Entrevista a Capriles en 1999. (DE LUJO)
Este texto fue desempolvado con ayuda de estimadas aliadas del puerto Maracaibo. La amiga Bárbara Muñoz Porqué luego de publicarlo en la red social activó (ipso facto)la necesidad de hacerle más resonancia a estos fraseos propios del candidato de la ultraderecha venezolana. Es muy revelador y por ello se publica.
Texto sin pérdida importante para atizar el debate sobre lo que construimos y lo que está en juego que a todos y todas nos moviliza en estas horas cercanas a la elección presidencial en Venezuela.
Este texto fue redactado por la periodista venezolana Milagros Socorro, ya desde ese tiempo muy cercana a personajes, ideas y praxis derechistas.
Se agradecen comentarios. Ahhh...lo olvidaba: Las negritas (las frases) son de Clorofilazul.
Publicado en la Revista Exceso, en junio de 1999
Es una paradoja: buena parte de las simpatías que adhiere Henrique
Capriles Radonski le han sido granjeadas por su capacidad para ser
percibido como alguien distinto; pero cuando se le conoce personalmente
se tiene la impresión contraria: Capriles Radonski es más bien igual,
igualitario, igualitico, igualazo… ¿A quién? No a los bichos de quienes
él quiere diferenciarse, claro está; a esos no se parece y varias veces
al día refrenda el compromiso de distinguirse de aquel bichamen que
sabemos. Él es igual simplemente porque no es diferente, porque parece
evitar cuidadosamente la singularidad, cualquier cosa que lo haga
discernible en una fotografía de grupo.
Capriles Radonski es
distinto porque es correcto. Y las cosas le salen bien, ah. Pero nada
más. Aunque apenas está comenzando su carrera cabe apostar que nunca
tendrá este Capriles una actitud destemplada o hará una declaración de
ésas que sin terminar de leer el párrafo ya el lector de prensa sabe
quién la ha expresado porque le conoce el estilo, el tumbao, las mañas.
Nada más lejos en este caso. Henrique nunca nos va a sorprender y es de
temer que jamás tendrá estilo (no uno propio, al menos). Lo más probable
es que cuando ya tenga treinta años en la escena política todavía
estemos preguntando: este muchacho Capriles, ¿cómo es que se llama…
Ricardo… Fernando… Ernesto…? Henrique. Se llama Henrique y ofrece al
mundo una personalidad desdibujada, a contrapelo de las marcas
individuales. Digámoslo de una vez: Henrique es un buen muchacho, qué
vamos a hacer. Es el tipo de hombre que uno no querría para una, sino
para una sobrinita que es muy hacendosa, muy callada ella.
La
verdad es que Henrique es un buen partido. Eso seguro. Probablemente no
haya uno mejor en el país porque Henrique es trabajador, es ahorrativo,
es respetuoso con las damas, es blanco, admira al Papa, es católico…
¿Cómo? ¿Henrique es católico? Pero si su mamá es judía…
-A
pesar de que mi madre es judía -explica Capriles Radonski- y de que mi
composición genética es en un 75% judía, yo soy católico. Mis padres
decidieron casarse por la iglesia católica y asumieron el compromiso de
formar a sus hijos en esta fe hasta que tuvieran la edad de decidir. Yo
decidí. Soy católico.
-¿Es circunciso?
-Sí, lo soy.
Pero eso no tiene nada que ver con el rito religioso sino con una
cuestión sanitaria. Además, me lo hizo un médico, no un rabino.
Al Señor, que me ilumine
El asunto de las diferencias que separan a Capriles Radonski del
político medio venezolano, ese que se ha convertido en el anatema de la
opinión pública en la actualidad, es recurrente en el discurso del
propio Henrique y de quienes se refieren a él como figura curiosa. El
joven se ha montado en la ola, robusta y vistosa, de que no se allega a
las funciones públicas por lambucio y ese solo hecho parece ser
asombroso. “Soy distinto básicamente en lo que a mí me motiva a estar
aquí”, confirma. “Mis intereses son diferentes. Yo no tengo necesidad
económica que me movilice a estar aquí. No soy rico pero nací en una
familia que tiene recursos”. Con esto Capriles quiere dejar claro que no
se ha puesto donde haiga sino que tiene lo que él llama -muy
correctamente, por lo demás- vocación de servicio. “Me gusta servir
desde una posición pública y pro eso estoy aquí. Tampoco siento que le
estoy haciendo un favor a Venezuela por el hecho de estar en el
Congreso. Yo aspiré venir al Congreso, la gente me eligió y por eso
estoy aquí”.
A ver: la gente lo eligió diputado ante el
Congreso Nacional (partiendo de una postulación por el estado Zulia)
pero luego resultó electo presidente de la Cámara Baja en una carambola
que dejó a todo el mundo patidifuso, empezando por él.
-¿Qué se
le vino a la mente cuando se dio cuenta de que se había convertido en
el presidente más joven de la Cámara de Diputados?
-Una de las
cosas lamentables de cómo la gente ve la política hoy por hoy es que
cuando tú tratas de ser sincero y dices las cosas como las piensas,
nadie te cree y todos piensan que es demagogia. Yo te podría decir que
le recé a Dios y le pedí que me iluminara. Y muchos pensarán que se
trata de un discurso calculado para hacerme una determinada imagen. La
verdad es que yo creo mucho en el de arriba y, cuando surgió la
posibilidad de que yo fuera presidente de la Cámara (Baja) pensé que si
eso se había dado era porque el de arriba quería que yo estuviera en esa
posición y cumpliera con mi deber. Yo creo mucho en eso: si la vida me
puso ahí es por algo. Solamente el que está arriba sabe cuál es mi
verdadera vocación, cuál es mi verdadero interés al estar aquí. Es
posible que también mi familia lo sepa: ellos saben que esto no es un
capricho y que yo pudiera estar dedicado a otras cosas.
-¿Se asustó?
-Por supuesto que estaba asustado pero también pensaba: si la vida me
puso en este escenario, por algo será. Y lo único que le pido a Dios es
que me ilumine y que me ayude a mantenerme siempre sujeto a mis
principios.
-¿Hasta qué posición lo orientan sus principios?
-No tengo ambiciones desmedidas y si mañana me toca ocupar una posición
menos relevante que ésta no lo veré como un descenso sino como una
experiencia más. Yo quiero resultados, no me veo a mí mismo como un
orador de oficio.
-Dado que tiene usted excelentes relaciones
con sus primos Capriles, incluida la rama que está dedicada a la prensa,
¿ha sentido la tentación de dedicarse al periodismo?
-El
periodismo es una de las carreras que siempre me han llamado la atención
y cuando me tocó decidirme por un oficio pensé seriamente en el
comunicador social. Pero me hice abogado. Y ahora, bueno, no digo que no
me acercaría a la Cadena Capriles, digo que no lo he pensado. Yo pienso
básicamente en la política porque nací para esto, para hacer política
de una manera diferente. Una de las cosas que aplaudo del presidente
Chávez es que reanimó a la gente; la política empezó a vivir otra vez. Y
dentro de ese cambio de escenario, vendrá una participación de la
sociedad civil, de la gente y no de los politiqueros de oficio. Yo
siento respaldo de la gente, no de ninguna organización política y mucho
menos de un cogollo.
En plan mochilero
Como es
evidente, Henrique Capriles Radonski nació el once de julio de 1972.
Mide un metro 76 centímetros; pesa 72 kilos; usa camisas con cuellos
número 15 y gasta con pasmosa frecuencia zapatos número 9 y medio. Para
mantener esa estampa de torero, va al gimnasio con cierta periodicidad.
Pero no es probable que engorde porque Capriles no es hombre de excesos,
es más bien austero, rayano en lo frugal: come poco (su almuerzo suele
consistir en una hamburguesa que compra en algún puesto de comida rápida
de las inmediaciones del Congreso); su trago habitual es un ron con
soda que trasiega sólo en fiestas; no come carnes; detesta la mayonesa y
no admite salsas en sus sándwichs; tampoco tolera las frituras. No toma
bebidas achocolatadas y en cambio adora los cereales. En una palabra:
es maniático con la comida. No es de extrañar que no le guste cocinar.
Su número cabalístico es el once. Lo persigue en números de vuelo, de
asiento de avión, de habitación de hotel y cuando se pone al borde de
una ruleta. También lo procura cuando se juega un kino y algún terminal.
Pero Henrique no tiene demasiada suerte en el juego (él comenta, muy
pizpireto, que debe ser porque la tiene en el amor). En fin, Henrique no
toma vitaminas (lo único raro en él). No fuma, nunca lo ha hecho. Nunca
ha consumido drogas “ni he tenido curiosidad. Alguna gente dice que si
no has fumado mariguana no has vivido. Pero no creo en eso para nada”.
-¿Ha vivido?
-¿Yo? Oye, bastante. Baste mencionar que conozco casi todo el mundo. He viajado mucho, he tenido esa suerte.
-¿En plan Holliday Inn?
-Para nada. Una vez hice un viaje por toda Europa en plan mochilero.
Estuve en 37 ciudades europeas y lo recuerdo como una experiencia
extraordinaria.
Yo tengo mi carnet
Cualquier día de
éstos abrimos el periódico y encontramos a Henrique vestido de novio al
lado de Natalia Gómez (una de sus metas es formar un hogar y tener
hijos) y ya hace cuatro años que sale con esta espigada administradora
que “me da absoluto respaldo en mi trabajo”.
Henrique ignora
qué cosa es la Fania All Star. Ni tiene por qué saberlo porque cuando la
Fania difundía la música del que está arriba, para usar sus palabras,
él se babeaba en la ropa al cambiar de dentición. Muy vagamente recuerda
que Celia Cruz es cantante; jamás ha visto a Sandro en televisión ni
sabe qué cantaba el argentino del inmenso copete. De Joselito no había
oído ni hablar y tampoco de Marisol. Todo esto para concluir que
Henrique es distinto también porque tiene otras referencias culturales.
-Me puedes preguntar por Aditus -concede- pero no por mucho más porque
no soy amante de la música. Bueno, cuando voy a una discoteca bailo pero
no soy de los que tienen pegado en su cuarto un póster de Guns and
roses o de Kiss o de Queen.
Lo dicho: Henrique no es el hombre
que en una noche de rumba se quisiera para una; sino para cierta cuñada
parapléjica, muy devota de San José y admiradora del doctor Caldera
ella.
Pero hay algo que Henrique tiene y que despierta la
codicia del personal: lejos de participar de la carnetocracia del
puntofijismo, él practica la carnetocracia del Circuito Radonski -el
negocio familiar- porque ostenta un cartoncito que le permite pasar
olímpico frente al colector de boletos. Henrique, pila de envidiosos, no
paga en el cine y se limita a pasar ante la taquilla con cara de junior
y ese cuerpo de jockey. Y hasta pudiera sacarles la lengua a los
empleados sin consecuencias (cosa que él no haría jamás porque Henrique
no es de ésos). En fin, que pueden pasar sin pagar tanto él como su
acompañante.
Henrique encarna las fantasías de las chicas: ¡un
muchacho tan bonito, abogado y todo, que traspone las puertas de los
cines como un emperador y que sólo se detiene para comprar un carretón
de cotufas…!
-Cotufas no -aclara Capriles- muy grasosas, muy
saladas, no sé. Lo único que llevo a la sala es un tobo de
refrescolight, porque el otro me resulta demasiado dulce.
Lo
que tú digas, papi. Henrique no tiene miramientos para desechar lo que
no le gusta o lo que le molesta. Y como es alérgico a tantas cosas: a
las alfombras, a los chocolates, al polvo… Qué vaina. Todo el tiempo
anda con dificultades respiratorias, a veces tan agudas que tiene que
respirar por la boca.
-O sea, que usted ronca.
-Bueno, no. A veces.
-Cómo lo sabe. ¿Quién se lo ha dicho? Tengo entendido que usted es soltero.
-Mi mamá no es que duerma a cinco cuadras de mi habitación. Yo duermo
en mi casa y mi habitación queda muy cerca de la mi madre. Si yo roncara
ella me lo diría.
-¿Y acaso usted siempre duerme en su casa?
-Absolutamente. Salvo que me haya metido una parranda hasta las seis de
la mañana. Pero si la parranda termina a las tres de la mañana, voy a
mi casa a dormir. Yo respeto mi casa. Respeto a mi papá y a mi mamá;
mientras viva con ellos acato las normas de la casa. Alguna vez,
mientras era estudiante universitario, permanecí fuera toda la noche
preparando algún examen. Pero de ahí a otra cosa, ¡ninguna! Soy una
persona seria.
-Pero serísima.
-Lo que no implica que no he vivido.
-A que no se ha disfrazado.
-Pues fíjate que sí. Ya crecidito, pasados los 20, fui a varias fiestas disfrazado de cavernícola.
-Claro, van a decir sus detractores, de que más se va a disfrazar un hombre tan conservador y encima copeyano.
-Eso no es justo. Ha sido tradicionalmente una característica de Copei
tener una élite intelectual. En Copei hay mucha gente preparada y eso lo
saben todos los venezolanos. De todas formas, no soy copeyano.
¿Y le gusta la música llanera?
-Eso sí que no.
posted by Cano at 9:16 p. m.
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