Este caminar agroecológico en el que estamos
Por: Nicanor Cifuentes Gil
Docente Agroecología UBV Caracas.
Escribir
para que quede impregnada la pantalla o la página en blanco de los grafemas que
hilvanan idea, impresión grata de lo experimentado exige en estos tiempos de
saturación de información y de escritos efímeros un ejercicio que sepa de la
importancia del “dejar huella” para siempre poder ver lo que se ha avanzado en
el oficio de docencia.
Hablaré
de dos experiencias gratas de agroecología urbana que se vienen adelantando en
la ciudad capital venezolana sin depender en lo absoluto de malsanas lógicas
burocráticas ni de padrinazgos ministeriales: Estamos hablando de la unidad
agroproductiva a cargo del compañero Huber Coronado en la parroquia El Valle
del Distrito Capital (justo al lado del babilónico terminal de pasajeros La
Bandera) así como de la Red de Agroproductores Apacuana, misma ubicada en la
parroquia La Pastora, más específicamente en el Parque Nacional Waraira Repano,
Camino de Los Españoles donde gentilmente nos atendió la amiga Yasmín Zorrilla.
Se
trata de explorar una ruta de experiencias verdaderamente agroecológicas, junto
con más de una docena de estudiantes que actualmente cursan el primer año de proyecto
del Programa de Formación de Grado en Agroecología, para sabernos en
aprendizaje permanente y aliados de maestr@s pueblo que sin duda expanden el
conocimiento que en las aulas de clase de la Universidad Bolivariana de
Venezuela (Eje Geopolítico Cacique Guaicaipuro) se teje todas las semanas.
Estas
experiencias surgen de contactos telefónicos que nos conectan ainmediatas visitas a los
espacios de agroproducción ecológica que han estado sometidos a profundas
afectaciones por el alargado período de sequía pero que en nada han detenido su
hacer cotidiano y mucho menos han cerrado su espacialidad para el trueque de
saberes con visitantes interesados en entender los contextos históricos, socio-comunitarios,
políticos y ecosistémicos asociados a los mismos.
Este
texto se trata pues de dar testimonio de una pesquisa urbana que ha iniciado y
que ha ofrendado, desde ese interesante contacto con la contingencia que es ese
“afuera” del aula de clase, importante relación dialógica con experiencias de
siembra y cosecha desde un enfoque ajeno a los agroquímicos y sí muy vinculado
a las fases lunares, a las horas de iluminación solar, y a la ansiada llegada
de las lluvias.
Con el amigo y maestro pueblo huber Coronado. (Foto:José Lugo)
Topar con la
experiencia, con el vergel agroecológico del compañero Huber Coronado nos
permitió entender cómo podemos / debemos hacer reutilización de materiales para
potenciar la siembra sin depender de estructuras e infraestructuras convencionales.
Saber de esta experiencia nos liberó de esas inercias que en nada nos ayudan
toda vez que existe un paradigma de no avance, de espera dilatada hasta contar
con las herramientas adecuadas, con los tiempos y espacios acordes. Saber de la
contingencia, de la necesidad como partera de ideas y de sueños nos conectó con
la vitalidad de las invenciones y las tecnologías populares para aprovechar los
metales a la hora en que resulte menester hacernos de herramientas para la
siembra / cosecha.
El maestro Huber Coronado nos enseña cómo concebir desde la reutilización de botellas plásticas (PET) un sencillo predio agroecológico con miras a la socioproductividad familiar. (Foto: José Lugo)
Acá una herramienta para la siembra elaborada por el maestro Huber Coronado (Foto: José Lugo)
El amigo Huber Coronado, de madre indígena de la etnia wayuu
y con una historia personal plena de desafíos supo orientarnos para entender
fisiologías vegetales, hibridizaciones, empleo de plantas con flores para la
atracción de insectos benéficos y no benéficos y supo ayudarnos de manera
poética en el diseño de predios con pleno aprovechamiento del agua que escurre
y reparte, en abrazo a la hojarasca generada, su nutrimento vital a toda la
unidad agroproductiva.
Junto a la docente UBV Raquel Figueredo (de franela roja) quien sostiene una herramienta elaborada por el amigo Huber Coronado. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)
Entender
estas vivencias en medio de la improvisada y desordenada urbe sirve de concreto
aliciente para avanzar en ristre de la mano de la naturaleza que somos para
potenciar sin mucha retórica y sí desde el esfuerzo, la creatividad permanente,
desde valores solidarios y de serena curiosidad, un espacio tiempo para que la
agricultura urbana perfile nuevas maneras de ser, nuevas éticas que terminen de
desplazar las deficitarias actitudes basadas en la egolatría y en la maleva
competencia.
Nuestra
visita a esta experiencia nos dejo plenos de semillas físicas y metafísicas que
esperan tiempo húmedo para germinar como se espera ante la avanzada deleznable
de una guerra económica que ha pretendido mercantilizar el derecho, el acceso y
la obtención del alimento que nos nutre para el vivir viviendo.
Conectamos
pues estrategias para asumir la siembra más allá de lo definido en el aula de
clase: Avanzamos en el entendimiento de historias de vida que perfilan una
necesaria convicción en lo natural sin fomentar dependencias malsanas y siempre
resolviéndonos, como sigue señalando el poeta venezolano Víctor “El Chino”
Valera Mora, en multitud.
Otro caminar... hacia el Wararira Repano
El
encuentro con la Red de Agroproductores Apacuana en pleno Parque Nacional
Waraira Repano nos atizó al entender
cómo la organicidad comunal en paulatino crecimiento plural va evolucionando
hacia formas de organicidad plenas y deseosas de encausar los destinos de los
que hacen vida en la vertiente sur del importante ecosistema que hace de
natural muralla a la ciudad capital de Caracas. En este verdor afectado de
manera innegable por el largo verano pudimos, en pleno ejercicio diáfano de sensorialidad,
pudimos ver la voluntad humana de una grande mujer, aliada militante de la
agroecología de nombre Yasmín Zorrilla quien nos atendió en su casa para
ofrendarnos su testimonial, sus experiencias de vida vinculada con la tierra,
la semilla, el agua y la creatividad en abrazo al pulso natural.
Creatividad en abrazo al pulso natural. Junto a la agroproductora Yasmín Zorrilla. Parque Nacional Waraira Repano. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)
Junto a la agroproductora Yasmín Zorrilla. Acá viendo las fresas sembradas con albahaca morada, Parque Nacional Waraira Repano. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)
Junto a la agroproductora Yasmín Zorrilla. Tomamos nota del fungicida sulfocálcico. Parque Nacional Waraira Repano. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)
En
su fraseo pudimos, estudiantes y mi persona, escuchar en atenta gestualidad,
sus desafíos gozosos, sus limitaciones y maneras de tallar el presente y
futuro. Verla acompañada de sus canes, de sus árboles frutales y flores nos
reforzó este latido que venimos defendiendo de hacernos estudiosos de la
agroecología sin abusar de la retórica y sí en atención delicada a los
esfuerzos en campo ejecutado por seres capaces de entender la agroecología sin
mucha parafernalia, sin mucha pose y sin esnobismo patológico.
Yasmín
nos enseñó a sembrar de manera ajena al monocultivo, estableciendo vínculos con
las plantas aromáticas. Con ella vimos las barreras que algunos olores generan
para que insectos no tan benéficos para determinados rubros agrícolas sembrados
puedan desplegarse y crecer sin inconvenientes algunos. Habitar su espacio,
dejarnos llevar por su palabra flor nos permitió crecer humildemente y con la
risa a flor de piel.
Celebrar
estas visitas han sido intención plena de este texto que, junto a las imágenes
que pudimos hacer, resumen (si es que la emocionalidad permitiera estas
síntesis) un esfuerzo, un caminar, un diálogo sereno que estaremos siempre
privilegiando para sabernos polinizadores polinizados, para entender que
somos una comunidad activada en la
articulación de experiencias para ya con este cúmulo de asombros,
territorializar un hacer que permita avanzar en haceres, decires que expandan
lo que desde la UBV pretendemos desde la dimensión agroecológica del saber y el
hacer.
Seguiremos
en plena abundancia de lluvia viajando para mantener vínculo con otras maneras
de entender y fortalecer la agroecología urbana y peri urbana pues nos interesa
el camino y no tanto la meta. Así vamos, tejiendo imágenes, reposando frases en
este nosotros empecinado que no se deja permear de agoreras fórmulas y de
malsanas praxis.
Sigamos
caminando la palabra, seamos palabra flor y sana agricultura que crea y respete
la más hermosa de las escuelas para ser en medio de los agites de la urbe: el
conuco agroecológico articulado con las tecnologías populares ganadas para el
urgido volver a la semilla.
Juntos en el caminar. Estudiantes de Proyecto 1-1 Agroecología UBV CCS. Parque Nacional Waraira Repano. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)
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