A propósito de la convocatoria a la exposición Añú somos/Añú we. Conversatorio sobre “El idioma añú y la espacialidad ecosistémica vinculada a su expresión”
Texto e imágenes:
MSc. Nicanor Cifuentes Gil
Biólogo/Docente
UBV-Zulia/FREZ
El Museo Virtual del Estado Zulia y el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (CAM - LB) junto al
colectivo “Niños de Mangle” brindan
cobijo a la conversa sobre el idioma añú, su revitalización y sus grandes
desafíos socioculturales y socioambientales. Hablamos de un encuentro convocado
por el Colectivo Territorial Kaatatayane
(brillo de luna, en idioma añú) perteneciente a la Misión Cultura Corazón Adentro que el día miércoles 28 de octubre
de 2015 vuelca su hacer colectivo en la necesidad de encontrarnos y
aprender(nos) desde la cosmovisión indígena añú, desde sus quehaceres y sus
urgencias vitales más profundas. Allí en las salas 5 y 6 del CAM – LB desde
temprano dirigimos la atención al docente y sereno amigo, Heberto Ortega, sabio maestro con grande experiencia en la enseñanza
del idioma añú para niños y niñas, jóvenes y adultos. En esta oportunidad su
conversa era su hacer: Elaboración de cestas con raíces aéreas del mangle
colorao (mangle rojo -Rhizophora mangle -).
Su praxis detallada,
fraseada en exactos movimientos nos llevó al vínculo con el marullo de las
orillas estuarinas y húmedas del Coquivacoa así como con las potencias y
latidos de la luna en su fase menguante. Se elabora la cesta ante nuestros ojos
con materiales nobles, con fronda vegetal tallada, manipulada y tejida por las
manos de este maestro. En ese “entrecruzarse” de bejuco y fibra de mangle vemos
emerger una cultura ancestral que aún insiste en su permanencia como pueblo
indígena en medio de grandes contingencias que parecieran, cada vez más, mutilarle esa insistencia.
Se acompaña el maestro
Heberto de su compañera y así nos revelan la complementariedad necesaria para
dualmente resolver la elaboración de la cesta. En su fraseo el maestro Heberto
Ortega nombra emocionado a sus parientes también trabajadores de la cestería.
Ha sido este oficio noble, de arduo trabajo y paciencia, el que le ha permitido
a Heberto avanzar en sus estudios sobre la cosmovisión y el idioma añú.
De esta serena faena
vista con extrema atención por parte de los asistentes a esta necesaria
experiencia de rencuentro con nuestras latencias originarias pasamos al
conversatorio: “El idioma añú y la
espacialidad ecosistémica vinculada a su expresión” por parte de este
humilde servidor, Nicanor Cifuentes Gil,
pretendió abarcar en un circular fraseo, lo referido a la ecosistémica que
sirve de espacialidad a la cosmovisión indígena del anfibio pueblo añú, así
como abordar las conexiones aún no conocidas entre la naciente de los ríos
procedentes de las altas montañas de la Sierra de Perijá hasta las lagunas y
humedales (nichos del pueblo indígena
añú) cercanos al nivel del Estuario de
Maracaibo.
Intentamos abordar la casa árbol (bosque de manglar) y las
faenas cotidianas del indígena añú, su canto, su silencio, sus migraciones para
vivir en este territorio de agua desde tiempos pretéritos con la
intencionalidad de entender el ecosistema frágil que es nombrado por el idioma
añú. El idioma nombra y así crea y recrea para comunicar los anhelos y
esperanzas de los hablantes que le
emplean en cotidiana vinculación con la vida. Es la vida la que va generando
los dinamismos, los asombros, los desafíos desde los cuales germina un hacer
sobre el espacio, germina un vínculo particular que religa a los parecidos, a
los que se ubican en la misma latencia humana. Y esa vida fue interrumpida por
el encontronazo colonial, por la fuerza abrasiva de la conquista que hizo
sucumbir imaginarios y poblaciones
dejando en perturbada sobrevivencia la cosmovisión indígena del pueblo añú.
Esa bestial conquista,
desde la cruz, la espada, la pólvora y la sífilis arrasó en su avance por entre
dunas, humedales y lagunas llevando a profundas desapariciones, a quiebres
todavía latentes el hacer, el ser y el conocer del pueblo indígena añú.
Desaparecen sus pobladores, diezmados por la terrofagia y la ocupación imperial
española, desaparecen por tantos los hablantes del idioma, esos navegantes,
esos trabajadores de la enea y las raíces de mangle, pescadores de nuestras
aguas estuarinas.
Esa es la historia
padecida y en doloroso ciclaje se nos presenta una faceta (legitimada por otras
hegemonías imperiales del siglo XX y XXI) que centra su violencia en la
reapropiación de los elementos vivos, naturales de nuestras ancestrales
territorialidades. ¿Nueva terra incognita?, ¿Modernidad con nuevas
vestimentas y con nuevas técnicas usurpadoras de lo diverso (lo bio y
sociodiverso)? Es entonces como nombramos el drama del etnocidio petrolero,
de su conformación amparada por presidentes de las nacientes repúblicas; y al
nombrar este drama develamos en detalle cómo desde actuales centros de poder el
hegemón cifra sus deseos energéticos (anclados en la matriz de combustible
fósil, por ahora!!!) en la cuenca estuarina toda: Explotación minera del carbón
“a cielo abierto”, construcción de ejes ferroviarios y puertos de exportación
de mercancías que sólo sobrecalientan el planeta y siguen legitimando la
patología del sistema capitalista a la hora de movilizar mercancías e
incrementar las ganancias que se acumulan y se acumulan y se acumulan a costa
de inmensos daños medioambientales y terribles desplazamientos del cosmos
indígena que habita estas espacialidades, estos tiempos.
Esto lo referimos y lo
vinculamos con lo que nombraría el ser individual y plural indígena desde el
idioma añú (en proceso de revitalización). Esto lo comentamos pues
desconectadas y quebradas no deben estar las dimensiones, los hilos de la
existencia indígena. Se trata de entender un idioma pero si obviamos los
referentes, el cosmos y el caos que nombra este idioma, si soslayamos en una de
fragmentación alienante lo que se le está haciendo al mundo vivo y natural que
dio origen, cobijo a la grande familia indígena (idiomática también) arawak
capaz de circunnavegar la grande y particular cuenca del Mar Caribe, flaco favor
le hacemos a la revitalización idiomática y al esfuerzo de ver germinar una
cultura indígena añú menos lesionada por tanta modernidad y neoliberalismo
disfrazado de “progreso y bienestar –occidental-“
Hablamos de colonialidad
y neocolonialidad. Hablamos de mega infraestructuras provenientes de diseños e
intereses exógenos al latido indígena. Con mapas, con datos, con cifras pudimos
repasar en conjunto, esta Zona de
Sacrificio Ambiental a la que determinadas y denunciadas políticas de
estado así como la inoperancia de entidades gubernamentales llamadas a la
solvencia (en conjunto con el pueblo indígena) han llevado a niveles de
gravedad y de insustentabilidad.
Este fue el tiempo para
ubicar las dudas y develar algunas desmemorias sembradas con la intención de
reproducir otras identidades y nunca las latencias nuestras, las espiraladas y
coloridas referencias nuestras. Es en este punto en el que se atizan las
contradicciones y donde la construcción
del Ecosocialismo llama a entender la construcción plural del socialismo
vinculado a la naturaleza vida que somos sin obviar, sin excluir el acervo de
conocimientos provenientes de la etnia indígena añú.
Es la cuenca la que
requiere revitalización con emancipado esfuerzo, con riguroso y elevado sentido
del momento histórico que se viene creando para casualmente propiciar debates
que van más allá de la cultura y se expande a esferas de la crisis
civilizatoria generada por el afán de lucro capitalista y de cómo nos hacemos
de saberes y haceres (paridos desde la matria indígena vinculada a la vida)
para su derrota.
Comienzan las esperanzas
a juntar propuestas para que se erija, más allá de la infausta penuria, de la
padecida historia de conquistas, saqueos, humillaciones, traiciones vinculadas
a un hacer desconocedor de la otredad, afín a lo patriarcal y excedentario, a
lo anexionista y jerarquizante, es menester apuntalar la necesidad de concretar
esfuerzos colectivos que sean capaces de incidir en la praxis educativa para
hacer masiva esta gana de vincularnos con la cosmovisión ancestral indígena añú
y que en simultáneo anhelamos desde el ideario y la praxis una salvaguarda a
los espacios productores del agua, el oxígeno y al vida diversa que son
espacialidad que permite al pueblo indígena añú ser, crear y recrear su vida en
permanente y dinámica existencia.
Sin tutelajes ni
cooptaciones requeriremos desde ya, desde la gana de superar estos estadios de
“angustia y horror” para con la cultura y para con la ecosistémica del pueblo
anfibio añú, una fuerte movimiento que agrupe diversidad de criterios pero
enfoques abrazados sin demora a la gana de celebrar la resistencia e
insistencia indígena añú que fue capaz de hacer que la ciudad de Maracaibo,
verbigracia, fuera fundada al menos en tres episodios distintos. Nos anima conmemorar
nuestras hazañas ancestrales y apuntalar espacios saneados de mineros,
terrofágicos entes y neoliberales enviones movidos por el afán de cosificación,
lucro y saqueo de nuestras fuentes vitales, nuestros ecosistemas más frágiles.
Se oyen las voces de los
experimentados amigos, entre ellos, el
investigador Yldefonso Finol para
apuntalar y atizar más el debate. Se suma la dimensionalidad histórica y
antropológica para no perder de vista lo que está como guía y como referencia
digna ya en tiempos pasados pero aún latiendo para ser potenciado en este
presente y gana de futuro que nos moviliza.
Pasar de la dolencia y
de los escenarios negados al hacer, al ser y al conocer desde abajo, desde
nuestra latencia indígena es un desafiante llamado que desde ya imanta para, en
sintonía con la creación de observatorios ecosociales relacionados con la
frontera colombo venezolana (y así avanzar en la concreción y en la refundación
de una nueva frontera de paz y vida) y de la interesante germinación de un Frente de Resistencia Ecológica del Zulia
(FREZ) que no nada más se centra en la lucha ecosistémica desde el
revolucionario paradigma de la Ecología Política y la construcción del
Ecosocialismo sino que es capaz de dejarse permear de creativos enfoques y
paradigmas nuestros vinculados a la defensa de los territorios indígenas plenos
de agua, tierra y dignidad en este Zulia sociodiverso, pluriétnico y
multicultural!!!
En ronda nos despedimos
con el arei (canto) del Kaatatayane (brillo de luna) que nos ofrenda en idioma
añú el último hablante de este idioma, el joven Jofris Márquez. Fraseo cantado, cuerpo y sonoridad natural que son
capaces de narrar, de contar vivencias. Se requiere un idioma que nombre este
cosmos que se niega a ser cosificado y vendido.
Estamos activados y
activadas por este atizamiento y agradecemos a Gretzy Atencio, Anny Guerra
y Rafael Nieves (fundamentalmente a su esfuerzo de mujeres
militantes de la cultura nuestra) por lo vital del encuentro y lo desafiante
para seguir por la senda, por el cauce del río existencial en procura de la
superación de conflictividades y así mutarlas en matria posible.
Acá la
presentación (en láminas) del conversatorio sobre “El
idioma añú y la espacialidad ecosistémica vinculada a su expresión” (Formato PDF):
1 Comments:
en completa, complementaria y militante sintonía...
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