LA MANCHA COMO SIEMPRE/ El cortinazo o la muerte del periodismo
OSCAR SOTILLO MENESES
Es común en la cultura china desearle a
un congénere “ojalá te toque vivir tiempos interesantes”. Aquí en
Venezuela nos está tocando vivir algunos tiempos no solo interesantes
sino maravillosamente debeladores del derrumbe de paradigmas que hasta
hace poco tiempo pensábamos inamovibles. Han sido episodios a veces
aislados y a veces pertenecientes a un espacio tiemposociocultural
concatenado con una eclosión social enmarcada en lo que llamamos
Revolución Bolivariana. Esta vez el símbolo no ha podido ser más
literal: una cortina que se cierra intentando invisibilizar una protesta
popular mientras una periodista, de espalda, entrevista a una distante
gobernadora.
Esto acaba de suceder nada más y nada menos que en el principal canal
del Sistema Nacional de Medios Públicos. Un día después por el mismo
canal se le da media hora al colectivo indígena cuyos voceros osaron
asomar unas pancartas en el encuadre de la cámara. Han llovido los
comentarios y las opiniones después de este lamentable episodio. Algunos
han intentado personalizar el problema como si fuera solo una reacción
aislada de la periodista. No lo creemos así. Lo que hemos presenciado es
la muerte del periodismo institucional asalariado, el final de una
concepción vetusta de la comunicación. Y es gracias a nuestro proceso
revolucionario que la dinámica social que vivimos ha permitido
visualizar este símbolo preciso y perfecto que nos exige forzar el
nacimiento de un sistema comunicacional diferente, que esté realmente en
manos de la sociedad venezolana y no en manos del Estado ni en manos
privadas.
El periodismo institucional asalariado es la herencia patética del
sistema capitalista, y no dudamos del compromiso político personal de la
periodista que protagoniza este ejemplo, lo que sucede es que ella está
inmersa en un sistema que ha dado señales inequívocas de estar
estirando la pata.
SIN COTOS CERRADOS
La línea editorial es decidida en cenáculos cerrados y favorece al
dueño del medio (o al que lo maneja) esto funciona igual en el privado y
en el estatal. Lo que deberíamos visualizar es un sistema nacional de
medios en manos de la sociedad, donde por el consenso de amplios grupos
sociales orgánicos a nuestra dinámica contemporánea, se decidan las
líneas editoriales y que no reine en éste el interés del medio ni del
gremio periodístico, sino el interés supremo del pueblo venezolano.
Este periodismo vetusto está apuntalado por una concepción
gremialista a la más pura usanza adeca, por una formación empaquetada
que prepara al estudiante para ser un asalariado, y por una tradición
que llegó a acuñar esta verdad “El periodista tiene un mar de
conocimiento, pero con un dedo de profundidad”.
Hemos presenciado el cortinazo de la desvergüenza, hemos visto la
costura de un sistema de medios que no está a la altura de la dinámica
revolucionaria que exige a gritos nuestro pueblo. Nos toca imaginar y
practicar otra comunicación y para esto es necesario subvertir los
órdenes existentes con las cartas sobre la mesa, sin cotos cerrados.
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