domingo, septiembre 20, 2015

A Lucía Antillano La niña de los juguetes.






“El bosque vuelve al hombre a la razón y a la fe y es la juventud perpetua. El bosque alegra, como una buena acción. La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre". José Martí en mayo 1882.



Si jalono los hilos, si los tenso seguro en el entrecruce quedará más claro el abrazo de sus colores, surgirá luz que nos asombre… si jalono los hilos.

Ha estado siempre cerca la amiga Lucía pues más allá de le referencial amistad con mis padres, los que me han hecho, con Lucía siempre hubo y habrá diálogo cercano, fuerte sobre la compleja dimensión de lo ecosistémico, de la casa grande, de la praxis y la lúdica para dejar de ser esto que quieren que seamos para alzar vuelo creativo en plural ruta hacia los asombros.

Entonces la amiga se informaba y nos informaba de  cómo ser otros y otras en una escuela otra donde nos reconciliáramos con la idea de ser menos agresivos con la madre naturaleza. Eso lo agradecemos pues sus publicaciones fueron de diseños nítidos, de lenguaje claro: necesaria herramienta para hacer universal el amor a los espacios y tiempos naturales.
Aprendí a jugar y entender las reglas del juego que desde el cuerpo se hace amigo del otro para nunca competir y siempre todos y todas ganar conocimiento nuevo, un mundo nuevo revelado.

Coleccionabas muñequitos, mínimos juguetes, chapitas que insertabas en telas para luego, como uvas serenamente fermentadas, revelarnos con tu caricia de artista, de heredera de los trazos de tu mamita, como el tiempo redefine los colores y las formas.

Te vi activa, polemizando, inquieta en viajes para más allá del rol de Senadora que pudiste llevar a buen término en una época de trampas y duelos. Te vi atenta en el gesto de siempre ubicarme para dejar claro en lo que andabas. Eso lo agradezco y lo tenso como hilo ahora.

En abrazo nos acercaste a Maritza Pulido y ya sudar y reír, jugar y conmover en el ejercicio de la libertad al aire libre, idea praxis gramsciana, fue tácita tarea impostergable. De rigores hablo, de luchar siempre revelando propuesta antes las complejas y sólidas murallas de lo cotidiano.

Dice uno Cenamec[1] como siglas de una instancia de tu vida donde desplegaste alas en pedagogía y lúdica. Saber de la ciencia desde la maravilla de los asombros. Atesoro cada texto que ya ahora, menos joven, sigo dispersando entre tanta gente que de la ciencia solo la dificultad y el vértigo.

Allí estás conminando “Por amor al mangle” y veo activo a mi biólogo hermano Lenin Parra, disciplinado en la gesta de la salvaguarda a la maravillosa vida diversa que habita entre enmarañadas raíces aéreas donde pende la fruta verde del humedal. En el Centro de Educación Popular que lleva el nombre de “Jesús Rosario Ortega”  te vi y hablamos. Ahora mismo te estoy contando de las jornadas de alfabetización ecológica y la lúdica de  juntar en abrazo al cine y al cartón corrugado para llenarnos de luz, como tu nombre, y también llenarnos de interrogantes  para educarnos desde la contingencia para mejorar(nos).

Entrecruzo hilo azul y algo de hilo turquesa: Pienso en Catia y Claudia. Eres madre de estas dos hermosas mujeres que puntualmente vi y que ahora abrazo desde la palabra familiar. Se juntan Laurita y Amanda… muchas mujeres acuden a esta gana de que me broten alitas de pelícano para en un solo gesto abrazarles en silente amor. 

Acciones toca emprender para desfacer entuertos, para atizar dolencias y empinarnos hacia la cumbre pues como sigue en canta trova Alí Primera: “hay semerucos allá en el cerro y un canto hermoso para cantar”. 

Lucía amiga. Pienso en Nazoa, ese Aquiles frente al mar. Pienso en tu apuesta de mujer que sabe aún del juego su más dulce fruto para saciar la gana de aprender. Pienso en las luchas que emprendiste, que emprendimos para que podamos simplemente vivir sin que nos asfixie el consumo y la farsalia.

Me diste hace ratico la mano en plena Feria de los libros, la misma feria de los liberados libreros que ofrendan libros para emanciparse en tiempos de duras vulnerabilidades. Te vi jugando, reflexiva… amiga que llega a puerto a repartir palabra fresca.  Tengo ahora tu mano para tensar con vos el hilo que nos ayude a anudar las penas y así vestirnos con la fibra colorida que muchos y muchas no dudarán en tomar para abrigarse y abrigarnos y abrigarte para que vueles luz entre nosotros y nosotras… para que volvamos al ciclo del afecto en los patios así, como cuando llega la brisa del lago al puerto en plena tarde y en silencio… somos la más hermosa invención para la maravilla.

Mi respeto Lucía… la niña de los juguetes.

Con profundo pesar…


Nicanor Alejandro Cifuentes Gil
Domingo 20 de septiembre de 2015.
6:43 p.m.



[1]  Centro Nacional para el Mejoramiento de la Enseñanza de la Ciencia, instancia adscrita en su momento al Ministerio de Educación y Deportes.