Agradeciendo la vida perdurable de Aquiles Nazoa
Por: Nicanor Alejandro Cifuentes Gil
Son
estas breves líneas un justo y personalísimo reconocimiento para un ser humano revelador
de la hermosura presente en las cosas más sencillas.
No
se trata de arrimar retórica al inmenso legado que desde la humanidad de Aquiles
Nazoa aún germina frutos para las coyunturas dolorosas donde más urgen la
esperanza y la insistencia creadora del pueblo humilde.
No
querré adornar los colores ya presentes en el trovar, en el cantar, en el
humorado verso del poeta y humorista Aquiles. Hace años en mí retumba el Credo de
Nazoa como opción de vida que me nutre de afectos y señala sendas por donde es
vital avanzar como matria.
Ahora
sé que la venezolanidad no nada más radica en lo que nos legaron quienes nos
antecedieron forjando identidades con su bendita porfía en querer ser
soberanos, dignos pese al destino de oprobios que unos poquitos vendidos y
grises quisieron imponernos.
En ese polícromo y reverberante cúmulo de
maravillas y dulces creaciones también se asoman como primordios vegetales, en
esto de asir la venezolanidad, las luchas que nos empinarán a las inéditas
insistencias porvenir, a las más luminosas pinceladas capaces de revelarnos
dignos y abrazando un mundo donde quepan muchos mundos. La lucha que libramos
nos define.
Hemos
de luchar no nada más para la resistencia sino para ser como voces plurales,
como cuerpos danzantes gozosos en la entrega de nuestra latencia, nuestro aroma
de poblada tejida de sueños y vuelos porvenir. Indómito ser labrado de duras lecciones.
En
esa insistencia a la que hemos destinado la más ardorosa nitidez de nuestros
anhelos libertarios se adosa como tejido, como hilos entreverados la eco-militancia
que no es más, así lo creo con fervor, que la argumentada y sensible esperanza de
mutar la dolorosa herida que la desesperanza conocida como Modernidad asestó
sobre las aguas, los suelos, los mares, bosques, hombres y mujeres de nuestro
sobrecalentado planeta.
Y
esta manera de creer y crear desde la salvaguarda de lo vivo a “la tribu de los
vivos” donde nos encontramos inmersos encuentra en el fraseo (más que poético)
de “vida perdurable” del poeta Aquiles Nazoa el ímpetu necesario para alzar su
puño en alto y decir desde nuestra venezolanidad al mundo arrinconado que
podemos y debemos trovar las siembras que vendrán desde lo que sentimos debe
ser perdurable: la vida toda.
Por
ello escribo estas palabras en agradecimiento a este húmedo insumo, bonito
gesto del poeta risueño porque urge y convoca a zafarnos de aturdimientos en
nada nuestros para despuntar como alba las verdades que el pueblo campesino, el pueblo pescador
con toda la violencia arrinconándoles en su existencia aún han sabido ondear
sin que en nuestras urbes de taquicardia, la más de las veces sepamos escuchar
sus colores, saberles en su canto de siglos.
En
Nazoa encontré la textura pulida de la poética para no morir de tecnocracia y
luto burócrata. En Aquiles hallé gesta de palabra hecha acción, pan, canto,
compromiso y labor cotidiana para que la ecología no sólo sea accionar de
academicistas y taxónomos de la naturaleza.
Una
proeza, lo siento así, creer en esto como desafío alcanzable para iluminar de
sentido y plenitud la aspiración por no morir de consumo y mercantilización,
para no perpetuar desconexiones de la orgánica que somos hace rato tabicada y
jerarquizada en instancias que aturden de sinsentido.
Poblarse
de sencillez y detalle para poder ser humildes ante la creación vital, lograr
ensanchar la maravilla de la perdurabilidad por encima de fragmentaciones,
sequías, incertidumbres, extinciones, deshielos y llantos.
Aquiles
permea la coordenada terca de insistir sin desmayo en poéticas donde afloren
las potencias más nobles de nuestra humanidad. Creer en el amor y en el arte
como vías hacia el disfrute de la vida perdurable me revelan asombrado y
sensible que en Aquiles Nazoa se dibuja la ética bolivariana de darnos la digna
vida posible que el estertor bituminoso del petróleo y la alienación yanqui han
postergado.
Creo
en esto como energía que moviliza y religa mis decires y haceres, como
convicción de clara luz que en medio de oscuranas atrae certezas para triunfar
en defensa de la vida.
Semilla
de luz, curva de agua, huella y ala de libélula esta potencia creadora
inextinguible, indómita e innegociable que del pálido papel desenrolla sus
sueños para broncear con sudores su andar por este diverso mundo.
Gracias
amoroso Aquiles por tu palabra caminante que siempre renace.
Domingo, 17 de mayo de 2020.
En
el centenario del poeta venezolano Aquiles Nazoa.
El Amarillo, Municipio Los Salias, Estado Miranda.
República Bolivariana de Venezuela.
2 Comments:
que hermoso, pertinente, preciso y contundente texto Nica Alejandro, nos sigue Aquiles, por ahí, y por aca anda. un abrazo hermano.
Excelente profesor muy pertinentes esas palabras.
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