viernes, noviembre 17, 2006

Ponencia en FILVEN 2006 Caracas: La explotación del carbón en el Estado Zulia: Consecuencias socioambientales.


Ponentes en el Foro sobre Preservación Ambiental. Erick Quiroga (de pie), Biólogo Nicanor A. Cifuentes G. (centro)y Lic. Fresnel Díaz del Ministerio del Ambiente.
Foto: Oscar Sotillo.

Ya en el transitado siglo XX, las minas de la región Carbonífera del Guasare (ubicadas al noroccidente de Venezuela) definían a la región zuliana como la más anclada al enfoque desarrollista del peor signo. Sin haber aprendido la lección histórica de tanta farsalia y dolor que promovió socialmente el petróleo, volvíamos a rasgar suelos, a expulsar a colectivos indígenas so pretexto de mejoras a la economía regional.


Distribución de las minas donde se explota carbón a "cielo abierto". Socuy y Cachirí son proyectos de expansión minero carbonífero.


Luego de la acidificación de mantos acuíferos, luego del ensayo depredador de la diversidad biológica y de las consecuencias para con el futuro hídrico de la región, ha tocado registrar en el tiempo, en el alma dolida, lo que la retina logra ver sin ninguna máscara: caseríos a orillas de las carreteras por donde se extrae el carbón mineral, mendigando, sobreviviendo, padeciendo las lecciones locales que el capital y el lucro profesaban por estas tierras zulianas.


No existe el progreso si se sustenta en frustraciones y en experiencias suicidas. Esto lo sabía y saben muy bien los “planificadores” de nuestro Estado, envestidos de la técnica y no de la lógica de lo natural en la intuición sabia de nuestros indígenas.


Las “cintas de asfalto” permitieron llegar a importantes cantidades de personas a lugares inaccesibles de nuestro piedemonte perijanero y, en efecto incontrolable, innumerables haciendas comenzaron a hacer de nuestros bosques originarios, espacios de pastizales donde las reses y la ociosidad de tierras lucrara a unos pocos, a costa del creciente deterioro ambiental que ahora pagamos en sedienta e incierta actitud colectiva.


Deforestación. Bosque Primario afectado por la tala. Esta superficie, otrora bosque tropical, ahora es suelo desnudo presto para ser sembrado con monocultivos y agroquímicos.
Foto: Nicanor A. Cifuentes G.


Las minas Paso Diablo y Mina Norte (nor occidente del Estado Zulia) nunca revirtieron regalías algunas a los sectores desnutridos y desasistidos de sus alrededores. Ya lo decía un amigo: Las nuevas Potosí, nuevos espacios de neocolonialismo exacerbado, donde la máquina manda, donde las frases: “progreso y bienestar” solo servían para rasgar más el suelo y para alejar los ojos de la creciente crítica al modelo de explotación de carbón a cielo abierto.


El Estado y sus legislaciones de tipo ambiental, la carnavalesca y grotesca andanada de discursos sobre el futuro no podían permitirse el saboteo a las negociaciones que se hacían con el carbón de Guasare. “Cuestión de Estado” fue la consigna y así, los otrora Distritos Mara y Páez (hoy Municipios), comienzan a enfilarse hacia el abismo de la muerte. La UNICEF dirá luego desde su lejana sede que estos espacios político territoriales son de los más pobres y atrasados en el Hemisferio Occidental.


Así el capitalismo nos acogía en su seno, embadurnada las conciencias de falsas estabilidades y anhelos. Alienaba pues todo lo relacionado con la existencia: Todos contra todos, que el muro se cayó y ahora la historia se muere.


Crecemos como ciudad y nos toca asumir que somos una urbe que ha crecido aglomerando periferias desasistidas, que somos una ciudad atestada de deficiencias; que somos puerto anclado en la ceguera de no ver el lago como espacio de agua y vida.

Asumimos desde la poca conciencia colectiva, que hemos traicionado lo verdadero; que hemos cercenado de tajo lo que nos otorgó la vida: la naturaleza, los bosques y sus cauces de agua, las especies de mariposas, los indígenas y su cosmovisión. Y desde este dolor comenzamos a actuar como colectivo social en una “lentitud criminal” para generar una nueva relación con el indígena que está allá lejos en esas montañas, desasistido y muerto por progreso.


Sucumbimos pues a la más grave y triste lección que sordera colectiva alguna pueda dejar. Somos un puerto atestado de bitumen y ajetreo, somos colectivo consumista enamorado del oropel y la ilusoria estabilidad.


De las minas actualmente se extraen 7, 5 millones de toneladas métricas anuales para exportar a la Europa y a la costa este estadounidense, aumentando los casos de accidentes en las vías que llevan el carbón a los puertos de embarque a orillas del lago; la muerte se asoma a nuestras narices y el hedor nos inmoviliza.

Maracaibo, capital desde donde escribo, olvida su posibilidad de denuncia y cae en la trampa del dinero y la complicidad. Empresas contratistas, profesionales doblegados a la inmediata y lucrativa visión minera, siguen expoliando y ocasionando más riesgo a la zona del Guasare. No se sabe a estas alturas cuántos casos por exposición al polvillo en humanos (neumoconiosis) existen; y cuántos de ellos han sido tratados por las instituciones de salud pública con la dignidad teórica que consagran los derechos laborales y humanos.



Compañero afectado de neumoconiosis, presencia del polvillo de carbón en sus pulmones. Anteriormente trabajó en la mina y ahora está desempleado sin ningún tipo de pensión por parte de la empresa minera.
Foto: Nicanor A. Cifuentes G.


Cientos son ya los muertos en la vía, varias las casas enlutadas por este ensayo de progreso sustentado en el llanto y en la máquina que el hombre ha de ser.


Perijá, La Cuenca del Lago de Maracaibo, nuevamente se convierten en Zonas de Sacrificio Nacional. Amenazas de ampliación de las minas actuales más la puesta en marcha de nuevas concesiones a empresas mineras trasnacionales, ponen en jaque, en verdadera contradicción el discurso social y de profundos cambios impulsados por el Presidente Chávez, electo a finales del siglo XX (1998).


Los Ministerios de Ambiente y de Energía y Minas entran en pugna por estos espacios ubicados en la cuenca Hidrográfica del Guasare. Los “colmillos amarillos” da tanta experiencia mortal salen a relucir con su brillo enceguecedor. Ahora prometen más trabajo, más salud, más inversión social, más escuelas y más ambulatorios. Su publicidad colorida que inunda asimétricamente los medios de comunicación regionales, se aprovecha del desconocimiento colectivo de que ya los bosques fueron talados, que ya no habrá, por ende, más agua y que el avance de la frontera agrícola ha dejado sequía e incertidumbre social.


Impactado el ciclaje del agua, trastocada la región con tanta dinamita que hace aflorar la veta de carbón, ya no vale reforestación alguna que puedan ejercer las empresas mineras nacionales o internacionales. Bosques con eucaliptos son la alternativa que ya se ha visto, bosques sin aves, sin indígenas, al pie de la mina y el ruido. En prensa son miles las hectáreas que nadie, ministerio y fiscales ambientales incluidos, logran constatar.


En el Zulia, occidente de Venezuela, desde hace más de dos décadas se ensaya “la conversión de los archipiélagos de los grupos colectivos” en la movilización más amiga del verdor, de la clorofila y los derechos humanos de los indígenas.


Hace un buen tiempo se afinan las investigaciones que revelan la mortandad y el descaro de la industria petrolera y carbonífera en la región. Se compilan desde un tiempo para acá interesantes y dignas, diversas y plurales expresiones relacionadas a la defensa cierta, urgente y sabia de los espacios de Perijá donde abundan el agua y la biodiversidad bajo la amenaza del “nuevo desarrollismo”.


La idea de este escrito era la de exorcizar tanta acumulación de polvo sobre la verdad que Bolívar, Sucre, Simón Rodríguez y nuestras miles de etnias indígenas de la América toda, encarnan ancestralmente.


Nuestro Presidente, respetado Presidente, el pueblo venezolano todo debe hacerse aliado de la verdad y de la historia para evitar tránsitos por “veredas difíciles”.


Por que el hambre se instaló hace rato con promesas de beneficio; porque la herida hecha a la tierra es purulenta en la actualidad y solo una sabia decisión plural y no técnica y unívoca, es la que salvará a nuestros bosques junto a nuestros indígenas, bosques humanos que se niegan a ser talados por demostraciones corporativas, concluyo este ejercicio de palabra.


Hermosa niña wayuu habitante de Perijá, la Perijá para la vida que defendemos.
Foto: Nicanor A. Cifuentes G.



Un humano que suda y trajina frases. Un humano consciente del prójimo en plena hecatombe de los amores. Un ser que sea consciente de la telúrica bondad que es la historia de este continente, hecha de esta argamasa de sangre, tierra y agua, no puede vacilar en la denuncia, en la acción y en la capacidad de la palabra.



Lic. Nicanor A. Cifuentes G.
Puerto Maracaibo, 15 de noviembre de 2006.


Ponencia presentada en la II Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN 2006) organizada por el Centro Nacional del Libro (CENAL) y celebrada en Caracas, Parque del Este. Foro sobre la Preservación Ambiental. Miércoles 15 de noviembre de 2006. Salón Amazonas. 11: 00 a.m.

ncifuentes@cantv.net