miércoles, mayo 04, 2016

Este caminar agroecológico en el que estamos




 Por: Nicanor Cifuentes Gil
Docente Agroecología UBV Caracas.



Escribir para que quede impregnada la pantalla o la página en blanco de los grafemas que hilvanan idea, impresión grata de lo experimentado exige en estos tiempos de saturación de información y de escritos efímeros un ejercicio que sepa de la importancia del “dejar huella” para siempre poder ver lo que se ha avanzado en el oficio de docencia.

Hablaré de dos experiencias gratas de agroecología urbana que se vienen adelantando en la ciudad capital venezolana sin depender en lo absoluto de malsanas lógicas burocráticas ni de padrinazgos ministeriales: Estamos hablando de la unidad agroproductiva a cargo del compañero Huber Coronado en la parroquia El Valle del Distrito Capital (justo al lado del babilónico terminal de pasajeros La Bandera) así como de la Red de Agroproductores Apacuana, misma ubicada en la parroquia La Pastora, más específicamente en el Parque Nacional Waraira Repano, Camino de Los Españoles donde gentilmente nos atendió la amiga Yasmín Zorrilla. 

Se trata de explorar una ruta de experiencias verdaderamente agroecológicas, junto con más de una docena de estudiantes que actualmente cursan el primer año de proyecto del Programa de Formación de Grado en Agroecología, para sabernos en aprendizaje permanente y aliados de maestr@s pueblo que sin duda expanden el conocimiento que en las aulas de clase de la Universidad Bolivariana de Venezuela (Eje Geopolítico Cacique Guaicaipuro) se teje todas las semanas.

Estas experiencias surgen de contactos telefónicos que nos conectan ainmediatas visitas a los espacios de agroproducción ecológica que han estado sometidos a profundas afectaciones por el alargado período de sequía pero que en nada han detenido su hacer cotidiano y mucho menos han cerrado su espacialidad para el trueque de saberes con visitantes interesados en entender los contextos históricos, socio-comunitarios, políticos y ecosistémicos asociados a los mismos.

Este texto se trata pues de dar testimonio de una pesquisa urbana que ha iniciado y que ha ofrendado, desde ese interesante contacto con la contingencia que es ese “afuera” del aula de clase, importante relación dialógica con experiencias de siembra y cosecha desde un enfoque ajeno a los agroquímicos y sí muy vinculado a las fases lunares, a las horas de iluminación solar, y a la ansiada llegada de las lluvias. 



 Con el amigo y maestro pueblo huber Coronado. (Foto:José Lugo)

Topar con  la experiencia, con el vergel agroecológico del compañero Huber Coronado nos permitió entender cómo podemos / debemos hacer reutilización de materiales para potenciar la siembra sin depender de estructuras e infraestructuras convencionales. Saber de esta experiencia nos liberó de esas inercias que en nada nos ayudan toda vez que existe un paradigma de no avance, de espera dilatada hasta contar con las herramientas adecuadas, con los tiempos y espacios acordes. Saber de la contingencia, de la necesidad como partera de ideas y de sueños nos conectó con la vitalidad de las invenciones y las tecnologías populares para aprovechar los metales a la hora en que resulte menester hacernos de herramientas para la siembra / cosecha.

  El maestro Huber Coronado nos enseña cómo concebir desde la reutilización de botellas plásticas (PET) un sencillo predio agroecológico con miras a la socioproductividad familiar.  (Foto: José Lugo)

  Acá una herramienta para la siembra elaborada por el maestro Huber Coronado (Foto: José Lugo)


El amigo Huber Coronado, de madre indígena de la etnia wayuu y con una historia personal plena de desafíos supo orientarnos para entender fisiologías vegetales, hibridizaciones, empleo de plantas con flores para la atracción de insectos benéficos y no benéficos y supo ayudarnos de manera poética en el diseño de predios con pleno aprovechamiento del agua que escurre y reparte, en abrazo a la hojarasca generada, su nutrimento vital a toda la unidad agroproductiva.

 Junto a la docente UBV Raquel Figueredo (de franela roja) quien sostiene una herramienta elaborada por el amigo Huber Coronado. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)

Entender estas vivencias en medio de la improvisada y desordenada urbe sirve de concreto aliciente para avanzar en ristre de la mano de la naturaleza que somos para potenciar sin mucha retórica y sí desde el esfuerzo, la creatividad permanente, desde valores solidarios y de serena curiosidad, un espacio tiempo para que la agricultura urbana perfile nuevas maneras de ser, nuevas éticas que terminen de desplazar las deficitarias actitudes basadas en la egolatría y en la maleva competencia.

Nuestra visita a esta experiencia nos dejo plenos de semillas físicas y metafísicas que esperan tiempo húmedo para germinar como se espera ante la avanzada deleznable de una guerra económica que ha pretendido mercantilizar el derecho, el acceso y la obtención del alimento que nos nutre para el vivir viviendo.

Conectamos pues estrategias para asumir la siembra más allá de lo definido en el aula de clase: Avanzamos en el entendimiento de historias de vida que perfilan una necesaria convicción en lo natural sin fomentar dependencias malsanas y siempre resolviéndonos, como sigue señalando el poeta venezolano Víctor “El Chino” Valera Mora, en multitud.


Otro caminar... hacia el Wararira Repano

El encuentro con la Red de Agroproductores Apacuana en pleno Parque Nacional Waraira Repano  nos atizó al entender cómo la organicidad comunal en paulatino crecimiento plural va evolucionando hacia formas de organicidad plenas y deseosas de encausar los destinos de los que hacen vida en la vertiente sur del importante ecosistema que hace de natural muralla a la ciudad capital de Caracas. En este verdor afectado de manera innegable por el largo verano pudimos, en pleno ejercicio diáfano de sensorialidad, pudimos ver la voluntad humana de una grande mujer, aliada militante de la agroecología de nombre Yasmín Zorrilla quien nos atendió en su casa para ofrendarnos su testimonial, sus experiencias de vida vinculada con la tierra, la semilla, el agua y la creatividad en abrazo al pulso natural.

Creatividad en abrazo al pulso natural. Junto a la agroproductora Yasmín Zorrilla. Parque Nacional Waraira Repano. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)
 
 Junto a la agroproductora Yasmín Zorrilla. Acá viendo las fresas sembradas con albahaca morada, Parque Nacional Waraira Repano. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)

 
 Junto a la agroproductora Yasmín Zorrilla. Tomamos nota del fungicida sulfocálcico. Parque Nacional Waraira Repano. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)

En su fraseo pudimos, estudiantes y mi persona, escuchar en atenta gestualidad, sus desafíos gozosos, sus limitaciones y maneras de tallar el presente y futuro. Verla acompañada de sus canes, de sus árboles frutales y flores nos reforzó este latido que venimos defendiendo de hacernos estudiosos de la agroecología sin abusar de la retórica y sí en atención delicada a los esfuerzos en campo ejecutado por seres capaces de entender la agroecología sin mucha parafernalia, sin mucha pose y sin esnobismo patológico.

Yasmín nos enseñó a sembrar de manera ajena al monocultivo, estableciendo vínculos con las plantas aromáticas. Con ella vimos las barreras que algunos olores generan para que insectos no tan benéficos para determinados rubros agrícolas sembrados puedan desplegarse y crecer sin inconvenientes algunos. Habitar su espacio, dejarnos llevar por su palabra flor nos permitió crecer humildemente y con la risa a flor de piel.

Celebrar estas visitas han sido intención plena de este texto que, junto a las imágenes que pudimos hacer, resumen (si es que la emocionalidad permitiera estas síntesis) un esfuerzo, un caminar, un diálogo sereno que estaremos siempre privilegiando para sabernos polinizadores polinizados, para entender que somos  una comunidad activada en la articulación de experiencias para ya con este cúmulo de asombros, territorializar un hacer que permita avanzar en haceres, decires que expandan lo que desde la UBV pretendemos desde la dimensión agroecológica del saber y el hacer.

Seguiremos en plena abundancia de lluvia viajando para mantener vínculo con otras maneras de entender y fortalecer la agroecología urbana y peri urbana pues nos interesa el camino y no tanto la meta. Así vamos, tejiendo imágenes, reposando frases en este nosotros empecinado que no se deja permear de agoreras fórmulas y de malsanas praxis. 

Sigamos caminando la palabra, seamos palabra flor y sana agricultura que crea y respete la más hermosa de las escuelas para ser en medio de los agites de la urbe: el conuco agroecológico articulado con las tecnologías populares ganadas para el urgido volver a la semilla.



 Juntos en el caminar. Estudiantes de Proyecto 1-1 Agroecología UBV CCS. Parque Nacional Waraira Repano. (Foto: Nicanor Cifuentes Gil)