Maracaibo ancestral: “la tinaja del sol”
Asistimos
agradecidos al acto organizado por la alcaldía de Maracaibo, donde
su titular, el licenciado Willy Casanova, nos honró con la novísima
Orden Cacique Nigale, y el gobernador Omar Prieto engalanó el evento
con su presencia y su distinción honorífica al joven burgomaestre.
Se
trató de un
espacio de reflexión sobre nuestro devenir histórico, un ejercicio
liberador en tanto dedicamos este tiempo a buscar la verdad, más
allá de los hábitos impuestos y de la flojera para pensar en lo
trascendente. Esto fue lo que hizo Bolívar: un inmenso esfuerzo de
memoria histórica de nuestro pueblo, lo que le dio sustento, razón
e inspiración a su gesta insuperable. Porque al hurgar en los
enmohecidos baúles de la historia, la que se nos negó para
dominarnos, estamos combatiendo el colonialismo, la explotación, la
opresión, y estamos promoviendo el conocimiento, la igualdad, la
libertad, la soberanía, la ética, la educación, la cultura; y esa
fue la lucha fundamental del Libertador.
La
oportunidad fue propicia para exponer –como Orador de Orden- mi
tesis sobre la falsa “fundación” de la ciudad el 8 de septiembre
de 1529, ni en ninguna fecha de las que la historiografía oficial ha
sostenido contra toda convicción científica. Tales “ceremonias”,
herencias de la dominación colonial que dan continuidad a rutinas
manidas, trocadas en costumbres abominables, como ésta de celebrar
la invasión extranjera que esclavizó a nuestros antepasados y
cometió un genocidio en esta patria lacustre contra los primeros
maracaiberos: los añú.
Tres
de mis libros editados con mucho esfuerzo personal y familiar,
resumen mi aporte concreto para el redescubrimiento de nuestras
verdaderas raíces históricas y la reivindicación de nuestra
ancestralidad. Son ellos: 1) El Cacique Nigale y la ocupación
europea de Maracaibo (2001); 2) La Infundada “fundación” de
Maracaibo (2014); 3) Añun Nuku Karu, El Libro del Pueblo Añú
(2015).
Soy
militante de la historia como caminata hacia las verdades más
ocultas, a la vez que instrumento de conciencia social
transformadora. Creo, con el maestro Francisco Pividal, que “La
historia refleja siempre los intereses de la clase que está en el
poder. Los explotadores la desfiguran para llevar a los explotados a
la sumisión política, económica y social. La historia de los
explotados es siempre la anti-historia de los explotadores”.
Los
pueblos que pierden la conexión con su ancestralidad, se debilitan
como nación, y son presa fácil de las apetencias foráneas. El
espíritu colectivo se desvanece, y sus genuinos iconos identitarios
son suplantados por mitos alienantes. De allí viene la
transculturación como proceso de dominación que demuele valores
raigales y hace naufragar la pertinencia de la pertenencia. El
resultado son masas desideologizadas, más amorfas que heterogéneas,
más dispersas que diversas, más desprevenidas que empoderadas.
Ser
militante de esta necesidad de la verdad -“La
verdad es siempre revolucionaria”, dice Lenin- lleva implícito un
inmenso esfuerzo personal, doloroso y solitario, devorador de horas y
sembrador de insomnios. Pero irrenunciable obsesión, la cual, a
decir de Marc
Bloch “Sería infligir a la humanidad una extraña mutilación si
se le negase el derecho de buscar, fuera de toda preocupación de
bienestar, cómo sosegar su hambre intelectual”.
Me
formé desde muy joven leyendo en Marx y Engels que “las
ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época”;
y aprendí en 1976, con el discurso “Reformemos nuestro estudio”
del camarada Mao
Tse Tung, que “hay quienes no conocen en absoluto o conocen muy
poco la historia del país, pero no consideran esto una
vergüenza…Muchos eruditos, siempre que hablan, lo hacen sobre la
Europa; pero en
cuanto a sus propios antepasados, desgraciadamente, ya los han
olvidado”.
Por
eso sé que sólo la promoción masiva de la memoria histórica,
formará a nuestro pueblo para que sea realmente libre. Ello exige
políticas de Estado en educación y comunicación, que ya no se
pueden seguir posponiendo.
II
Esta
búsqueda insaciable de verdades truncadas, nos empuja por igual al
encuentro con las etimologías de nuestros idiomas ancestrales.
Descifrar las nombradías que la resistencia salvó del arrase
colonialista, es una tentación constante, una necesidad de
reconocernos desde el embrión más elemental de la palabra.
Quienes
se acercan recién a estas andanzas, me increpan sobre el significado
de Maracaibo. Les he dicho: voy a responderles cuidadosamente.
Según
Alfreso Jahn: “Todos los cronistas que han descrito los grupos
aborígenes del Lago, están de acuerdo en reconocer que la
denominación de Maracaibo fue tomada por los españoles del nombre
de un importante cacique o principal que tenía dominio sobre la
mayoría de las poblaciones indígenas del Lago" (Simón, 1882, pp.37.
Oviedo y Baños, 1940, pp. 22. Aguado, 1950, pp. 37. Arguellez y
Párraga, 1579, pp. 157. Oviedo y Valdez, 1959, pp.) Según otros
autores como Crevaux, la denominación de Maracaibo provendría del
vocablo indígena “Maracai”, el cual significa “tigre”
(Crevaux, 1883, pp. 446). Por su parte, Ernst sugiere que el término
podría derivar del vocablo indígena “Maracayar-mbo”, el cual
significa “pie de tigre” (Ernst, 1914, pp. 7)”.
Adolfo
Salazar Quijada señala que “no se conoce a ciencia cierta el
motivo, ni el significado exacto de esta voz que, desde sus comienzos
sirvió de nombre a la actual capital del estado Zulia". La versión
de Mara…cayó, no es más que una especulación popular, que ha
tomado fuerza por la dificultad de la ciencia toponímica para
explicar su etimología con precisión. El nombre de Maracaibo,
aparece en la cartografía histórica del Zulia desde el año 1552,
con una ortografía casi invariable. Un estudio toponímico a
profundidad es necesario para saber el origen y significado del
enigmático nombre de Maracaibo; sin embargo, existe la versión del
doctor Adolfo Ernst, quien señala que esta voz significa en lengua
guaraní y Caribe mano de tigre, cuestión que se habrá de
precisar mejor”.
Este
autor presenta dos posibles significados de “Mara”: “Mara es
voz Caribe con que se denomina a un árbol maderable, cuyas ramas
gruesas y tronco están casi todo el año desnudos de hojas, por lo
que se le conoce más comúnmente con el nombre de indio desnudo
(bursera simaruba). Mara, también es voz Caribe con que se denomina
a una especie de canasto”.
El
Hermano Nectario, escribe: “Sobre el origen del nombre de
Maracaibo, los historiadores han emitido opiniones en las cuales la
imaginación campea a veces más que la documentación histórica”.
Dice
Nectario que “algunos han creído acertar en el significado de
“Mano de Tigre” que dan al vocablo Maracaibo, al apuntar que
Maracayar, en idioma Guaraní, significaría tigre o jaguar, y el
sufijo bo, mano; mientras otros, con Juan de O’Leary, citado por
Carlos Medina Chirinos, afirman que en Guaraní la voz Maracaibo
quiere decir “río de los loros”…Esto evidencia que, para poder
acertar en la recta interpretación de este y otros nombres, el
conocimiento de la lengua de los Onotos sería requisito
indispensable”.
El
muy acucioso Nectario María da con la clave del asunto: el
conocimiento del idioma del pueblo originario de Maracaibo, que él
reincide en llamar –como los que llegaron con Alfinger- Onotos,
pero que son los Añú, mal llamados Paraujanos. En cierto modo
reconoce la imposibilidad de descifrar el asunto: “Por carecer
totalmente de documentos y bases para el estudio de este idioma, no
podemos formular un criterio acertado, lo cual nos obliga a reservar
nuestro asentimiento sobre el valor de las interpretaciones
expuestas, que sólo se dan con carácter informativo”.
Respecto
del lago, el primer nombre hispano con que lo bautizó Ojeda, fue San
Bartolomé. La palabra Maracaibo –en la escritura invasora- comenzó
a usarse a partir de la invasión de 1529: “En la boca del lago
estaba una isla situada más arriba de la de Toas, y a la cual los
indios decían Maracaibo, por ser el nombre del jefe o cacique
principal de aquella isla”.
El
grupo de Alfinger llamó al lago “de Nuestra Señora”, por la
coincidencia del 8 de septiembre con la Natividad de la Virgen. Sigue
Nectario: “con el nombre de Maracaibo, los Pemones-Bubures del sur
del lago designaban a una de sus poblaciones situada a la orilla de
un río principal, probablemente el Zulia”.
Detengamos
un momento la atención en estos dos últimos párrafos, y
destaquemos el hecho de que los españoles escucharon la palabra
Maracaibo en diversos lugares del lago. Primero la oyeron entrando
por la actual isla San Carlos, luego en la angostura del estuario en
alguna orilla del municipio Mara, y, para rematar, también se las
pronunciaron en el sur del lago. ¿Qué deberíamos inferir de estas
“coincidencias”? Que Maracaibo no es el nombre de un punto
específico en el lago, sino la denominación ancestral del Lago
mismo.
Hemos
indagado en la etimología de la palabra y en la complejidad del
término, notando su aproximación al vocablo “Maraca”, que
guarda gran relación con Maracay y Maracapana. Esta voz Maraca
tiene una similar connotación en guaraní y taíno: instrumento
musical de percusión hecho con cáscara de calabaza y rellena de
semillas secas. Es la imitación humana del cascabel de la serpiente
del mismo nombre.
Por
eso versioné en el año 2000 la tesis que vincula el nombre de
Maracaibo con la abundancia de especies ofídicas en el bosque seco
tropical de la planicie circundante. “Al sur horizonte iba aquella
expedición comercial entusiasta guiada serenamente por el gran
cacique Maarak, líder de la lacustre nación Añú, que gobernaba
bajo el influjo del tótem de la serpiente cascabel, en nombre del
clan Maarak’iwo, que daba el nombre a la región de los que viven
sobre el agua”, se lee en las primeras líneas del Cacique Nigale y
la ocupación europea de Maracaibo.
Mara
o Maraca son vocablos cuyo estudio debemos seguir profundizando a la
luz de las últimas investigaciones sobre el añúnnuku, idioma de
los añú. Un hallazgo que me sorprendió gratamente, lo encontré en
los apuntes de Alfredo Jahn, antropólogo que visitó los pueblos
“paraujanos” como jefe de una comisión del gobierno nacional
entre 1910 y 1912, regresando por voluntad propia en los lapsos
1914-1917 y 1921-1922.
Jahn
realizó un cuadro comparativo de los idiomas indígenas del
occidente, y en el caso añú logró recoger los sonidos “Hara o
Mara”, que traduce vasija de barro o tinaja. Este aporte ha
trastocado toda mi apreciación del verdadero significado de
Maracaibo, ya que el prefijo “Mara” es la mitad del topónimo
lacustre que nos ocupa; pero aún si tomásemos los dos fonemas como
una sola palabra compuesta, el sonido “Marahara”, mal escuchado,
mal pronunciado y mal recordado por los invasores –que no eran
precisamente lingüistas- bien pudiera ser el origen de Maracaibo.
La
arqueología etimológica de la palabra, nos asombra con la
causalidad –que no casualidad- de que en la cosmovisión añú,
civilización acuática que tiene por hábitat ancestral al estuario,
la forma cóncava de la vasija y su función vital como recipiente de
agua y alimento, reproduce la forma y función del Lago, como dador
de todo sustento material y espiritual.
Esta
raíz “Mara” la encontraremos relacionada a Maracay, lugar
adosado al lago de los Tacariguas, y a Maracapana, que también es un
sitio pegado a un reservorio de aguas, en este caso al Golfo de
Paria.
No
se trata de simples coincidencias; estamos en presencia de un
sustantivo venido del tronco común de los idiomas originarios de la
fachada costera del país, vale decir el arahuaco, más los aportes
caribe venidos casi siempre del tupi-guaraní, como el caso de
“paráa”, que es el mar o una aglomeración de aguas.
Rescatemos
entonces la aportación de Lisandro Alvarado que en su obra Glosario
de voces indígenas, reseña la palabra “mara” como aguadera,
según conoció de su uso por indígenas del oriente venezolano,
entre los que se cuenta a los guaqueríes de costas anzoatiguenses y
de Paraguachoa (Isla Margarita).
Conclusión,
el significado de Maracaibo como fusión de “mara”: tinaja y
“kai”: sol, es “tinaja del sol”. El sufijo “mbo” es
impronta caribe, y lo encontramos en Paramaribo, Tacuarembó, y otras
localidades suramericanas, jugando el papel de señalador geográfico.
Yldefonso
Finol
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home