martes, octubre 02, 2007

La perspectiva libertaria de la Ecología Social.

Este blog se ha caracterizado por la divulgación de ideas que aspiran a remover imaginarios sobre temas claves del humano acontecer y las huellas que sobre el ecosistema que nos incluye dejamos. Búsquedas, asombros, revelaciones, reiteraciones, convocatorias, registros son algunas de las acciones que más permean este no tan virtual espacio de encuentro.

Ahora que lees esto, estimado lector, sugiero con humildad que te ocupes en indagar más sobre la percepción libertaria de la ecología social, entendida esta como una síntesis vital que habrá de impactar nuevas consideraciones sobre el conocimiento y su vinculación en la transformación de penosas realidades cotidianas en el área ecológica y social.

Muy poco conocemos de las enseñanzas y reflexiones de Murray Bookchin y es por ello que se hace vital iniciar un tiempo para considerar estos temas, incorporarlos a nuestro local trajín y hacer de las ideas acciones coherentes con la vida.

No insisto desde este blog en el tema por considerarlo efímero; casualmente creo que podemos, como grupos que orbitamos las mismas luchas, cultivar una plausible aproximación a sus ocupaciones en relación al tema del activismo sano sin extremismos que quebrante la reflexión y la autocrítica constante.

De la Red de Ecología Social, interesante portal electrónico, tomo el texto de Eduardo Gudynas (2006) para compartir este asombro ante la revelación que para mí representa la Ecología Social:


Murray Bookchin:

La perspectiva libertaria de la ecología social


Murray Bookchin, uno de los pioneros del movimiento ambientalista, y promotor de una de las corrientes más importantes en ecología social,
falleció el pasado 30 de julio 2006, a los 85 años de edad.

Bookchin nació en Nueva York (Estados Unidos), en 1921, y desde una temprana edad estuvo vinculado a movimientos políticos y sindicales. Con el paso del tiempo enfatizó una perspectiva libertaria y socialista. Fue uno de los primeros analistas en prestar atención a los temas ambientales, y en vincularlos directamente con los aspectos políticos, en sus corrientes libertarias. Sus aportes permiten considerarlo como el promotor más importante de una corriente dentro de la ecología social.

En 1962 publicó “Our Synthetic Enviroment”, una temprana denuncia sobre la crisis ambiental, y en 1965 apareció “Crisis in our Cities”, con una mirada crítica sobre el fenómeno urbano. En varios de sus escritos iniciales, Bookchin usaba el seudónimo de Lewis Herber, pero en todos los casos centró sus críticas sobre el capitalismo de su tiempo, así como sobre la izquierda ortodoxa. Sus primeros escritos tienen un fuerte componente libertario; por ejemplo, en 1965 consideraba que una “sociedad anarquista” era una “precondición para la práctica de los principios ecológicos” (ver por ejemplo su clásico "Nosotros los verdes, nosotros los anarquistas", disponible en nuestra web - leer ...).

El trabajo de Bookchin sobre el fenómeno urbano, como expresión territorial y social de la jerarquía y el control sobre las personas, se expresó en varios libros, y evolucionó hacia la corriente del “municipalismo libertario” basado en formas de democracia directa.

Simultáneamente, Bookchin relacionaba la necesidad de una transformación social con el ambientalismo, incluyendo ideas muy originales sobre el uso de las tecnologías, el fenómeno del poder, etc. En esos años aparecieron sus ensayos sobre el ecologismo y el pensamiento revolucionario (1964) y un libro sobre una “tecnología liberadora” (1965). Pocos años mas tarde presenta una crítica removedora al marxismo tradicional (“Marxista, escucha!”, 1969).

Desde mediados de la década de 1970, Bookchin se dedicó especialmente a la ecología social, participando de un instituto creado en Vermont para promover esas ideas. Allí ofreció clases hasta poco antes de su fallecimiento. También publicó a lo largo de toda su vida, y sus obras han sido traducidas a varios idiomas (lista de publicaciones - ver ...).

En 1982 publica “Ecología de la libertad”, posiblemente su obra más importante y que se ha convertido en un clásico en la ecología social y la ecología política. Muy apretadamente podría resumirse que en ese libro, Bookchin plantea que las formas de jerarquía e imposición entre los seres humanos se corresponde con la que ejercen el hombre sobre la Naturaleza. Por lo tanto la problemática de la libertad y la igualdad no puede ser abordada en una sola dimensión, sea la social o la ambiental, sino que es indispensable un abordaje transversal. De la misma manera, la crisis ambiental obedece a causas más profundas que también explican las formas de dominación entre los humanos.

Su visión de la ecología social no tiene conexiones directas con las corrientes tradicionales de la ecología humana, y en realidad representa una perspectiva específica de una ética ambiental y una filosofía política ambiental (una temprana propuesta de ecología social está disponible en nuestra biblioteca en ecología social - leer...). Bookchin promovía ciertos principios de igualitarismo y participación directa invocando el funcionamiento de los ecosistemas, asumiendo que en la Naturaleza prevalece la cooperación, la simbiosis y otras formas de relacionamiento horizontal. Por ejemplo, afirmaba que en tanto los ecosistemas podían ser vistos como una “red de alimentación", donde hay relaciones recíprocas entre plantas y animales, las que no pueden ser representadas por una pirámide sino por círculos, por lo cual todas las especies, se encuentran en una matriz de “interdependencias”. Este tipo de descripciones ecológicas eran muy endebles, y no siempre se corresponden con el conocimiento disponible sobre el funcionamiento de los ecosistemas. Pero a pesar de esas limitaciones, sus propuestas políticas eran mas robustas, y en particular el llamado a un compromiso social en la temática ambiental.

En la década de 1980, esa fuerte énfasis en los aspectos sociales y políticos de la temática ambiental llevó a que Bookchin estuviera envuelto en una fuerte polémica con la otra corriente preponderante en aquellos días: la ecología profunda, inspirada en los trabajos del filósofo noruego Arne Naess. La ecología profunda tenía la particularidad de enfatizar la experiencia individual y personal frente a la Naturaleza, por lo tanto era sobre todo una ética ambiental en cierta medida individualista, y con una fuerte tendencia a quedar resumida en una estética de contemplación del ambiente. Bookchin cuestionaba duramente esos aspectos y reclamaba un componente social y político más enérgico, ya que concebía que cualquier forma de ambientalismo necesariamente debía cuestionar las relaciones sociales de poder.

Aquellos fueron años de crítica vertiginosa y aguda. Bookchin cuestionaba diversas ideas de la ecología profunda, y a los pocos meses aparecían artículos de los seguidores de Naess especialmente en Estados Unidos y Canadá. La discusión pública por momentos fue amarga, pero sirvió para difundir las posturas de esos dos pensadores, y alimentó la reflexión.

En los últimos años Bookchin continúo con su particular visión de la ecología social, pero se alejó del pensamiento libertario tradicional, y derivó hacia el “comunalismo”. Mantuvo una extraordinaria energía para el debate, y un estilo de escribir por momentos ácido. Pero su estilo personal no permitió crear una corriente más amplia de seguidores y acompañantes. Más allá de estos contrastes, Bookchin sin duda representa un exponente destacable en el campo de la reflexión, pero también en el compromiso, con los temas sociales y ambientales.




Murray Bookchin (1921- 2006), in memoriam.

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