martes, noviembre 14, 2006

Con Thiago, el Planeta es una patria grande de agua y asombro.



Como un Río

Ser, como un río, capaz
De llevar por su cuenta
A la canoa que se cansa.
De servir de camino
Para la esperanza.
Y de lavar al límpido
La pena de la mancha,
Como el río que lleva
Y lava.

Crecer para entregar
En la distancia callada
Un poder de canción, Como el río descifra
El secreto de la tierra.

Si el tiempo es de decir
Retener el don de la fuerza
Sin dejar de seguir.
Desaparecer incluso,
Pero, subterráneo,
Aprender a volver
Y cumplir en el trayecto
El oficio de amar.

Como un río, aceptar
Esas súbitas olas
Hechas de impuras aguas
Que traen a flote la verdad
Oculta en las profundidades.

Como un río, que nace de otros
Saber seguir junto con otros
Y construir el encuentro
Con las aguas grandes
Del infinito océano.

Cambiar en el camino
Pero sin nunca dejar de ser
El mismo ser que muda.


Thiago de Mello

Sigue en mí hablando un fluido de clorofila, un vuelo de mariposa azul, un ojo de felino que en su candil libera la mirada.

La dolida selva que sostiene cortezas de vegetales almas. A esta, Thiago le canta y le acerca sus latidos.

La selva indígena que aun persiste ante las amenazantes incoherencias del orbe hecho lucro, ajetreo, ruido.

La selva parche de maravilla a la que destinan las grandes trasnacionales de la madera este ecosistema planetario hecho vida.

La selva de los poblados y los idiomas, la selva de las piedras y raíces, la de los descalzos anhelos que aun deambulan por entre toninas y manatíes.

La selva que es un mundo de estrellas fluyendo en el dosel de la esperanza.

Sigue en mí el acuático, el amniótico flujo de asombros. La lágrima amazónica, la savia natural amazónica, la que no será destajada por filo alguno.

Thiago es un cuadernillo de luz blanca que huele a viaje de parientes queridos. Thiago retumba en cascadas hilo de guacamayas.

Thiago reconoce la fuerza de este espacio hecho hojarasca, sangre y amor en pico de aves.

Yo desde mi humilde fraseo, desde mis herencias del Caribe, desde la sal que me hace siento el sonar del Amazonas dulce en las palabras de Thiago.

Desde mi latitud y mi longitud, desde la vital actividad por alfabetizar desde la ecología que abraza, que ríe, la ecología poética, me encuentro en la capital de mi país, en asombro pleno, rodeado de libros liberadores enhebrando latidos para saberme querido por la historia que cuenta Thiago.

Enhorabuena tu portugués acento baña estas orillas venezolanas, caribeñas, andinas, amazónicas. Serenos estamos para oír de tu luz y tus signos derramados de amor.

Seguimos leyéndote, siendo Amazonas con vos!

Nicanor Alejandro Cifuentes Gil
Biólogo, ciudadano del mundo, poeta.

10 de noviembre de 2006.
FILVEN 2006.
Salón Amazonas
7:00 p.m.


Thiago de Mello

Nació en Barreirinha, Brasil, en el corazón de la Selva Amazónica, en 1926. Tiene más de veinte libros publicados desde 1951. En el conjunto de su obra, se destacan: Está; Oscuro pero canto; La canción del amor armando; Bochorno en la floresta; Viento general y En un campo de margaritas; Noticias de la visita que hice en el verano de 1953 al río Amazonas y sus barrancos; Arte y ciencia de elevar cometas; Amazonía, La niña de los ojos del mundo; y El pueblo sabe lo que dice. Su poema Los Estatutos del Hombre fue editado en más de treinta países.

Ha traducido al portugués a César Vallejo, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal y Eliseo Diego, entre otros.

Thiago de Mello piensa que el arte debe siempre servir a la vida; que además de su finalidad estética, debe tener también una finalidad ética.



Corolario
El Amazonas que responde a los cantos de sirena de la demanda mundial de materia prima…
Y la sirena quedó muda…
La selva cerrada sobre sí misma. Seringueiros
Aventureros que despojan a los indios y se despojan entre sí.
El Teatro Amazonas donde ha cantado Carusso, el símbolo de mayor vértigo de aquellas fortunas.

Con Eduardo Galeano en el corazón y con Las Venas Abiertas de la América Latina que somos.