Sobre Mariposas y Huracanes; Carabelas a la Vista.
Luis Adolfo Pérez
Sociólogo, Antropólogo,
Docente UBV-Zulia
Cómo hacer para escribir esperanzado, que al final nos quede el gusto de haber paseado por un texto sabroso de esos que te dejan burbujas de ideas reventando conexiones neuronales, es el reto que brinda la historia de nuestros días. Todo se sabe en cuestión de instantes, las vidas públicas se hacen de una transparencia tal que tan solo una mala intención se comporta como una nube gris en la bóveda celeste de un cielo pleno, máscaras caen una tras otra en una procesión infinita de rostros en el ejercicio de los funcionaratos, es con el transcurrir de los días que se van materializando las voluntades y lo que empezó como una idea se transformó en pensamiento, verbo y acción, así llega el hombre a la naturaleza: con una intención.
¿Será hablando de lo humano y sus naturalezas que las sociedades se constituyen? Sociedad Homo et Natura, tal vez. Hay tipologías de sociedades, así como clasificaciones, pero esto no es un tratado sino una manera de intentar suavizar una indignación que busca a Dios para clamar, ya van más de cinco siglos de resistencia indígena en la Región del Lago de Maracaibo, lucha que se pretende hacer postal o parte del anecdotario típico que ofrecerle a turistas desprevenidos. Una década después no se entiende fácilmente la sucesión de fracasos que la revolución bolivariana acumula en el Zulia, ¿cómo entender esto?, pues eventos “puntuales” dan claves para interpretar el fluir de la realidad.
Quién osa contradecir una epísteme revolucionaria tratando de desvincular hechos para analizarlos, cuando lo que se pretende enseñar en todo el sistema educativo venezolano es una perspectiva holística de la realidad. Será que en ciencias sociales podemos aislar casos para estudiarlos? Pues sí, el positivismo lo pretende y así fragmenta las realidades que estudia y sobre esta ensaya recetas que otros aplicaron en “casos similares”. Tendremos entonces que empezar a cerrar las Universidades y Misiones educativas que promulgan el magisterio de Simón Rodríguez y volver a la departamentalización de las ciencias y a aquellos que andan hablando de inter y transdisciplinariedad enviarlos a exilio en Paris. Un ministro acaba de referir que un hecho de violencia en un punto “aislado” del extremo oeste de la geografía nacional nada tiene que ver con un evento ocurrido el día anterior en el extremo norte del hábitat de los participantes en ese “puntual” acontecimiento. Administrar con justicia las relaciones que al interior de una república se establecen exige de capacidad para comprender con todo nuestro recurso cognitivo, emociones e intuiciones, sueños y prenociones. Imposible deslastrarnos de lo que somos, de la historia familiar y cultural que nos conforma; necesario es pensar con todo el cerebro, con toda la piel, con toda nuestra alma y las almas de quienes nos protegen desde otras dimensiones, espíritus aliados, Dioses protectores, Dios Supremo mismo, pues. Se necesita algo más, tal vez gran amor, cruce perfecto de gran misericordia y gran severidad. Cierto, no todos poseemos esas cualidades.
Rica región, botín codiciado, tierra de saqueos, pillajes y piratería, loas al hábil ladrón descubierto en plena ostentación, podríamos cantar así es Maracaibo, señor turista, la recordará igual que yo… Venezuela se define económicamente ante el mundo como país minero, condición cultural que hay que analizar. ¿Qué queda de la mina cuando se acaba su veta? Un campamento destartalado por su precariedad, sucio, destrucción, muerte en el paisaje y unos mineros deambulando su ruina, buscando una nueva veta que saquear. A diferencia de los pueblos que basan su riqueza en el cultivo de la tierra, los que dependen de los ciclos vitales de la naturaleza, esos deben arrancar con sus manos el producto del ingenio milenario que los mantiene conectado a lo telúrico, son los que solo piensan en el mercado por el placer del encuentro altruista para compartir con los semejantes. Dos lógicas en una misma región, sólo que una perspectiva es milenaria, 9 000 años, o más, y la otra, la minera, invasora, saqueadora y expoliadora, solo se incorpora 100 años atrás como forma de relación con el planeta en nuestra región del Lago de Maracaibo, propiciando las expansiones territoriales que la ganadería extensiva inició desde la época colonial de nuestra más reciente historia. Solo apetencias mineras explican el porqué no se impulsa definitivamente la conformación del poder popular en el Zulia, pareciera un concierto de voluntades para atentar con los proyectos de salvaguarda del humanismo necesario y urgente que intentamos construir como propuesta planetaria y así seguir saqueando y robando el futuro de los más humildes.
Agotar las escasas reservas morales atesoradas por la intelectualidad orgánica de nuestro pueblo es atentar contra la revolución bolivariana y abrirle puertas a los enemigos que sobran. Cuando todo comenzó en este Estado Zulia se tomó el poder, oh sorpresa, desde la primera gobernación bolivariana se expuso el plan de desarrollo que el imperio tiene preparado para esta región. Sucesiones de traiciones, divisiones, recomposiciones y en las sucesivas campañas electorales opuestos candidatos presentando el mismo plan minero exportador, puerto de agua profunda dónde no hay fosa marina, puente y riel sub-lacustre sobre la falla sísmica de Ancón en la boca del Lago de Maracaibo, proyectos de Integración Regional de escala continental no han sido expuestos ni consultados con las comunidades involucradas y se presentan como simples macro-obras que requieren inversiones astronómicas y que un Ser Superior parece que ya decidió. ¿Dónde está el consentimiento previo informado? Yukpa merece ser escuchado, interpelado, debatido, confrontado, es en la palabra compartida que existimos, nos hacemos y empoderamos de la realidad.
A la llegada de europeos a estas tierras la Gran Nación Caribe estaba expandiendo sus dominios territoriales sobre el mar que lleva su nombre, aprovechando la experticia tecnológica y científica que permite la convivencia en las selvas del Amazonas toman curiara y curare en sus manos y se lanzan detrás de los vientos huracanados para posesionarse de nuevos territorios culturales, aterrorizando a mayas y aztecas. La estigmatización católica de sus ritos funerarios antropofágicos les declara la guerra a muerte y condena a los sobrevivientes a la esclavitud para la extracción de riquezas mineras desde el fondo de las aguas del mar, desde esos momentos se inicia un plan de exterminio y avasallaje que se prolonga hasta hoy día.
En las tierras llanas de las orillas occidentales del lago se atrincheraron y enfrentaron a los primeros europeos que a estas costas de Maracaibo se aproximaron a delimitar fronteras, cuadricular propiedades y domesticar almas de demonios fundando comunidades de cristianos. Doscientos años después se funda la Villa del Rosario de Perijá ampliando los dominios coloniales sobre los territorios de los Sabriles, conocidos como Japrerias, también pertenecientes a la Gran Nación Caribe. Un siglo después un incendio impulsa una avanzada de criollos al pie de monte de la Sierra de Perijá y fundan Machiques al extremo oeste de Venezuela sobre el territorio de la Nación Yukpa. Aparece el estado-nación con la República de Venezuela y desde entonces la doble moral de la cruz y el puñal, de la iglesia y del ejército. Nada interesa de los Yukpa en un intercambio, sólo su invisibilidad y muerte, genocidio en Perijá no es un tema de ficción, realidad mágica sí.
Desde las alturas de la Sierra de Perijá los Yukpa han observado todo y han comprendido que necesitamos el trato que se le propina a un hermano menor. Han ofrecido sus manos para sujetarnos y evitar que nos terminemos de caer. Y nos dicen, y nos hablan, pero como no les entendemos lo dejamos así, tal vez sonreímos y lo dejamos así, después, sólo después, recordamos la tibieza de su mano y aquel mandato de Mercedes Sosa de darle la mano al indio. Aún vuelan por los aires de toda Nuestra América las cenizas ardientes de la madre cantora dándonos fuerzas para continuar con los procesos de transformación radical de los estilos de vida que la Madre Tierra reclama como sus derechos. ¿Con qué cara firmamos una carta de intención para promover los Derechos de la Madre Tierra en Cochabamba si los únicos que pueden enseñarnos a cuidar nuestra nave planetaria son silenciados con espejitos y cuentas de colores, desterrados de sus hábitats originarios, excluidos de la posibilidad de ser protagonistas de sus propios sueños?
Queda el Gobierno Nacional representado por una confabulación de entes que se especializan en trabajar en “casos aislados” y “hechos puntuales” de manera descoordinada, espasmódica e irresponsable, sin respetar antecedentes ni proyectar futuros mejores, derroche de recursos para unos, migajas para muchos. ¿Quién no pelea por un pueblo que está exigiendo tierra para trabajar su sustento? En 1970 aparecen los Yukpa Pariries de la Cuenca del Río Yaza en el distribuidor Perijá de la Autopista Uno que conduce al Puente Sobre el Lago en la ciudad de Maracaibo. Al lado del Hospital General del Sur puede usted amigo lector iniciar el camino que lo conducirá a las intrincadas veredas de la guerra que el pueblo Yukpa mantiene con la sociedad occidental, judía-cristiana y sus lógicas procedimentales racionales. Una y otra vez las diversas formas políticas del estado nacional, regional y municipal, se han apiadado lastimeramente y han juntado unos dinerillos con el que procurar su vuelta a la selva, a donde les corresponde vivir a estos salvajes. Para sorpresa oficial, las condiciones de exclusión se mantienen en el lugar de origen reiniciándose el ciclo del desplazamiento forzado, 40 años para constatar in situ.
Sucesión de cortinas de humo comunicacionales y censuras no impiden contemplar la luz que ilumina todo para aquellos que pueden ver, el movimiento indio debe decidir si limita su campo de acción al ejercicio del poder sobre su incumbencia o accede al manejo de los destinos de la patria, ministros indios en cualquier ministerio del poder popular o sólo en su propio ministerio, el equilibrio nos dice que cualquier aliado criollo venezolano puede ejercer de mejor manera la jefatura de un ministerio indígena, y a sus vez nuestros lideres indígenas administrar mejor cualquier ministerio del poder popular de competencia nacional, a saber: del Ambiente, Interior y Justicia, Agricultura y Tierras, Defensa, Energía y Petróleo, Comunas, o cualquier otro para el que cualquiera de los miembros de las etnias de nuestro país puede estar formado así y como debe haber sido formada la actual Ministra de los Pueblos Indígenas, evangelizada por las Nuevas Tribus y diplomada por el Banco Mundial, la verdad es que con un administrador así el imperio del capital no requiere de invasiones militares para avasallar.
La Nación Yukpa nos venció desde el mismo momento en que entró en la sangre de la sociedad criolla envolvente y logró que nuestros descendientes pensaran como ellos. Para que no se olvidara el nombre del que mató a sus antiguos parientes portan los apellidos de los patrones de las haciendas, Sabino Romero Izarra. El indio Caribe guerrero sabe como desaparecer, sólo de bronca, rabia o soberbia, con la propia toxina del veneno que produce su enojo o arrechera y de una sola vez transformarse en pez, jaguar o abeja, muerto pal coño, sin necesidad de bala, pues a la hora de morirse lo único que hace falta es la voluntad y desde entonces incorpóreo perturbar la existencia de los enemigos; silencio jamás, sólo un yukpa pagado se queda callado, nadie hace silencio, todos hablan a la vez y se van escuchando, una periquera, eso es un verguero al decir de un maracaibero, no hay quién se entienda. Las decisiones en una comunidad se toman luego de interminables debates donde todas las voces refieren los “hechos aislados” y establecen sus respectivas conexiones, todo se sabe, vidas transparentes como el cristal que traspasa; redes que articulan a un pueblo y le permiten tener una visión global, ahora con comunicación satelital. Día tras noche la conversa se prolonga en sus comunidades, mientras unos u otros cocinan, duermen, trabajan, comen, atienden a sus infantes mientras las ideas se exponen, los acontecimientos pasados se rememoran, las miradas y los gestos se interpretan y la confrontación va dando forma a la solución, una reunión se agota cuando la decisión final complace a todos, una o dos o más semanas tomadas a la vida para la prosperidad de la comunidad.
Qué lejos estamos de estos procederes comunistas donde la acción individual se sujeta al interés colectivo. Pueblo donde las familias son autosuficientes y autónomas, con alta movilidad en el paisaje de su territorio, establecen unidades de producción y viviendas independientes, saben que de la organización política depende la sobrevivencia cultural de la etnia y para eso se organizan las competencias que las autoridades deben asumir según sus experticias y vocaciones. Sueños, recuerdos, palabras, señales dan pistas para descifrar los misterios de la vida, se dispersan o se aglutinan según esos mandatos. Sólo poseen su existencia y saben de su trascendencia, no hay apego a nada, un duelo es oportunidad para renunciar a todo y comenzar de nuevo, en otro lugar y momento. ¿Qué tiene que contar una comisión técnica de demarcación? Nada, absolutamente nada. Silencio ante los sabios y obediencia a sus mandatos, aprehender a escuchar los sonidos de la naturaleza y, tal vez, después hablar.
Nunca estuvieron aislados, siempre buscaron aliarse para establecer la paz, y normalizar la convivencia. Esos aliados con ellos aprendieron mientras enseñaban las diversas maneras de proceder ante el aparato institucional del estado nación. Dispuestos están a recibir a las autoridades nacionales en su territorio, barlovento y sotavento de la Sierra de Perijá en Colombia y Venezuela albergan las comunidades de una etnia binacional, desde el Monte Teptari a 3600 m.s.n.m. se contempla la salida del sol sobre un horizonte que contiene al Lago de Maracaibo mientras que al atardecer se visualizan los caminos y senderos que nos conducen a las laderas de la Sierra Nevada de Santa Marta en el Valle de Upar, al norte las tierras de los arahuacos Wayuu, al sur los chibcha Barí. ¿Convivencia con terceros? ¿Acaso no saben lo que es eso? Pues nuevas distancias hay que construir, tu accedes a mi casa, yo entro a la tuya. La plaza Bolívar de Machiques tiene cuatro lados, pues desde la calle oeste hasta el Monte Teptari le corresponde a la Nación Yukpa, de manera simbólica puede ser, y sobre el nuevo territorio delimitado tal vez se conviva con los “terceros”, total vivimos en un país que sólo recuerda que hay indios muertos metidos en una tinaja en el Panteón Nacional, de los vivos hay criterios más no la conciencia de su pre-existencia, importa poco pues nos verán desaparecer de la faz de la tierra y ellos, así como las cucarachas, nos sobrevivirán y recordarán la mala y oscura noche que les hemos hecho pasar. La tierra los protege, sino cómo explicar que aún anden derrotando sucesiones de Goliat con sus gritos y recursos paleolíticos, pobres ministros que todavía no se han enterados que cuando en la China una mariposa aletea sobre el mar de los caribes se desata un huracán y los Yukpas salen a atacar las pestilentes carabelas que cada doce de octubre se aproximan hasta acá. ¿Presidente indispuesto a la hora de escuchar?, basirruque camará.
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