sábado, marzo 13, 2021

América diseccionada

 

Octavio Armand

Poeta y ensayista.


Revista: Imagen. Octubre-Noviembre 2005, año 38, Nº 4. Ministerio de la Cultura.

Yo ensayo. p. 67.

 América diseccionada

 

Octavio Armand (Guantánamo, Cuba, 1946) se adentra en un continente que, apenas pisado por los europeos del siglo XV, más que descubierto fue imaginado. Un territorio de amazonas, sirenas, monstruos, utopías. Los siguientes fragmentos, verdaderos prodigios nacidos de la combinación del relato histórico con la representación natural, pertenecen al libro El aliento del dragón, publicado este año (2005) por Ediciones Casa de la Poesía Juan Antonio Pérez Bonalde, dentro de su colección Papeles de la Casa.

 

 [Suma Cum Fraude]

 América como Mundus Minimus

 

*El caso de las naves de los locos no es único. La relación entre enfermedad y movimiento es característica de las enfermedades móviles y por ende de las curas por traslatio, que abundan en la medicina medieval y siguen siendo de suma importancia en la medicina popular de nuestros días. Un libro publicado hace unos años en Estados Unidos, Magical Medicine, de Wayland Hand, reseña este aspecto mágico de la ciencia, dedicándole todo un capítulo: “The Magical Transfer of Disease”.

 

El tema es vastísimo y por supuesto interesó a los clásicos de la medicina renacentista. Uno de los capítulos de Des monstres et prodiges, de Paré, se ocupa “De ciertas extrañas enfermedades”. Ahí aprendemos, por ejemplo, que para curar la tos basta con escupir en la boca a una rana roja y luego dejarla escapar. Una fiebre intermitente cuartanal  es susceptible también de una cura por traslatio: se meten recortes de uña del paciente en una tira de lino, se amarra el tejido al cuello de una anguila viva que inmediatamente será soltada al agua.

 

Este libro de Paré, que data de 1573, forma parte del surgimiento de la genética moderna. Luego veremos lo que esa nueva genética le debe a América de su decisiva contribución a la modernidad: la inserción de lo sobrenatural en el discurso de la naturaleza. Por ahora basta echar una anguila viva, una rana roja, una nave llena de endemoniados personajes.

 

*Sin duda alguna es en la histeria donde resulta más estrecha la relación entre enfermedad y movimiento. La histeria era considerada literalmente – de ahí su nombre- como un movimiento del útero. Según Areteo de Capadocia, la matriz está dotada de voluntad propia, ya que, asegura en De causis et signis acutorum morborum, es “un animal dentro de otro animal”. La histeria, movimiento del útero, asoma así como parte de una zoología doblemente fantástica. La matriz no sólo es un animal dentro de otro, sino que posee una naturaleza muy particular, entre cuyas características figuran la inestabilidad y una marcada tendencia a errar. Se deleita con olores suaves y la repelen los nauseabundos. Por eso, cuando descendía dentro del cuerpo envolvente, se le obligaba a regresar a su posición normal haciendo que la mujer oliese perfumes o fumigando sus genitales con terribles olores.

 

*“También deben hacerse tres disecciones en el cuerpo femenino – había escrito Leonardo hacía unos años-, donde radica el gran misterio de la matriz y de su feto”. Vesalio, sin embargo, sólo pudo disecar el cuerpo femenino en muy contadas oportunidades. ¿Tres?. ¡tres mil!, se diría el notable anatomista. Lamentablemente tuvo que contentarse, para sus observaciones y dibujos, con informes de autopsia y cadáveres proporcionados por violadores de tumbas, no de mujeres.

 

*El riesgo, por supuesto, era grande. Pero la curiosidad aún mayor. La previsible combinación de química de riesgo y curiosidad dio por lo menos un saldo imprevisible. Este Cadalso estrictamente científico no le temía a las muertas, pero sí a la muerte. Este Cadalso le temía al cadalso. Sobre todo cuando la muerta, la que ahora mismo vamos a examinar brevemente, era, había sido, es decir, fue, la concubina de un monje más amigo de los malos hábitos que del suyo propio. Un monje cuyo mandamiento favorito era el sexo, no el sexto. Al enterarse de la muerte de esta altísima señora -lo escribo sin ironía: era altísima-, Vesalio y sus discípulos se llevaron el cadáver de su lecho último, o penúltimo en este caso, a una mesa de disección. ¡Mejor se hubieran llevado un paraguas o una máquina de coser! El monje y los familiares de la dama armaron tremendo escándalo y el pobre médico sin remedio tuvo que desmembrar y desollar la carne.

-¿Escándalo? ¡Escóndalo!

 

*El caso de la América entonces recién descubierta por Europa se parece bastante al de esta mujer robada por Vesalio y sus falo-travellers. Los primeros cronistas simultáneamente la dibujaron y desdibujaron. Unos fueron obligados a hacerlo. Recuérdese el apretado juramento exigido por Colón a sus tripulantes: morderse la lengua o perderla. Otros lo hicieron inconscientemente. O por un inconfesable resentimiento. Lo cierto es que para retratar a América primero había que retractarla. Había que borrarle su identidad. Por eso no se descubren sino que se inventan las Indias. Se logra así una conquista sumarísima y permanente: aquí jamás habrá historia sino ficción.

 

*El mapa se llena de tetas y pezones. La tierra es un cuerpo de mujer. En 1503, Bonacciolus publicará su notable tratado sobre la anatomía de la mujer y la formación del feto. Diez años antes en 1493, cuando Colón hace su recalada en las Indias Occidentales, los órganos de reproducción femeninos habían sido utilizados para la primera representación naturalista en libro impreso de un órgano interno del cuerpo humano. Esa representación figura en la segunda edición de Fasciculus medicinae. En la primera, de 1491, no aparecía. Lo que media entre esas dos fechas no es un año más, sino el nacimiento de la mitad del mundo. Me pregunto, otra vez: esta reproducción por imprenta de los órganos de reproducción femeninos, ¿no revela siquiera oblicuamente el interés por ese nuevo mundo o cuerpo escondido que era América?

 

*Los territorios se abren como cuerpos  y los cuerpos se abren como territorios. Expediciones y disecciones van poniendo al descubierto los tejidos de mil extraños mundos. Esos tejidos pasan al conocimiento como textos y muy particularmente como textos visuales. O sea, utilizando otros términos, perversos y en este caso de doble filo, los tejidos son colonizados.

 

*¿Cómo olvidar, al afirmar que los territorios se abren como cuerpos y los cuerpos como territorios, que esos cuerpos son cadáveres? La historia rápidamente se convierte en una lección de anatomía. Entre las primeras imágenes de América que circulan en Europa se destacan los grabados de Théodore de Bry que acompañan la traducción al latín de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, publicada en 1598. Esas imágenes muestran el lado más siniestro de lo que he querido decir al afirmar que se dio una implícita sinonimia entre texto, cuerpo y territorio. Esas Indias destruidas, esas tierras y culturas que son cuerpos descuartizados, muestran cómo terror y territorio se entretejen, se confunden y así crecen. Nuestros mapas son también clases de anatomía. Aquí nace el cadáver perpetuo y perfecto. El cadáver por antonomasia. Nace ese otro que dicen que somos. Nuestra historia es la orilla, el origen del otro. La biografía de nadie. Tu autobiografía, fulano.

 

Las pesadillas de Solino

 

*En el primer capítulo de Des monstres, publicado en 1573, Paré enumera las causas de los monstruos. Hay trece causas posibles en total. La gloria de Dios es la primera; su ira, la segunda. La decimotercera -el número mismo es mágico- vuelve a situar la causalidad en una órbita teológica: diablos y demonios son agentes de deformaciones. Es evidente que al abrir y cerrar la enumeración con lo sobrenatural, Paré ha querido establecer un marco dogmático. Ese marco, que revela una justificada cautela, es un forro prescindible, una cáscara para el contenido propiamente científico. Ajustando el enfoque a lo que hoy entenderíamos por los términos monstruo o prodigio, ya que Paré incluye entre éstos a los casos de mutilaciones practicadas por mendigos para grotescos fines profesionales, la causalidad aquí establecida se basa predominantemente en la cantidad y  el tipo de semen.

O sea, al instaurar esta mecánica del caos Paré ha vuelto a la medicina antigua, particularmente a Hipócrates y Aristóteles. La abundancia o escasez de semen determina la falta o el exceso de ciertos miembros en el engendro. Asimismo, la mezcla de diversos tipos de semen, en caso de cópulas con animales, por ejemplo, produce seres que participan en una doble naturaleza: mitad animal, mitad humana. Estos argumentos, tanto los que se deben a la cantidad de semen como los que parten de la calidad del mismo, resultan desorbitados, casi folclóricos. Pero lo que hay que subrayar es la ausencia de una causalidad sobrenatural. Aún los casos más extraños hallan su explicación dentro del orden de la naturaleza.

 

* Los tratados de genética se apartan del bestiario. Los prodigios de la naturaleza se separan de los monstruos fabulosos. Otro tanto sucede con los mapas. Entre el siglo IV y el XIV debían más a la doctrina de la iglesia que a la geografía. Los cartógrafos habían olvidado las recomendaciones de Tolomeo: era imprescindible una aproximación científica. Como consecuencia de este olvido, reseñaban no sólo tierras imaginarias, sino seres absolutamente monstruosos. Las tierras imaginarias -tal vez podríamos decir intuidas o por descubrir- eran un acicate para la navegación. Los monstruos y antropófagos que poblaban la periferia del mundo conocido representaban el inmenso peligro que la curiosidad geográfica entrañaba.

Eran algo así como el límite psicológico o doctrinario -la frontera no había nacido todavía- que separaba al hombre de nuevos mundos. Más amenazantes que la vastedad del mar o una terrible tormenta, esos monstruos añadían por doquier el abismo del miedo[1]  a la configuración del planeta. La distancia en sí, la distancia como zanja abierta allí donde el límite señalaba el pánico a un tropezón con el infinito, era concebida como una monstruosidad voraginosa, devoradora. En los confines del mundo y del hombre mismo, que siempre halla las orillas más remotas en su propio inconsciente, la distancia insinuaba frutos prohibidos. De ahí que lo desconocido, semillero de infinitos, generara monstruos.

 

* Llegará un momento en que América misma expresará una nostalgia del monstruo y de la ficción. Exhaustas las fuentes que casi obligaban a confundirla con un oscuro mundo mitológico, como si a orillas de sus grandes ríos nacieran otra vez los dioses y su historia fuera un espectacular regreso al minoico o al Génesis, y a todas luces incapacitada para encarnar dentro de su propia realidad, América parece decidida a aceptar el papel que le asignaba Solino. Muecas, máscaras, gestos deslumbrantes: facciones de la ficción y ficción de las facciones. El desorden añora al caos. Una realidad engañosa y postiza, no es sorprendente, se muestra deseosa de una verdadera aunque ingenua ficción. Esa ficción puede ser Las eras imaginarias, Cien años de soledad o treinta años de revolución. Puede ser el Manual de zoología fantástica de Borges, el “Día Mundial del Animal Viviente” de Monterroso. El Bestiario de Arreola o el de Cortázar. Puede ser, en suma, Rubén Darío o José Lezama Lima. Es legítimo pensar, ante la desmesura de sus obras, que Solino tenía razón: estas tierras están pobladas de monstruos.

*Al agotarse el caudal de sus raras novedades, América obligó a Europa a viajar por el territorio más extraño de todos: la imaginación. Gulliver y Swift, Robinson y Defoe, el capitán Nemo y Verne, héroes y escritores tenían que sumergirse cada vez más en la imaginación para satisfacer el hambre de extrañeza. Pero aun Frankenstein no era sino un viaje al espejo. El siglo pasado, gracias a Alicia, Europa al fin pudo traspasar su imagen sin convertirse en flor. La novela gótica, el bestiario, la ciencia ficción, las matemáticas y el infinito exacto del ajedrez se juntan, no para aterrar al hombre, sino para entretener a los niños. Freud también atravesaría el espejo para explorar, con el psicoanálisis, otro extraño territorio: el inconsciente. En ese mundo atenaceado por el deseo y el terror hallaría que hasta los niños mismos son monstruos. Los sueños son la épica disimulada de nuestra propia [¿vida/existencia/inconsciencia?]


 [1]Entiendo acá hay una luminosa revelación ¿epifánica? Entre el abismo del miedo, entre el “distanciamiento”, la “zanja abierta” que otrora aún percolaba en el “mapeo” del mundo conocido y por conocer ¿descubrir? Y lo que ahora, ya no existe y que en tiempos de hiperconectividad y alta sofisticación de dispositivos tecnológicos (siglo XX/XXI) -asumidas como expresiones del progreso y desarrollismo/crecimiento ilimitado- nos revela una ausencia acomodaticia /ventajista para la plutocracia de “no reconocer límites”, “no reconocer fronteras”. La pura razón instrumental cientificista y técnica universalizada por su disque basamento  matemático comprobable/demostrable/objetivo que ha mermado la vida diversa y explotado hasta lo más abyecto al ser humano en su “soberbio y valiente” (Juan sin miedo diríase) avance erosivo suicida/ecocida.

 

Debe existir límites, fronteras, lugares intocables para la avaricia expoliativa capitalista neoliberal.

 

Y pienso más...

 De allí que ando pensándome en una tesis que suene/baile/grite, piense, dude y camine hasta sudar revelaciones intitulada así:

Desarrollismo sustentable como praxis ecocida.

 Ó del metarrelato/estribillo de la Modernidad basado en la acomodaticia praxis desarrollista que no asume la ausencia de límites en un mundo finito 

 Otra recomendación:

Buscar Nicolas Hartmann: El patio de los objetos. Desde la ciudad hasta los satélites.

Occidente tiene miedo al vacío -horror vacui- y produce artefactos, productos, cosas, mercancías (commodities) para frenar ese "abismo de miedo"

 

 

2 Comments:

Blogger Angel Oroño García said...

Hola Nica. He leido todo el ensayo. Es extraordinario. Hay comparaciones que son brillantes, creo que tienes muy buen enfoque. Eso me obligo a leerlo en su totalidad,pero al final (no se si por tiempo) pareciera que cortaste o frenaste bruscamente.....cuestion dde mi percepcion. Sin embargo, deja en suspenso muchas cosas y eso creo que es bueno, para darle mayor fuerza y continuidad a una proxima entrega.
PD. Disculpa mi falta de acentuacion, el teclado de mi tabla no me ayuda mucho. Sigo comentandote por otra medio

10:55 a. m.  
Anonymous Cano said...

Querido hermano Angel. Sin acentos igual te respondo que esto es un extracto de un ensayo de Octavio Armand, cubano. Yo estoy entrando a estos jardines del decir y del hacer pues ya se trenzan en mi la necesidad de descolonizar las ciencias naturales y entender mas la geohistoria que nos habita y nos redime de tnata expoliacion maquinista, neoliberal. Claro que recorde y recuerdo permanentemente a Carlos Contramaestre con su Mudanza del Encanto y a Francisco Herrera Luque con sus Viajeros de Indias. Necesitamos avanzar hacia la praxis y el decir que grite y camine lo que somos en medio de nuestros huracanados tiempos y espacios. Creo que es menester atizar debate sobre esta terrible trama europea con pretensiones universaliostas que nos arropo hasta callar nuestras voces y cuerpos. No podran y en este ironico y luminoso ensayop hay claves nitidas para seguir desfaciendo entuertos en ese sentido. Te abrazo y claro... el suspense seduce la tertulia. Conversaremos!!! lo se. Abrazo agradecido por tus palabras

10:05 a. m.  

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