miércoles, enero 20, 2016

Ruralizar la ciudad/ LA MANCHA COMO SIEMPRE


NICANOR CIFUENTES GIL


 Encuentro de las Fuerzas Agroalimentarias Urbanas y de la Ruralidad.
Sala Plenaria de Parque Central. Al habla la Ministra del Poder Popular para la Agricultura Emma Ortega. Caracas, 19 de enero de 2016.


Desafío vital éste de mutar a ciudad menos aferrada al agite incesante, a la productividad que todo lo ve desde el afán de lucro. Conscientes de la ciudad que ahora nos contiene y que a la vez definimos por nuestras pujanzas y pisadas cotidianas, es el tiempo de sumar llovizna, canto de ordeño y semilla buena en las verticales y cuadriculadas espacialidades de la urbe.

Volver a la semilla diríase, educarnos con paulatino latido, con planificación gozosa en tareas que consideren la ciudad como ente que necesita oxigenarse y zafarse de tanto apego a la cabilla y al cemento. Son estos los días que nos llaman a hacer converger esfuerzos culturales para educarnos en el amor al árbol y a la biodiversidad, tantas veces amenazada por tanto desorden.

Poder popular que apueste por la siembra de semillas de rubros vegetales alimenticios para ya no depender de la estafa cotidiana de supermercados acostumbrados a golpear el bolsillo de los consumidores y a explotar y tercerizar a obreros del campo que son, a fin de cuentas, los que les proveen de insumos con los qué lucrar. Por tanto, es vital revisar las empolvadas visiones de hace años, cuando hablar de huertos urbanos era inventiva sana, robinsoniana y de inmenso vuelo ético político.

La más grande obra de la ecología en la urbe se inicia con la praxis que rompa con la bolsa plástica que todo lo envuelve, pero también pasa por dedicar tiempo y espacio, palabra y debate plural para reconocernos vivos en la puesta en marcha de iniciativas de reforestación con flora autóctona, donde la niñez y la juventud eduquen su sensorialidad en la textura, en la maravilla que germina, que florece y ofrenda frutos.

Nada hacemos como habitantes si nos ubicamos en trincheras esnobistas que en nada inciden en la puesta en práctica de la conciencia alcanzada, luego de tanto bombardeo mediático que propugna planeta y hogar sano. ¿Cuáles calendarios de siembra se ajustarán a las lunas que crecientes o menguantes, nuevas o llenas ayudarán a entendernos tan afines a la savia de los árboles como a la sangre que nos mantiene respirando?

Requerimos herbolaria ancestral para curarnos, para indagar en procesos y experiencias que seguro refulgen intermitentes en puntuales localidades con habitantes provenientes del llano, la montaña o la húmeda selva venezolana, pero que la búsqueda por “una vida mejor” ha pospuesto sin saber que allí hay un cúmulo de saberes, sabores y amores por la tierra que debemos democratizar para salvar(nos).

Manos a la siembra, untarnos de la textura viva, del compost que podemos generar sin grandes esfuerzos en el hogar, para devolver energía a la tierra para que llueva, florezca y se ponga bonita desde el nosotros.

Urbanizados, cuadriculados, agitados, poco hacemos desde la preocupación ecológica. Tomarnos el tiempo y lloviznar de agua ‘e lluvia la voluntad para ocuparnos en reforestar, en sembrar, en florecer de verdores a la ciudad que nos sigue desafiando para, desde esta “ruralización” salvarla de tanta cuadrícula y taquicardia que no somos.


 Ministra del Poder Popular para la Agricultura Urbana Emma Ortega y la maestra pueblo, campesina y conuquera Gaudi de la localidad de Monte Carmelo, Estado Lara. Caracas, 19 de enero de 2016.

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19/01/12.-
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