jueves, octubre 20, 2011

Celebrar la Ley.


Un desaparecido: Víctor Soto Rojas

Un asesinado: Alberto Lovera



Alexis Miguel Romero Salazar (Carlitos)

10/10/2011

Con el alma desgarrada, sin hacer nada por contener el llanto, me ha tocado celebrar la aprobación de la ley contra la tortura. Me afinco en el afecto por los camaradas que tienen que ser reivindicados por llevar con ellos toda la honorabilidad y dignidad del mundo.

Me llena de orgullo haber compartido la decencia y el coraje de mis compañeros asesinados (Jorge Rodríguez -grandioso en el martirio-, Vicente Contreras Duque, Solfanny Alfonso, Alexander Alzolay, Ronald Morao, Carlos Wilfredo García) y de los compañeros torturados que ya no están (Luis Fernando Hernández, “Juan Pueblito” -Pablo Emilio Ochoa-, José Zabala, “El Poetica” Eduardo Sifontes, Douglas Carrasco, mi hermano Nils Rafael Romero y mi tio Merejo Rodríguez).

Me honra la militancia con torturados como el gran David Nieves Banchs –enorme en el suplicio y en la alegría de la vida-, “El Viejo” José Manuel Coa, María Concepción Toledo, Marelis Pérez, Luis Salinas, Nelson Morán, “El Amiguito” Francisco Cedeño Lugo,"El Negro" Rafael Onofre Vallés, Reinaldo Lugo, “El Poeta” Juan Medina Figueredo, William Rodríguez y mi hermana Elsie Romero.

Me duele el dolor de las madres, la mayoría ya ausentes, Enriqueta -la de David-, Lourdes –la de Luis Fernando, Eloina –la de Jorge-, Esther –la de Esther Añez, promotora de la Ley Contra El Olvido en el Zulia-, Victoria -la de Morán-y otra Esther –la de Nils y de Elsie, mi vieja- .

En este momento especial de sentimientos encontrados, celebro con la Señora Eustoquia que el trabajo coordinado por su hija Marelis pueda resarcir en algo el honor y la dignidad de todos los venezolanos que pagaron con sus vidas y dolor infinito por la osadía de querer cambiar el mundo entre los años 1958 y 1998.

Ayer lloré con nuestro Fernando -viendolo por Televisión- cuando declaró aprobada la ley, con la cual no podrá revertir el martirio del hermano y el dolor de su madre. Doña Rosa se fue sin saber donde está enterrado su hijo, pero orgullosa de su gesta.

Hoy sobre todas las cosas quiero honrar la memoria de mis camaradas que ya no están y a mis entrañables hermanos torturados y criminalizados ayer que continúan transformando los espacios más pequeños con humildad, sin buscar protagonismo. Para ellos el modesto homenaje del recuerdo.

CAMARADA

Se dice

y se experimenta el temblor del escondite

y el crujir de las tripas

en la indigencia por el puro compromiso

Se dice camarada

y se siente el agua presionando los pulmones

y las garras del esbirro hundiendo la cabeza en la tina

Se dice camarada

y se siente el corrientazo en los testículos

el cigarro encendido sobre el pecho

y la plancha quemándote las nalgas

Se dice

y se evoca la “lista negra” de Guayana

el desamparo de la mujer e hijos

y la descarga que te quitó un brazo

haciendo un oficio que no era el tuyo

Y se piensa en la condición de hombre del pueblo

y en el firme propósito de seguir siéndolo por siempre

Se dice camarada

y se piensa en la temprana apuesta por la justicia social

y en el sacrificio extremo.

Se dice

y se recuerda la terca voluntad de hierro

y la disposición de echarle bolas para ganarse solamente

unos coñazos

Se dice camarada

y se recuerda la alegría del invencible en la tortura y en la vida

Se dice camarada

y se piensa en amigos verdaderos que ni en el más feroz hostigamiento vendieron la patria

Y termino reiterando lo que dice el poeta argentino Vicente Zito Lema: “Memorar el horror es justo y necesario. Porque el horror existió y muchos de los que lo padecieron están vivos. Memorar el horror debe ser un acto de amor para los muertos, que están solos en la soledad de la muerte. Y esa memoria debe estar viva, para que ese amor sea vida y no una siniestra y vacía parodia de amor.”

Porque no se trata sólo de reconocer su sacrificio y heroísmo, sino de aprender de sus experiencias, de sus destrezas para construir una organización en medio de la más bárbara represión; se trata de aprender de sus demostraciones extremas de solidaridad. Es vital que los revolucionarios venezolanos nos identifiquemos con ellos.



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