizar la Revolución Bolivariana?
Por: MSc. Nicanor Cifuentes Gil
Biólogo/Docente de la Universidad Bolivariana de Venezuela. Sede Caracas.
Miembro del Frente de Resistencia Ecológica del Estado Zulia.
Desde
mi gana de entender lo que forma parte del devenir político que asume el
bolivarianismo timoneando el Estado Nación en la República Bolivariana de
Venezuela he sido muy afín de las justas y necesarias políticas de inversión
social que representan un cambio importante en el trato hacia la población
venezolana toda. Esto es innegable, es plausible y merece el mayor de los
respaldos toda vez que se erige una nueva sociedad desde valores inclusivos que
hace de contrapeso a la deriva maleva y globalizante del mercado internacional
y tributa a la necesaria insistencia por el país, la matria y el mundo posible
que anhelamos.
Donde mi inquietud se centra, ayer y hoy, con el Presidente Hugo
Chávez y con el presidente Nicolás Maduro es en esos episodios donde la inercia
del mercado global corporativo obliga por varias razones a zanjar todo debate,
toda propuesta y comienzan a desplegarse “modus operandi” o “dispositivos” que
aspiran a limitar toda disidencia acusándola incluso de adversa al proceso
revolucionario y aliada del poder hegemónico imperial.
Esto
no es nuevo, sin embargo, sigue inquietándome pues para mi simple entender este
repliegue limita el acceso a la información (que en nuestra democracia, que se
precia de participativa y protagónica, es vital) configurando una tensionante
realidad para todos aquellos que asumimos una postura crítica, propositiva y
garante de la constitucionalidad que nos dimos desde el año 1.999.
Se
entiende que el Estado no siempre ha de ser diáfano con su hacer y su aparataje
político y económico mas si no obviamos su herencia e inercia burguesa
excluyente, soberbia, jerárquica sin embargo frustra mucho el devenir cuando,
ante escenarios de bipolaridad política extrema, hacemos defensa de un proceso
emancipador que no siempre es leal ante los que levantamos las banderas de la
defensa y salvaguarda de la matria bolivariana.
No
se trata de desconocer los cambiantes escenarios de la economía y geopolítica
internacional y sobre todo de sus impactos “a lo interno” de nuestro país. No!
Se trata de saber ver esos episodios donde las frases “Integridad Nacional”, “Seguridad
de Estado”, “Soberanía”; “Progreso Nacional” están por encima de evidentes
nudos críticos (cultura extractivista que pertenece a la cultura colonial) que
desde el más dialéctico y justo enfoque revolucionario, humano, deben dársele
cabida para no abonar más a la incertidumbre y puntuales desesperanzas que
pretenden sembrarse para horadar lo
hasta ahora erigido juntos.
Cuando
desde la militancia ecologica, la lucha indo campesina, la militancia sexo genero diversa
se levantan propositivos espacios y tiempos para profundizar, comunalizar
éticas y haceres verdaderamente libertarios e históricos las más de las veces
se contienen, se les coopta, se les diluye en el dilatado proceder de las
interminables “mesas de trabajo” o en las más desesperantes frases asociadas a
la minusvalía de tales colectivos versus
la sapiente y suprema practicidad del Estado – Gobierno que todo lo entiende
pero que está urgido por otras ¿más vitales? coyunturas.
Suena
ya muy de ingenuos aspirar a un revolucionario proceso de seguimiento de cada
una de las rigurosas y justas propuestas que, emanadas del poder popular
constituyente, oxigenarían lo que a momentos se esclerotiza y o “formoliza” en el Estado – Gobierno.
Estoy refiriéndome a lo que se estanca en el dialogar entre lo constituido (con
poder) y lo constituyente (con el anhelo transformador). Es en este pulso (que
no debería ser tal) que, a mi humilde entender, se gestan difíciles y agravadas
contradicciones que, pudieran atizar despliegues inéditos, creativos, legales,
de articulación y acción política que abonarían vitales episodios de
crecimiento republicano.
¿Por
qué aún el venezolano no tiene acceso a informaciones que en el corto y mediano
plazo afectarán su cotidianidad e incluso la de su descendencia?;
¿Por qué se
distancia (y hay sobrados ejemplos de ello) el Estado - Gobierno ante exhortos
que develan y revelan lo lejos que aún estamos del encumbramiento vital del
Poder Popular?,
¿Por qué ciertos tonos en el discurso, en la praxis llevan a
entender que el Estado – Gobierno pese a más de una década de pedagogía
política sigue intacto en sus resoluciones?
No
se trata también de direccionar toda la responsabilidad hacia el Poder
Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Moral en el entendimiento de estos
“lamentables divorcios”, de estos duros episodios tributarios de tensiones y
malestares innecesarios para la defensa de lo que hemos construido durante el
proceso revolucionario. Es clave también revisar(nos) como sujetos políticos,
entes históricos llamados permanentemente a “resolvernos en multitud” y a saber
disipar egolatrías y metodologías caducas para dar cabida a efectivas formar de
incidir en la “arena política” nacional, nuestramericana e internacional.
Se
anhela, se desea, se milita, se conversa, se articula, se trasciende el dolor y
lo que agrede al cúmulo de saberes que nos dan certeza en un mundo de incesante
incertidumbre y en ese “siendo” se van tensionando los enfoques y se van
disipando las ingenuidades. Allí es
donde, creo fervientemente, nuestro Estado – Gobierno revolucionario ha de
sincerar sus pesadas y paquidérmicas
movilidades hacia escenarios de tecnocracia (burocratismo especializado) hartos
padecidos por nuestra matria.
En
la defensa de la revolución sabemos no funciona el infantil chantaje entre los
que, desde un medidor de efectivos actos de heroísmo revolucionario, laceran y
juzgan a la otredad apelando a un único y dogmático de hacer la revolución.
Lo
que entiendo nos salva como sujetos activos amorosamente atizados por la actual
y futura matria es mantener diáfanos canales de comunicación de nuestras
propuestas como poder constituyente para que la incidencia en el hacer
cotidiano del Estado sea más que retórica (o gastada demagogia) y mute en
diálogo movilizador y en praxis cotidiana.
No
es tiempo de escamotearnos ni de desempolvar viejos alfabetos de la soberbia.
Es una imperativa de este tiempo la lucidez y la “poiesis” que sepa pedagogizar los más graves momentos que estamos
llamados, entre todos y todas, a superar invictos.
Abonando
desde inercias burguesas las sorderas ya conocidas y padecidas de un Estado –
Gobierno perdemos todos y gana la farsalia maledicente del fascismo
internacional que es el brazo armado del coloniaje internacional expoliador de
elementos naturales.
Por
tanto nos convoca una unidad que sepa reflexivamente entenderse diversa y
tolerante de tantas taquicardias que nos urgen a dar solvencia inmediata a las
graves problemáticas que como nación se nos presentan.
Ante
el tema minero que se “motoriza” hace falta más claridad tanto del Estado –
Gobierno (y sus socios en el mentado Arco Minero del Orinoco) como del poder
popular que milita en la “trinchera ecológica”.
¿Qué
país requiere hipotecar su suelo, sus bosques, su agua, sus cosmovisiones
indígenas para poder agilizar una determinada ganancia de divisas que tributen
a la inversión social?,
¿Qué sociedad se erige desde el financiamiento que
proviene del quiebre bio y sociodiverso del 12 % del territorio venezolano?
¿Acaso
sabemos como pueblo lo que está en juego cada vez que se firman acuerdos, se
establecen alianzas desde el proceder coyuntural conceptualizado en el burocratismo especializado
(tecnocracia) más enemigo del debate, del diálogo y el reconocimiento de
errores?
A
esto me refiero y me seguiré refiriendo con una sed inmensa de saber todo lo
que se muestra y publicita desde el Estado – Gobierno y lo que no. Acceso a lo
que se negocia para, desde el reconocimiento, poder resolver lo difícil de esta
coyuntura extractivista que debería llevarnos a sincerar lo que somos y seremos
como matria emancipada.
Si
celebramos la independencia y la historia enseña a quienes diligentemente la
escrutan y la gozan sensiblemente, debemos estar a la altura de estas luchas
que recuerdan, más allá de la retórica y sí desde la lectura de los sistemas
ecológicos que nos incluyen, que la minería no es opción de futuro pues socava
la territorialidad (tangible e intangible) que sostiene la vida perdurable que
ahora tenemos (y la que aspiramos tener).
Debemos
pues hacernos de más información para corresponsablemente hacer salvaguarda de
un patrimonio biodiverso y socio
cultural que la evolución y las dinámicas humanas asociadas a ésta han
configurada en esta zona puntual del orbe, que por delimitaciones político –
administrativas, pertenecen a la República Bolivariana de Venezuela.
En
ánimo de no zanjar el debate es tiempo de destrabar las dificultades que
impiden el diálogo entre el Estado Gobierno y, entes caso puntual, el poder
popular ecologista para trascender torpes y nada efectivas visiones reductoras
de un tema que, de no entenderse amplia y detalladamente, terminará tributando
a la larga lista de experiencias de expoliación natural y humana donde las
“externalidades” del quehacer voraz minero las asumimos y padecemos nosotros y
el disfrute de la explotación y comercialización mineral (aurífera y
coltanífera fundamentalmente) la usufructúan los ya consabidos consorcios
multinacionales hoy “disfrazados” en este motor minero poco debatido y poco
sincerado por un Estado – Gobierno que, proviniendo del poder constituyente
originario, se precie de revolucionario.
Finalmente
concluyo con mi gana de destrabar lo conflictuado de ambos procederes: El del
Estado Gobierno y el del poder popular ecológico nacional. El primero obligado
a ser diáfano y coherente con su visión política y económica en transición al
socialismo y el segundo, en su definición de poder ser capaz de incidir desde
rigurosas propuestas tendientes a reconfigurar (o detener si es el caso) este
proyecto minero asumiéndose parte del sistema que, en clara interacción deje
también de sumar más tensión al diálogo que urge.
Seguramente
seré blanco de críticas por parte de críticas por parte de sesudas y
experimentadas voces de la militancia ecologista nacional, así como parte de
hombres y mujeres del poder vinculado con el bolivarianismo que timonea el
Estado Nación. A todos escucharé en un
desafiante, aleccionador y gozoso intento de poder entender qué nos pasa, qué
nos arrincona, qué nos seduce o imanta a la excesiva confrontación y a la
sordera típica de la soberbia individual y colectiva.
La
ecología nos enseña a ser conscientes de la importancia de cada forma sensible
que interacciona con el sistema ecológico que lo incluye. Desde esta enseñanza
escucharé cada voz que ayude en corresponsabilidad a revelarnos visiones y
haceres que sumen solvencias y no fraccionen más la quebrada, tensionada e
incierta vida que hacemos ahora juntos.
El
Amarillo. San Antonio de Los Altos.
8
de agosto de 2016. 8:40 p.m.
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