domingo, junio 26, 2016

En Ocumare del Tuy (Estado Miranda) nos compromete el proyecto Agroecológico y humano de la Gerogranja "San Antonio de Padua".



El jueves 23 de junio de 2016 la sección 1-2 que conforma el Proyecto Agrobiodiversidad de la UBV Sede Caracas dirigimos nuestro rumbo a conocer de cerca el espacio y el tiempo de la Gerogranja “San Antonio de Padua” ubicada en la localidad de Ocumare del Tuy, Municipio Tomás Lander del Estado Miranda. Esta importante obra de la Revolución Bolivariana asumida fundamentalmente por el Instituto Nacional de los Servicios Sociales (INASS) representa una importante iniciativa para el vínculo de los adultos y adultas mayores con la naturaleza y la agroecología como oficio cotidiano terapéutico y de participación en la Venezuela socioproductiva que se apuntala en colectivo en la transición de una economía dependiente a una economía capaz de garantizar la soberanía alimentaria.


En este sentido acudimos desde la Estación Ferroviaria Simón Bolívar del Instituto Autónomo Ferroviario (IAFE) hasta la Estación Francisco de Miranda en Charallave Norte para, desde allí, tomar un metrobus hasta la localidad de Ocumare del Tuy donde, en las afueras de la misma, se encuentra la Gerogranja. Fuimos gentilmente recibidos en la localidad por la estudiante (y pronta Licenciada en Agroecología de la UBV) Marielys Salazár quien fue orientando y dándonos el marco desde el cual se inician como investigadores y trabajadores en la Gerogranja.


El espacio de la Gerogranja alberga a 32 abuelos y abuelas residentes y cuenta con atención médica gratuita así como servicios de comedor y lavandería. Se pretende con el tiempo y la gestión colectiva revolucionaria subsanar algunos detalles que han ido sumando para erosionar la concepción original de este proyecto humanista. En ese sentido pudimos directamente conversar y ser bienvenidos por la coordinadora del proyecto Gerogranja, la Licenciada Marialejandra Paiva quien actualmente ordena y cataliza, con un disminuido pero voluntarioso cúmulo de cuatro empleados, las labores de atención de la siembra y cosecha agroecológica adyacente a los espacios donde residen los abuelos y abuelas.



De la propia voz y desde el latido comprometido de la compañera Paiva pudimos entender desde un breve pero nutrido trazo descriptor la situación actual de esta Gerogranja, sus desafíos cotidianos y a mediano y largo plazo. La conversa fue plena en las instalaciones de un abandonado galpón que se piensa destinar para la cría de gallinas ponedoras. 





Tomados los apuntes por parte de los estudiantes del Proyecto I (Agrobiodiversidad) iniciamos recorrido por las 1,9 hectáreas que conforman los lotes de la Gerogranja y pudimos constatar el esfuerzo puesto a la iniciativa desde una voluntad revolucionaria que no ha contado con el mayor de los apoyos institucionales. 


En ese sentido pudimos ver directamente la siembra de especies vegetales como maní, lechoza en asociación plena. De igual manera constatamos la siembra de girasoles, leguminosas asó como plantas frutales rastreras como la auyama y la patilla. Fue en el terreno y desde la sensación de humedad que entendimos los grandes trabajos, silentes pero constantes, desarrollados por estos compañeros que aún, en medio de grandes fuerzas huracanadas que han pretendido deslegitimar la siembra agroecológica, tributan para la cosecha de alimentos a ser consumidos por los abuelos y abuelas residentes en la institución.



Todo un espacio fértil dejaba mostrar su potencialidad para la siembra actual y futura. De la mano de las amigas anfitrionas, en activa conversa para entender los desafíos a asumir en esta Gerogranja pudimos disfrutar de fibrosos y dulces mangos (al menos 4 especies) que nos motivaron más a entender la necesidad de cultivar lo que necesitamos para la alimentación.


Así fue avanzando la jornada, entre la observación y el asombro. Apreciamos algunos impactos de insectos no deseados pero a la par escuchábamos de las compañeras las solvencias a estas contingencias sin hacer empleo de nocivas visiones, facilistas y ecocidas visiones que la más de las veces terminan agrediendo la vida. 


Tuvimos un tiempo para sumarnos a un entendimiento menos formal y más sensible de las tareas a asumir en caso de hacer la escogencia de este proyecto de Gerogranja y, gracias a un excelente almuerzo ofrendado por los compañeros trabajadores, iniciamos el disfrute de una sopa preparada con leguminosas, auyama y yuca cosechada en la granja.

Bajo la fronda, en reposo, analizamos la propuesta del proyecto Gerogranja.
 


Es así como degustamos el sabor de la fertilidad de un suelo, de un proyecto que espera vincular a los abuelos y abuelas a una conexión con la naturaleza que somos para así sanarnos y en colectivo avance deshacernos de torcidas visiones sobre la vejez, la enfermedad, la siembra y la productividad agrícola entendiendo al sistema ecológico como el garante de la vida, como el aliado que en vez de “rodearnos” nos incluye en su multidiversa y dinámica fluidez de energía vital.


Este conocer la Gerogranja “San Antonio de Padua” nos permitió, literalmente, caminar la idea de un proyecto que requiere el mejor de los esfuerzos creadores de estudiantes, docentes y comunidad para que germine. Ya en el retorno recorrimos otro flanco de siembra de los lotes constituyentes de la Gerogranja: tubérculos, parchitas, musáceas fueron las especies vegetales que más abundaron siempre acompañadas por plantas de mangos atiborradas de frutos. 




Culminamos agradecidos, saciados y conmovidos por las ganas de revitalización que le han puesto a un proyecto que  debe materializarse en lo sucesivo, sin dilaciones y con grande protagonismo de instituciones del estado revolucionario, en un espacio tiempo que haga germinar la mejor de las ideas ecosocialistas que pretendemos vincular a la mayor suma de felicidad: la reconexión con la naturaleza, la materialización con el biocentrismo, con la vida y sus dinamismos.


Agradecidos y altamente emocionados por lo aprendido en términos de fraternidad, compromiso, esfuerzo, voluntad, mística y anfitrionía nos retiramos ya en horas de la tarde con la idea de pronta visita para ya, con más serena metodología, poder desplegar nuestra idea de proyecto agroecológico que, desde la siembra aprenda, enseñe, produzca y salvaguarde en abrazo a la biodiversidad y a la revolución bolivariana lo mejor de nuestras individualidades trenzadas en equipo creador.

En la estación del tren. Charallave Norte.

Ya el retorno en tren, de vuelta al origen, a la ciudad capital fue acompañado de una sensación grata de sabernos partícipes y forjadores de un tiempo que debe parir una sociedad que sea capaz de tratar mejor la vida natural para desde ella y en ella poder sumarse a un proyecto civilizatorio centrado en el asombro y salvaguarda de la vida en sus diversas manifestaciones. Así, el paso de la sociedad capitalista y dependiente sumida en sabotajes constantes desde la mediática y la calle pasaría a ser gozoso en la medida en que sean claros los enfoques y las prácticas para hacer de la agroecología una opción de vida mas comunalista, más comunicativa y diáfana, más de actos poéticos y sin miedo a la s contradicciones que la misma vida en constante mutación ofrenda.



Gracias Marielys y Marialejandra por esta aleccionadora jornada. Enhorabuena sus esfuerzos y la expresión que hacen de la intención originaria, revolucionaria y fraterna de la Universidad Bolivariana de Venezuela: ¡¡¡El diálogo de Saberes para la matria que anhelamos!!!


Sigue Simón Bolívar en nosotros latiendo: “La Gloria está en ser grande y en ser útiles”.
Atizadores de la revolución bolivariana!!!

Vamos en tren de regreso a Caracas y ya está sembrada en nosotr@s la semilla de la Gerogranja. Así la Revolución nos habita si la habitamos a ella.