Trágica Carbozulia
En el Estado Zulia todavía no alcanzamos, y lo digo con sentida ocupación, un modo de vida que termine de zafarse del modelo minero terrófago y comience a volar por derroteros ya no tan utópicos afines a la autogestión y a la productividad cualitativa cercana al curso evolutivo de los diversos ecosistemas que poseemos en la Cuenca del Lago de Maracaibo. Hablo de economías alternativas, creadoras y emancipadoras donde germine el rostro de los colectivos humanos que trabajan prácticas ancestrales que en nada dependen de explotaciones gasíferas, petroleras para su devenir en el tiempo.
Ante el avance de la frontera agrícola que se traduce en deforestación y que amenaza con poblar de reses las insaciables bocas del ciudadano mal nutrido de hoy, hay un drama no develado, una historia no contada que se diluye en la caja feliz y en el juguete fosforescente de las trasnacionales de la hamburguesa. Los bosques de nuestra Serranía de Perijá resultan inútiles ante la mirada de los hacendados que todo lo tornan entrada y salida de capitales. Cuando más, se asume en la región este escenario de biodiversidad y humedad como espacio poblado de seres revoltosos, armados hasta los dientes en prácticas ilícitas donde lo que menos abunda es la bienaventuranza. Y todas estas variables pasan incógnitas, deformadas y mal apreciadas por el colectivo zuliano ante la carencia de investigadores del área biológica y social que arriesguen más que sus títulos académicos a la hora del desciframiento y difusión de las maravillas aún incógnitas.
Perijá no puede destinarse para núcleos de desarrollo endógeno dependientes de una explotación minera de carbón a cielo abierto, so pretexto de que el mismo contiene poco azufre y alto poder calorífico. Perijá no puede ser zona de sacrificio por un modo de integración latinoamericana que privilegia la infraestructura antes que el alma de nuestros pueblos. Cuando de armatostes se habla, abundan las cifras y los datos estadísticos puntuales pero nada sabemos (proporcional y sentidamente hablando) de proyectos para fortalecer la calidad de vida de nuestras cinco etnias presentes en la región, nada sabemos de sus tierras y sus sueños, nada se habla de sus territorios ancestrales y solo vemos violencia selectiva, sicariato, golpizas mal investigadas por instituciones del Estado.
Nuestra Corporación Zuliana para el Desarrollo (Corpozulia) no termina de deslastrarse de lo que el Presidente llama neoliberalismo salvaje. En un peligroso enfoque, se hermana en los actuales momentos a una descarada campaña mediática que abona el terreno para la entrada del capital minero brasileño (Corporación Vale Do Rio Doce) y así convencer a los ignorantes de la capacidad de esta corporación (¿?) para minimizar impactos ambientales. ¿Minas Jardines? En un desenfreno cromático se inundan las páginas de la prensa local para desdibujar el clamor mayoritario de la no explotación del carbón en el piedemonte perijanero. Nada se dice de los enfermos de pneumoconiosis (dantesca patología provocada por las partículas del carbón presentes en la zona minera). Nada oímos de los entes del Estado, salvando la digna posición de la actual Ministra de Ambiente, Jacquelin Farías, para en colectivo debate fomentar la formulación y accionar que termine de generar más calidad de vida en los municipios Mara y Páez sin la perniciosa y bochornosa influencia de un modelo de economía altamente impactante de la salud humana y planetaria como lo es la explotación de carbón.
Trabajar lo que la ecología como ciencia nos ha develado, lo que la historia patria y su sangre y lágrima nos reclama debe ser el camino. No se crece y no se desarrolla (en el mejor entendido de la palabra) un colectivo a partir de los designios atrasados de un ente gubernamental que concentra su voz hacia las bondades y fantoches del oropel minero, efímero y trasgresor de la sonrisa que aun le debemos a Bolívar.
Suele endilgársenos la tilde de “eco terroristas”, de “mafia verde” y jamás se nos invita a la discusión en espacios abiertos, plenos de comunidades y por ende de contradictorias y complejas historias de vida. Leves intentos de diálogo se circunscriben a jaulas confortables de oficinas de la urbe marabina. Las propuestas están cristalizándose en juntez con los indígenas y campesinos pues solemos visitarles sin camionetas ni logos corporativos, sin mesiánicas jornadas odontológicas que en nada se fundamentan con un plan estructural basado nada más en la calidad de vida y sí en el ablandamiento del terreno para convencer a los infieles hacia el camino del azufre y la mina jardín del progreso.
Retamos públicamente a la Corporación para el Desarrollo Zuliano a que desnude sus intenciones de capital y lucro inmediato. El mundo ya aprendió la lección de la Revolución Industrial y su hollín asfixiante. Basta de estrategias disque integradoras, disque rentables. Exigimos del Ministerio del Ambiente y de las Fuerzas Armadas Venezolanas la contraloría ambiental que debería, en juntez con las comunidades afectadas por los planes expansivos e impactantes de la explotación minera del carbón, ejercerse en los actuales momentos. La soberanía, la integridad político-territorial, la pluriculturalidad, la multietnicidad, la diversidad biológica, el agua, el latido de los sectores rurales y urbanos de la costa occidental del Estado no pueden y no deben esperar más.
Por convencidos de que la verdad histórica que nos nutre no es contraria a lo que se construye con inmenso esfuerzo local, regional y nacional desde que apostamos por un nuevo país y un nuevo republicano hermanado a los ideales de Simón Bolívar, José Antonio Sucre, Simón Rodríguez, Francisco de Miranda, seguimos en la lucha digna, de altura, con cifras, con datos científicos que hablan de lo negativo de este empuje económico aliado al carbón. Creemos como Aquiles Nazoa en los poderes creadores del pueblo y no en los acuerdos exógenos de corporaciones (¿?) que se vanaglorian de poseer en sus juntas organizativas a, óigase bien, representantes indígenas, que en nada padecen y en nada asumen el digno y combativo espíritu de resistencia y verdad que les asiste a nuestras etnias barí, yukpa, japreria y añú desde hace más de 513 años de resistencia indígena.
Que germinen los caudales y los idiomas indígenas alcancen su espacio de decir y hacer, sin dependencias ni mendicidades. Que el Estado seamos todos y que todos sintamos el profundo y telúrico latido que el ramal norte de la cordillera oriental andina que llaman Perijá, representa. Para conocer sus páramos y su especie única de frailejón, para seguir creyendo en sus felinos, aves multicolores y mariposas con alas de azul eléctrico. Para entender que si trastocamos y deforestamos, si mentimos al colectivo y dragamos ríos cuyos cauces abastecen las ciénagas del Catatumbo, no habrá más relámpagos para defender como Patrimonio de la Humanidad. No habrá más que fincas sembradas de reses y desiertos verdes (monocultivos) ajenos a la vida diversa en su exuberante y dinámico curso de asombros. No habrá más que cicatrices mineras, terraplenes donde seguir abultando las enfermedades pulmonares.
Según el Informe Ejecutivo: “Situación Actual de la Explotación de Carbón en el Estado Zulia” (Julio 2005) del Ministerio del Ambiente, la expansión de la explotación carbonífera actual traerá los siguientes impactos negativos: Aumento de la afectación de los recursos naturales, afectación localizada de la calidad del aire, minimiza empleo agro turístico, aumento considerable de la concentración de sulfatos aguas arriba de los embalses (Manuelote y Tulé) y su sedimentación. Disminución de la cantidad aguas superficiales y los niveles freáticos; poblaciones desplazadas y pérdida de identidad cultural, aunada a la pérdida de biodiversidad.
Basados en el artículo 128 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sobre el modelo de desarrollo sustentable del país y considerando: Que nuestra fuente de energía está basada en Petróleo. Que el Carbón y el petróleo son recursos naturales no renovables. Que ambas actividades son de alto impacto ambiental. Que el país no demanda consumo de carbón como fuente energética y se exporta la mayor parte de la producción a los Estados Unidos. Que en el país se viene desarrollando toda una infraestructura para la explotación de gas natural como fuente alternativa de energía. Que al comparar el aporte al PIB de ambas actividades, la petrolera supera ampliamente al generado por la explotación de carbón. Vale la pena preguntarse: ¿Sobre qué base se sustenta la expansión de la explotación carbonífera en el estado Zulia?
Del verdor y de la clorofila, de la biodiversidad aún inexplorada y poco entendida, de los cauces de ríos sanos y no desgarrados, de los espacios ancestralmente habitados por indígenas queremos hablar. Perijá no se cuadriculará en sectores de negocios, no hay concesión para la voracidad de capitalistas camaleónicos, no cuando todavía existan y sigan fortaleciéndose fulgores de dignidad y ganas de decir y hacer desde la convicción heredada de próceres de carne y hueso, de miradas y lágrimas y no de efemérides y días festivos.
Ante el avance de la frontera agrícola que se traduce en deforestación y que amenaza con poblar de reses las insaciables bocas del ciudadano mal nutrido de hoy, hay un drama no develado, una historia no contada que se diluye en la caja feliz y en el juguete fosforescente de las trasnacionales de la hamburguesa. Los bosques de nuestra Serranía de Perijá resultan inútiles ante la mirada de los hacendados que todo lo tornan entrada y salida de capitales. Cuando más, se asume en la región este escenario de biodiversidad y humedad como espacio poblado de seres revoltosos, armados hasta los dientes en prácticas ilícitas donde lo que menos abunda es la bienaventuranza. Y todas estas variables pasan incógnitas, deformadas y mal apreciadas por el colectivo zuliano ante la carencia de investigadores del área biológica y social que arriesguen más que sus títulos académicos a la hora del desciframiento y difusión de las maravillas aún incógnitas.
Perijá no puede destinarse para núcleos de desarrollo endógeno dependientes de una explotación minera de carbón a cielo abierto, so pretexto de que el mismo contiene poco azufre y alto poder calorífico. Perijá no puede ser zona de sacrificio por un modo de integración latinoamericana que privilegia la infraestructura antes que el alma de nuestros pueblos. Cuando de armatostes se habla, abundan las cifras y los datos estadísticos puntuales pero nada sabemos (proporcional y sentidamente hablando) de proyectos para fortalecer la calidad de vida de nuestras cinco etnias presentes en la región, nada sabemos de sus tierras y sus sueños, nada se habla de sus territorios ancestrales y solo vemos violencia selectiva, sicariato, golpizas mal investigadas por instituciones del Estado.
Nuestra Corporación Zuliana para el Desarrollo (Corpozulia) no termina de deslastrarse de lo que el Presidente llama neoliberalismo salvaje. En un peligroso enfoque, se hermana en los actuales momentos a una descarada campaña mediática que abona el terreno para la entrada del capital minero brasileño (Corporación Vale Do Rio Doce) y así convencer a los ignorantes de la capacidad de esta corporación (¿?) para minimizar impactos ambientales. ¿Minas Jardines? En un desenfreno cromático se inundan las páginas de la prensa local para desdibujar el clamor mayoritario de la no explotación del carbón en el piedemonte perijanero. Nada se dice de los enfermos de pneumoconiosis (dantesca patología provocada por las partículas del carbón presentes en la zona minera). Nada oímos de los entes del Estado, salvando la digna posición de la actual Ministra de Ambiente, Jacquelin Farías, para en colectivo debate fomentar la formulación y accionar que termine de generar más calidad de vida en los municipios Mara y Páez sin la perniciosa y bochornosa influencia de un modelo de economía altamente impactante de la salud humana y planetaria como lo es la explotación de carbón.
Trabajar lo que la ecología como ciencia nos ha develado, lo que la historia patria y su sangre y lágrima nos reclama debe ser el camino. No se crece y no se desarrolla (en el mejor entendido de la palabra) un colectivo a partir de los designios atrasados de un ente gubernamental que concentra su voz hacia las bondades y fantoches del oropel minero, efímero y trasgresor de la sonrisa que aun le debemos a Bolívar.
Suele endilgársenos la tilde de “eco terroristas”, de “mafia verde” y jamás se nos invita a la discusión en espacios abiertos, plenos de comunidades y por ende de contradictorias y complejas historias de vida. Leves intentos de diálogo se circunscriben a jaulas confortables de oficinas de la urbe marabina. Las propuestas están cristalizándose en juntez con los indígenas y campesinos pues solemos visitarles sin camionetas ni logos corporativos, sin mesiánicas jornadas odontológicas que en nada se fundamentan con un plan estructural basado nada más en la calidad de vida y sí en el ablandamiento del terreno para convencer a los infieles hacia el camino del azufre y la mina jardín del progreso.
Retamos públicamente a la Corporación para el Desarrollo Zuliano a que desnude sus intenciones de capital y lucro inmediato. El mundo ya aprendió la lección de la Revolución Industrial y su hollín asfixiante. Basta de estrategias disque integradoras, disque rentables. Exigimos del Ministerio del Ambiente y de las Fuerzas Armadas Venezolanas la contraloría ambiental que debería, en juntez con las comunidades afectadas por los planes expansivos e impactantes de la explotación minera del carbón, ejercerse en los actuales momentos. La soberanía, la integridad político-territorial, la pluriculturalidad, la multietnicidad, la diversidad biológica, el agua, el latido de los sectores rurales y urbanos de la costa occidental del Estado no pueden y no deben esperar más.
Por convencidos de que la verdad histórica que nos nutre no es contraria a lo que se construye con inmenso esfuerzo local, regional y nacional desde que apostamos por un nuevo país y un nuevo republicano hermanado a los ideales de Simón Bolívar, José Antonio Sucre, Simón Rodríguez, Francisco de Miranda, seguimos en la lucha digna, de altura, con cifras, con datos científicos que hablan de lo negativo de este empuje económico aliado al carbón. Creemos como Aquiles Nazoa en los poderes creadores del pueblo y no en los acuerdos exógenos de corporaciones (¿?) que se vanaglorian de poseer en sus juntas organizativas a, óigase bien, representantes indígenas, que en nada padecen y en nada asumen el digno y combativo espíritu de resistencia y verdad que les asiste a nuestras etnias barí, yukpa, japreria y añú desde hace más de 513 años de resistencia indígena.
Que germinen los caudales y los idiomas indígenas alcancen su espacio de decir y hacer, sin dependencias ni mendicidades. Que el Estado seamos todos y que todos sintamos el profundo y telúrico latido que el ramal norte de la cordillera oriental andina que llaman Perijá, representa. Para conocer sus páramos y su especie única de frailejón, para seguir creyendo en sus felinos, aves multicolores y mariposas con alas de azul eléctrico. Para entender que si trastocamos y deforestamos, si mentimos al colectivo y dragamos ríos cuyos cauces abastecen las ciénagas del Catatumbo, no habrá más relámpagos para defender como Patrimonio de la Humanidad. No habrá más que fincas sembradas de reses y desiertos verdes (monocultivos) ajenos a la vida diversa en su exuberante y dinámico curso de asombros. No habrá más que cicatrices mineras, terraplenes donde seguir abultando las enfermedades pulmonares.
Según el Informe Ejecutivo: “Situación Actual de la Explotación de Carbón en el Estado Zulia” (Julio 2005) del Ministerio del Ambiente, la expansión de la explotación carbonífera actual traerá los siguientes impactos negativos: Aumento de la afectación de los recursos naturales, afectación localizada de la calidad del aire, minimiza empleo agro turístico, aumento considerable de la concentración de sulfatos aguas arriba de los embalses (Manuelote y Tulé) y su sedimentación. Disminución de la cantidad aguas superficiales y los niveles freáticos; poblaciones desplazadas y pérdida de identidad cultural, aunada a la pérdida de biodiversidad.
Basados en el artículo 128 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sobre el modelo de desarrollo sustentable del país y considerando: Que nuestra fuente de energía está basada en Petróleo. Que el Carbón y el petróleo son recursos naturales no renovables. Que ambas actividades son de alto impacto ambiental. Que el país no demanda consumo de carbón como fuente energética y se exporta la mayor parte de la producción a los Estados Unidos. Que en el país se viene desarrollando toda una infraestructura para la explotación de gas natural como fuente alternativa de energía. Que al comparar el aporte al PIB de ambas actividades, la petrolera supera ampliamente al generado por la explotación de carbón. Vale la pena preguntarse: ¿Sobre qué base se sustenta la expansión de la explotación carbonífera en el estado Zulia?
Del verdor y de la clorofila, de la biodiversidad aún inexplorada y poco entendida, de los cauces de ríos sanos y no desgarrados, de los espacios ancestralmente habitados por indígenas queremos hablar. Perijá no se cuadriculará en sectores de negocios, no hay concesión para la voracidad de capitalistas camaleónicos, no cuando todavía existan y sigan fortaleciéndose fulgores de dignidad y ganas de decir y hacer desde la convicción heredada de próceres de carne y hueso, de miradas y lágrimas y no de efemérides y días festivos.
* Biólogo. Docente UBV-Sede Zulia. / ncifuentes@cantv.net
Maracaibo, 23 de octubre de 2005.
A propósito de la celebración de los 27 años de Carbozulia, filial de Corpozulia.
Maracaibo, 23 de octubre de 2005.
A propósito de la celebración de los 27 años de Carbozulia, filial de Corpozulia.
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